El director del Festival de Jazz de Cartagena, Paco Martín, recuerda cómo, tras 35 años de historia, para evitar su desaparición decidieron abrir la programación a un estilo más ecléctico y heterogéneo con nuevos estilos alejados del jazz purista.

Aquel cambio motivó la crítica de los especialistas del jazz, si bien con ello renació el festival con un nuevo público más joven, ha señalado Martín, quién todavía recuerda con cariño el paso por el Nuevo Teatro Circo de Dizzy Gillespie, en su opinión, uno de los mayores logros conseguidos.

Por uno de los festivales de jazz más veteranos del país han pasado leyendas del género como Art Blakey, Chet Baker, Chic Corea, Herbie Hancock Wayne Shorter, Wynton Marsalis, Tete Montoliu, McCoy Tyner, Archie Sheep o Stéphane Grappelli, y músicos de la talla del japonés Ryuichi Sakamoto y el británico Michael Nyman.

Artistas que hoy son imprescindibles en la escena del jazz como Diana Krall pisaron España por primera vez a través de este festival cuando eran auténticos desconocidos.

«Hoy por su caché sería imposible tenerla en el Cartagena Jazz Festival», cuenta orgulloso el director.

En 1980, un grupo de aficionados al jazz, entre ellos Martín, decidió organizar en Cartagena de manera casi artesanal un festival que es hoy, a base de perseverancia y de vencer vicisitudes, uno de los más longevos de España, con un programa en el que grandes estrellas y artistas revelación se dan la mano.

El ayuntamiento de Cartagena se hizo cargo de la organización del evento a partir de 1984, todavía con escasos medios y experiencia, lo que ha provocado infinidad de anécdotas y situaciones curiosas, como que los mismos organizadores transportasen en sus propios vehículos a los que por entonces eran jóvenes artistas y hoy son grandes personalidades del jazz, como Branford Marsalis.

En esa década inicial se llenaron aforos de más de mil personas para muchas de las actuaciones, durante unos años dorados que dieron paso a los momentos más difíciles del festival, en los 90, cuando una importante crisis industrial y económica asoló la ciudad.

Martín recuerda que durante varios años el festival se redujo a solo tres jornadas, y muchos de los conciertos no llegaban al centenar de espectadores.

La última década, ese estilo más heterogéneo ha sido, para Martín, una de las claves para recuperar el éxito del festival, junto con su apuesta constante por intercalar en la programación nuevas promesas con grandes figuras de renombre mundial.

«Siempre hemos querido hacer programas dobles con un artista esencial, muy conocido, una gran estrella, acompañada por un artista revelación», comenta.

«Que el público que va a disfrutar de una gran actuación quede impactado por un grupo desconocido», añade.

En esta trigésimo quinta edición, esa constante de mezclar grandes estrellas y artistas noveles no será una excepción: en ese sentido, para Martín serán imprescindibles los conciertos de los días 7, 13 y 22 de noviembre.

Así, el 7 de noviembre el guitarrista John Scofield, acompañado por el cuarteto del saxofonista Joe Lovano, actuará en el auditorio El Batel precedido por el concierto de la banda británica GoGo Penguin, un trío que pisa por primera vez los escenarios españoles.

El día 13 compartirán escenario una de las grandes voces del jazz vocal actual, Kurt Elling, con otra joven promesa de este estilo, José James, homenajeando a Billie Holliday.

Para la clausura del festival, junto al reconocido bajista Kyle Eastwood, hijo de Clint Eastwood, actuará una joven vocalista y saxofonista catalana, Andrea Motis, que ya ha llenado dos veces el Liceo de Barcelona.

Otros grandes del jazz como Cassandra Wilson, el trío Kittty, Daisy & Lewis, Ibrahim Maalouf o Esperanza Spalding, quienes pasarán por esta edición del Cartagena Jazz Festival, según Martín, consiguiendo «el mejor festival del periodo de otoño en España» y a la altura de otras citas del jazz europeo como los festivales de Oslo, Berlín, Copenhague o Roma.