Después de tantas entrevistas, algo que no le entusiasma especialmente, a mí lo que me pide el cuerpo es decirle que me cuente lo que quiera o que conteste a una pregunta que nunca le han hecho....

No me dejes, que puedo decir muchas barbaridades. Una vez me dijeron que qué me preguntaría a mí misma y como era por mail me tomé mi tiempo, pero llegué a la conclusión de que me haría las mismas preguntas.

Quince años después de El último Catón vuelve con El regreso del Catón y lo hace porque lo piden sus lectores a través de las redes sociales.

Como las peticiones del oyente en la radio. No me había pasado nunca. Las redes sociales han sido mi gran descubrimiento. Me gustan mucho pero no puedo participar lo que quisiera. Hay una cosa que se llama trabajar o comer o dormir, así que cuando tengo que trabajar me aislo y contesta mi community manager, que me lo pone Planeta. Yo aparezco cuando dejo de escribir. Y en este caso he estado encerrada tres años. Pero es una forma de tener a los lectores 24 horas metidos en mi despacho, ahí conmigo, todos sentados. Los 56.000 de Twitter y los treinta y tantos mil de Facebook, todos opinando, diciendo. Eso es enriquecedor.

Y ellos la animaron a hacer este libro.

No, no me animaron. No equivoquemos los verbos, el verbo es exigir o amenazar. Era brutal. Ves las redes sociales y te das cuenta de que lo único que quieren como adictos, como yonquis, es más catón. No eran uno o dos, eran 20 o 30 cada día. Son catónicos anónimos, como yo los llamo, aunque ellos dicen que son catónicos asensianos. No hice caso, me fui de promoción a Latinoamérica y cuando vuelvo a mi casa y me siento tranquilamente, me habían metido el bicho en la cabeza. Pensé que me iba a dar un bofetón de narices porque era un riesgo. Una segunda parte de mi libro más leído, más traducido... Por otro lado, como nadie sabía que lo estaba haciendo podía cambiar de tercio y no pasaría nada. Pero he abierto la caja de los truenos porque me han pedido la tercera de catón, la cuarta de la trilogía, que no puede ser, la continuación de El origen perdido, de El salón de ámbar... Cuando vuelva a mi casa pues pensaré, miraré mis notas y leeré mucho. Pero no sé lo que voy a hacer. Me gusta haber cedido, pero una vez.

Tres años de trabajo, dos de documentación y uno para escribir. Dice que es su libro más largo porque ya tiene más tablas pero también el que más ha disfrutado escribiendo.

Claro, es que a escribir también se aprende. Pero sí, es el que más he disfrutado. Cuando empecé a trabajar, cogí mis moleskin para ver mis notas y me encontré una que escribí hace tiempo: «Y si aparecieran los restos de Jesús de Nazaret, ¿qué pasaría?». Así que de repente me puse a investigar y empecé a disfrutar como una enana. La figura del Jesús histórico está confirmado que existió, pero no es el que conocemos. Y si te coges los cuatro evangelios no coinciden ni por casualidad.

Tema espinoso.

La gente oye lo que te leen en misa y se cree que dicen lo mismo, pero no. La resurrección la cuenta cada uno de una manera distinta. Ahí algo falla. Luego Pablo se erige como cabeza del cristianismo, no lo crea Jesús; Jesús nunca fue cristiano, fue judío. Como ocurre ahora, el evangelio dice unas cosas y la doctrina de la iglesia hace otra. Jesús era un rabino de los que se llamaban itinerantes porque el sanedrín judío estaba corrupto y él tenía a sus apóstoles, sus seguidores. El cristianismo de Jesús no es más que el judaísmo. Hasta la virginidad de la Virgen María es un error de traducción porque los traductores de Alejandría no dominaban bien el hebreo. Y ni siquiera fue el único profeta crucificado.

A la iglesia Católica no le hará mucha gracia todo esto.

Pues no lo sé. Mi intención no es generar polémica. No lo he hecho nunca y ahora tampoco. Pero es lo que hay y es la verdad. Me limito a decir lo que dicen los teólogos y los historiadores. Otra cosa es que la Iglesia siga sin quererlo contar bien y transmitiéndolo a sus fieles. Yo la fe la respeto infinitamente. Lo que pongo son los datos históricos. La Iglesia que lo desmienta si puede.

¿Cuánto hay de realidad y cuánto de ficción?

Ya me encargo yo de aclararlo. Cuando pongo ciertas cosa delicadas escribo una nota a pie de página. Lo hago por informar y por salud mía. Todo lo que pongo puedes corroborarlo y digo dónde se puede encontrar más información y seguir aprendiendo como aprendí yo.

El proceso de documentación ha sido arduo.

Yo trabajo en casa, en Alicante, que es donde mejor se vive de todo el mundo mundial, y lo digo convencida de ello. No he tenido necesidad de irme de aquí para poder escribir ni para nada. Lo que hago es comprar muchísima bibliografía y ahora tengo a Planeta, a ellos les pido que me encuentren libros «raros» . Necesitaba un libro de Juan Gil que solo estaba en la Biblioteca Nacional y fue una aventura. Pasaron cuatro meses. Somos el país de la burocracia. Me da vergüenza, parece que seamos niños pequeños.

