En 1954 José Cervera Tomás, catedrático de Filosofía en institutos de Jaen, Ciudad Real, Albacete y Murcia -en el Conde de Floridablanca desde 1970-, publicó El pequeño corredor y otros cuentos, un libro de catorce relatos, con portada ilustrada por el pintor Muñoz Barberán y prólogo del también catedrático Mariano Baquero. Cervera Tomás, quien falleció el pasado mes de septiembre, no volvió a publicar, aunque continuó escribiendo pequeños relatos.

Uno de sus hijos, el poeta y catedrático de la Universidad de Murcia Vicente Cervera Salinas, tenía desde hacía tiempo el empeño de que El pequeño corredor volviera a ver la luz, y lo ha hecho de la mano de la editorial murciana La Fea Burguesía. El Museo de Bellas Artes de Murcia acogerá hoy la presentación en un acto que será «muy emocionante», como dice su hijo, tras el reciente fallecimiento del autor del libro.

El pequeño corredor y otros cuentos, en esta ocasión con una fotografía de Francisco Ontañón en su portada, consta de catorce relatos, divididos en dos secciones. En la primera de ellas prevalece la mirada a la infancia en una España rural y en blanco y negro. Asegura Cervera Salinas que los lectores descubrirán «un mundo emocionante, el de la infancia, pero sin edulcorar y sin historias mágicas, sino con toda su crudeza». Una infancia retratada a través del género del cuento, «que está muy bien concebido; son historias desnudas y escuetas que tienen mucha fuerza», asegura el catedrático de Literatura Hispanoamericana.

En la segunda parte, más 'kafkiana', Cervera Tomás relató fábulas «más desasosegantes», en las que se adentra en los sueños y en los miedos del ser humano a través de unos cuentos que, como los definió en su día Mariano Baquero, «son pura visualidad, y en ella radica su alucinante dramatismo». Adelantaba entonces el prologuista que esos elementos oníricos y surrealistas aparecen tratados por José Cervera «con su característica sobriedad, sin truculencias ni desorbitaciones».

Hoy ha sido Cervera Salinas el autor del prólogo de esta reedición de El pequeño corredor. Bajo el título El regalo que nunca te hicieron, el catedrático y poeta realiza una semblanza de su padre y recuerda a esta Redacción que uno de sus mayores dones era ser una persona culta sin ser frío. «No era el típico intelectual -asegura-; era sensible, le gustaba la música, la pintura y la literatura, pero sabía aunar la sabiduría con la sensibilidad». «Me educó cantándome -recuerda- y quizá por ese sentido del ritmo y gusto por la palabra soy hoy poeta».

Se pregunta el catedrático en el prólogo la razón por el posterior silencio literario de José Cervera, quien además abandonó la Universidad de Murcia desencantado para dedicarse a la enseñanza en secundaria. «Sí siguió escribiendo, pero ya no publicó; creo que le dejó de interesar -reflexiona Cervera Salinas-, era un lector empedernido, pero se tomó la escritura como algo esporádico», aunque continuó publicando algunos cuentos en revistas literarias.

Ahora muchos tendrán la oportunidad de leer o releer a un «gran conversador» que «resguardó siempre de manera amable, pero no exenta de rigor, las claves y preocupaciones vitales que lo acompañaron», como describe en el prólogo Cervera Salinas, quien invita a adentrarse en estos cuentos «lacónicos, breves y plenos». Él reconoce su preferencia por tres, pero recomienda leer todos los relatos, marcados o unidos por la metáfora del primero de ellos, como resume: «Si inflamos demasiado la rueda de la ilusión, es más que posible su estallido, y con él la destrucción de nuestro objeto de deseo».