El Cartagena Jazz festival entra en su recta final con un doble cartel caliente. Una afortunada coincidencia en un estudio de grabación convirtió a Dolores -grupo de capital importancia en la música española de los 70- en el legendario Sexteto de Paco de Lucía, y resultó así una de etapas más excitantes y fructíferas para el flamenco. Desde entonces, y gracias a Jorge Pardo, la flauta y el saxo quedaron vinculados para siempre a este arte.

Jorge Pardo (Madrid, 1956) es una de las referencias mundiales en cuanto a jazz y flamenco se refiere; tanto que en 2013 recibe el Premio al Mejor Músico Europeo por la Academia Francesa de Jazz, y dos años después ha sido galardonado con el Premio Nacional de las Músicas Actuales. En su fallo, el jurado resolvió proponer, por mayoría, la concesión del premio a Pardo por «su talento como intérprete y compositor y por su capacidad para convertir el instrumento en voz poética». Además también destacó del premiado su labor para «establecer puentes entre la tradición hispana, sobre todo flamenca, con otras músicas del mundo, terreno en el que ha obtenido un amplio reconocimiento internacional» y «el magisterio e inspiración que supone para las nuevas generaciones de músicos». Parece que todo el mundo coincidió en que ha sido uno de los premios más merecidos.

Jorge Pardo visita el Cartagena Jazz Festival con su Cumbre Flamenca Latin Jazz, en la que reúne en un mismo escenario una constelación de músicos forjados en diversos estilos musicales de lo más rico y variado. Hablamos de figuras como el absoluto dueño del contrabajo Javier Colina, el pionero trompetista del latin jazz Jerry González, Rycardo Moreno y su guitarra mulata, el piano -afinado en clave latina- de Caramelo, Antonio Serrano y su ilimitada armónica y Piraña, número uno de la percusión.

Y ahí es donde radica la grandeza de la Cumbre Flamenca Latin Jazz, en dar de nuevo convivencia y hermanamiento -como ya sucedía por el siglo XVI entre los puertos de Cádiz y la Habana- a numerosos músicos que agrandarán las fronteras de 'lo flamenco' y pondrán de manifiesto que este arte es esa gran casa donde todos son bien recibidos.

«Toda mi vida he vivido en el filo de la navaja de la controversia entre si soy un músico de jazz o no. Lo que soy, es un músico 'impuro'», dice Pardo. Saxofonista, flautista, compositor, improvisador, y, como dice de él Chick Corea, «sobre todo, un gran tipo, además de un músico extraordinario».

Completa cartel esta jornada Luis Guerra con la CMQ Big Band Playing Beny Moré, un proyecto que reúne 17 músicos cubanos y españoles para rendir tributo a la música de Benny Moré y que cuenta con la participación especial de Alain Pérez. Fue en La Habana a mediados de los cuarenta cuando, en un concurso de la radio-emisora CMQ, se dio a conocer Benny Moré, un campesino de Santa Isabel de las Lajas que llevaba algún tiempo tratando de abrirse camino.

Su nombre se hizo sinónimo de la Música Cubana y es, sin duda hoy, uno de los artistas cubanos más populares de todos los tiempos. Se debe la genialidad de su obra no sólo a su inconfundible voz y carisma, sino también al excelente trabajo de los músicos y arreglistas que formaban parte de su Banda Gigante. Personas como Generoso Jiménez, Eduardo Cabrera, Joaquín Mendivel, Pedro Jústiz 'Peruchín' y muchos otros que han quedado en el anonimato fueron responsables de las novedosas ideas y sofisticadas armonías que definieron el Sonido Benny Moré.

El proyecto musical del pianista cubano Luis Guerra trae a la luz la música de Moré en su formato original y con sus auténticos arreglos, una oportunidad única para disfrutar de la época dorada de la música cubana. Rinde homenaje a la música del inimitable 'bárbaro del ritmo', el 'sonero mayor', buscando deliberadamente ese sabor añejo de La Habana de los años 50.