Durante los últimos años, Màxim Huerta ha compaginado el periodismo con su trabajo como escritor. Tras abandonar temporalmente la televisión, presenta en Murcia su quinta novela, No me dejes/Ne me quitte pas (Espasa), una historia de misterio donde habla de flores y emigración. Una vez más, el autor vuelve a viajar a París para hacer cómplice al lector de una composición poliédrica, donde se mezcla el relato de un narrador omnisciente con los testimonios de los personajes, entre ellos dos españolas que viven en la capital francesa, en primera persona. Y, de fondo, un homenaje al cine y la literatura, pasiones de Huerta. El escritor valenciano firmará ejemplares de su libro mañana en El Corte Inglés de Murcia, a las siete de la tarde.

¿Cómo explicaría a sus lectores No me dejes?

Es una novela que habla del paso del tiempo, de soledad y, sobre todo, de las ganas infinitas de ser feliz. Es una floristería en la que aparentemente ya no pasa nada, una rutina en el centro de París que de pronto se rompe y la vida de los personajes, como la de todos, da un vuelco. Es una historia de secretos, de misterio y del paso del tiempo. También habla de la emigración emocional, de las ganas de huir, de las ganas de vivir y de la necesidad de cambiar de lugar para estar mejor.

¿Qué ha querido transmitir con ella?

Que si exageráramos las alegrías tanto como exageramos los dramas, seríamos más felices. Yo creo que hay que insistir en la felicidad y hay que buscarla. La alegría y la felicidad normalmente están en las cosas pequeñas, no en las grandes.

La novela está narrada desde distintos puntos de vista y de formas muy diferentes. ¿Complicado no perderse al escribirla?

No, he disfrutado mucho escribiendo este libro, en el que se vive, se siente, se sufre y se puede tocar la felicidad. He sido realmente muy feliz al escribirlo.

En muchos momentos de la novela se hace referencia al lector. ¿Piensa que es importante para enganchar al público?

Cuando un escritor escribe, escribe en soledad en su casa, y cuando un lector te lee, lo hace solo también. Quería ser cómplice del lector y jugar con él hablándole directamente desde el libro. Y con esta novela los lectores me dicen que se sienten identificados, porque se consigue una complicidad tremenda entre los personajes, el lector y el escritor.

En la historia hace mucha referencia a la literatura...

Sí, hay muchas referencias. Aparecen canciones, cine, escritores... Es una novela muy coral llena de frases y de flores.

No hace mucho que dejó la televisión para centrarse en el papel, en la literatura...

Uno es periodista y nunca puede dejarlo. Dejé el programa en el que estaba y la cadena [El Programa de AR y Telecinco], pero con el tiempo Dios dirá. Quería centrarme en la literatura y disfrutar de la novela, defenderla, presentarla y recorrer el país.

Cuando le preguntan por su profesión, ¿qué contesta? ¿Se siente más escritor o periodista?

Que soy escritor y periodista. Me siento un escritor que trabajaba en la tele. Hace unos días me llamaron de la editorial para decirme que, además de al alemán y al italiano, también la van a traducir al polaco. Para mí, que la novela con una semana en las librerías se traduzca a tantos idiomas es una alegría inmensa.

¿Cuál es su rutina a la hora de escribir?

Antes trabajaba por las mañanas y me pasaba toda la tarde escribiendo y luego salía con mis amigos. Ahora sigo madrugando igual, pero ya me pongo a preparar textos, la próxima novela, entrevistas y la promoción. Sigo madrugando, sentándome en mi mesa, encendiendo una vela y tomándome por las tardes una copa de vino mientras escribo.

¿Tiene ya en mente su próxima novela?

Sí. En diciembre saldrá un relato ilustrado y, además, ya estoy escribiendo una nueva novela, porque si me paro me calo, como los coches. Seguramente en esta novela volveré a París, porque esa ciudad me genera mucha positividad y mucha alegría. Así que, de momento, me gustaría continuar paseando por París también dentro de los libros.