La he visto en los vídeos de promoción haciendo esquemas, dibujos... Después de 20 años dedicada a la literatura, ¿no le cansa ese trabajo?

¿A ti qué te parece? (ríe). Me encanta lo que hago. Disfruto más con lo que leo que con lo que escribo. Escribir es otra cosa. Con el tiempo ya domino la técnica. Lo importante es tener historias que contar y yo escribo las historias que a mí me gustan. Investigo y disfruto. Luego la parte de escribir es seguir el esquema que ya he elaborado para coger al lector de la mano y llevarle por donde yo quiero, y dar vida a los personajes.

Cuanto más avanzamos hacia el futuro, más nos interesa el pasado. ¿Es así o debería ser?

Yo creo que el futuro es muy interesante, bueno, lo que ya está aquí es muy interesante y aún van a venir cosas mejores. Pero por qué no hablar de las dos cosas. Si te refieres como género literario a la novela histórica, no creo que haya ni más ni menos géneros de los que tiene que haber. La gente los puede leer todos. Así ha sido en todos los países siempre, menos en España; estaba mal visto, teníamos que escribir sesudos tratados, literatura cultísima. Así en 1999 teníamos una población lectora del 4 por ciento, que es cuando yo empecé a publicar. La gente se aburría de ciertos libros que eran torros, por muy de premios Nobel que pudieran llegar a ser. El resto del mundo era libre. Nosotros yo creo que no estamos acostumbrados a ser libres en este país. Estamos acostumbrados a que nos dominen unos políticos que nos manejan y saquean, yo no sé si por los 40 años de maldita dictadura.

Supongo que eso se aprende, pero depende de que nos enseñen bien.

Es verdad. Tenemos que aprender a ser libres, pero nos enseñan todo lo mal que pueden para que sigamos siendo manipulables. Dejadnos vivir en paz, iros, no necesitamos políticos. Eres tú, político, que vives de nosotros, el que nos metes en la cabeza todas las porquerías y todos los enfrentamientos. Mi ultima teoría es que hay que reducir drásticamente el número de políticos, tenemos más de 10.000 con sus asesores. Nos cuestan de 8.000 euros para arriba y encima aforados. Es una vergüenza. Yo, por ser algo, que no soy de nada ni de nadie, o soy de centro moderado o soy una anarquista radical. No sé cómo definirme.

¿Entonces no confía en los nuevos partidos?

No creo en los populismos porque son viscerales. Yo me eché a la calle en la plaza de Gobierno Civil con Democracia Real Ya, que reunía a gente de todo tipo de ideologías y de ninguna, como era mi caso. Cuando se convirtió en el 15M dije: «Yo no soy de nadie, me voy de aquí». Yo había ido por la democracia, por la de todos. Y los populismos a los que dio lugar no me gustan. Pero tampoco me gusta nada de lo que hay. El bipartidismo es algo que abomino, pero sé que votaremos y yo voy a respetar a la mayoría. Por supuesto que votaré porque es el único derecho que me da esta horrorosa Constitución que tenemos.

¿Después de tanto hurgar en el pasado, se reafirma en la idea de que el hombre tropieza dos veces o más en la misma piedra?

Nos hacen tropezar en la misma piedra. Yo considero que hace falta un gobierno, un Estado, por supuesto. No estoy por el caos en absoluto, pero creo que habría que bajarle la talla. En lugar de una XXL que tenemos ahora de políticos aforados, pues dejarlo en una S. Yo creo que tendríamos una democracia mejor porque podríamos hacer con nuestras vidas lo que quisiéramos. Pagamos a 350 diputados en el Congreso que aprietan el botón con la disciplina de voto de su partido y nos cuestan un ojo de la cara. Pongan a uno que represente a todos y nos ahorramos un pastizal.

La veo pesimista.

Pesimista no, anarquista... aunque ya tampoco lo sé. No sé en qué me he convertido. Estoy rabiosa, estoy enfadada, estoy harta, quiero que mi democracia crezca, que todo el mundo pueda creer lo que quiera sin que seamos enemigos. A mí que más me da que seas de derechas o de izquierdas mientras no hagas daño y podamos dialogar. Eso no es tan complicado. No recurramos a la víscera, vamos a recurrir al cerebro y vamos a ser maduros y racionales, pero como te recalientan ellos para conseguir los votos que les mantienen en el poder pues no salimos de ahí.

¿Y cómo afronta el tema de Cataluña?

Pues lo vivo con dolor y con pena. Estudié la carrera allí y el primer idioma que aprendí con soltura fue el catalán; mi tío, capitán del Barça, Juan Manuel Asensi; tengo primos y familia allí hasta decir basta; amigos de la época de estudiante... a mí todo esto me da una pena espantosa. Ahora, tiene que ser lo que la gente quiera. Porque creo en la libertad, al contrario de los políticos que desde Madrid lo han gestionado muy mal. Tenemos lo que tenemos en el gobierno y no podemos pedir más. Y por otro lado a ellos les interesa tapar toda la corrupción que tienen allí y han recurrido a la víscera. La suma de todo eso nos lleva a la situación actual.

¿Cómo titularía un libro que escribiera dentro de 500 años sobre este momento?

No se me ocurre, la verdad. Porque más que inspiración me sube Los pun cabreo...