El misterio de la creatividad a partir del psicoanálisis: el narcisismo de los creadores, su impudor, el sufrimiento de los artistas y otros temas vinculados estrechamente con la creación son los que aborda la escritora y psicoanalista Lola López Mondéjar en La espina de la carne. Pscoanálisis y creatividad, un ensayo publicado por Psimática que presenta esta tarde en la Universidad de Murcia.

La autora desarrolla en profundidad en esta obra algunas de las tesis que ya analizara en El factor Munchausen (Cendeac, 2009), donde se centraba en cómo surge la creatividad. «Aquí he dado un paso más para hablar sobre los beneficios que nos aporta la salida creativa, cuando el artista se aleja de la realidad para poner su energía en la imaginación y, posteriormente, servirla en cualquier soporte, la música, la pintura, la escritura...», enumera López Mondéjar.

Como psicoanalista y escritora también de ficción -en febrero publicará con Siruela la novela Cada noche, cada noche-, López Mondéjar podía reflexionar sobre la creación desde ambas perspectivas. «Los creadores, y yo misma, se suelen preguntar en algún momento de su vida la razón por la que crean, y creo que mi respuesta es este libro».

La psicoanalista, docente de cursos de arteterapia y psicoanálisis, ha querido ahondar, sobre todo, en aquellos creadores que hacen arte «porque no pueden elegir», más allá de los que lo tienen por oficio o porque siguieron los pasos de un progenitor. «Me interesa la parte de la herida o la pérdida, casi mística, con la que trabaja un creador para llevar a su obra un acontecimiento biográfico», comenta López Mondéjar, quien habla así en el ensayo de una creación con la que los autores «apuntalan lo traumático». Por ello, en La espina de la carne López Mondéjar analiza el sufrimiento y el placer de la creación, ya que, a su juicio, «los artistas sufren y, aunque el arte no cura, ayuda a calmar el dolor de las heridas».

Y, en pleno apogeo de las redes sociales, no podía obviar la escritora molinense el concepto de intimidad o su «aparente desaparición en el mundo contemporáneo». «La gente -expone la autora- lo comparte todo, desde el interior del cuerpo con una ecografía hasta su primer amor o las fotos de sus hijos», por lo que se pregunta en el ensayo acerca de la desaparición de la intimidad, para llegar a dos conclusiones. «O bien lo que mostramos es solo la idea de nuestro yo que queremos mostrar, que nos gusta y, por tanto, hay un 'adelgazamiento' de la intimidad pero ésta sigue existiendo; o bien mostramos absolutamente todo, aun a riesgo de quedar atrapados en meras imágenes, por lo que desaparece por completo nuestro mundo interno». Y reconoce López Mondéjar que no se puede llegar a una conclusión, «porque se trata de fenómenos muy nuevos» que deja 'encima de la mesa' para invitar al lector a reflexionar.

Para ayudar al lector a comprender las tesis que se abordan en La espina de la carne, López Mondéjar ha dedicado dos capítulos a la vida y obra de las escritoras Jean Rhys y Clarice Lispector. «Yo de niña escribía como Lispector, contaba más sensaciones que acciones; ella exploraba sus emociones en busca de un 'yo' que no tenía», explica López Mondéjar que, en cuanto a Rhys, recuerda que en sus obras las protagonistas son igual de vulnerables que las de Lispector.

El narcisismo de los artistas o su exhibicionismo son otros de los temas de un ensayo que, según López Mondéjar, podrá disfrutar «cualquier persona tocada por el fuego de la creatividad, que se enfrente al mundo de una forma creativa». Así lo ha descubierto a lo largo de los seis años que viene trabajando en el libro y en los que ha compartido algunas de sus tesis con creadores «que se han sentido 'explicados' en estas páginas». También está dedicado a otro lector: «El que disfruta con el arte; el que tiene sensibilidad receptiva, porque va a entender muchas cosas».

¿Y para las personas que no son nada creativas? «No tiene mucho sentido -responde la escritora-, porque no tienen interrogantes; un ser humano que no es creativo tiene problemas con la vida, porque ser creativo es tomar lo dado, pasarlo por ti y aportar algo nuevo, sin necesidad de que sea una obra de arte; se puede ser creativo siendo madre o haciendo una receta y, de esta forma, no te adhieres a los eslóganes sociales establecidos; el que así lo hace, el que no se interroga -concluye la escritora, es totalmente un zombie».