La Traviata es el título de la segunda función del abono de ópera del Romea de Murcia, que el Teatro Nacional de Moldavia, a través de Concerlírica Internacional, representa hoy para narrar la historia de amor entre Alfredo y Violeta.

Con música de Verdi e inspirada en la novela La dama de las camelias, La Traviata es una de las óperas más conocidas en todo el mundo. Como dice la soprano Anastasia Golub, que interpreta a Violeta en esta gira, «es perfecta para empezar a amar la ópera con mayúsculas, porque los espectadores se encontrarán con la vida misma, el amor, el desamor, el deseo de vivir, la vida, la muerte, pero sobre todo -añade- con una música maravillosa».

Como explican desde Concerlírica, «el gran éxito de esta ópera reside en la belleza constante de la escritura vocal, especialmente para el papel de Violeta». «Verdi -añaden- describe lo que será la esencia misma del drama y anticipa su conclusión; como contrapunto a una orquestación brillante que evoca la vida frívola y ociosa de la heroína, aparecen los dos temas mayores de la obra, el del amor y, sobre todo, el de la muerte».

La Traviata narra la historia de Violeta, de quien Alfredo Germont se enamora y con quien se retira al campo abandonando la vida frívola que lleva . Hasta allí viaja el padre del joven para pedirle a la protagonista que deje a su hijo antes de acabar con su reputación. Violeta abandonará a Alfredo, que se vengará dejándola en evidencia durante una fiesta. Al final, cuando su padre le cuenta toda la verdad, él regresa y le pide perdón, pero es demasiado tarde y la protagonista, muy enferma, muere.

El papel de Violeta es uno de los que más ha representado la soprano ucraniana. «Es el que más se adecua a mi voz -explica-; con La Traviata tengo un feeling muy especial, aunque todos mis papeles son especiales para mí, doy todo lo que soy en cada uno de ellos». Entre otros, destacan los de Gilda, de Rigoletto; Musseta, de La Boheme, y Liu, de Turandot. Junto a ella, protagonizan esta versión el tenor Oleg Zlakoman, como Alfredo, y Petru Racovita, como su padre.

Golub asegura que el público español de ópera es diferente al de otros países, donde los espectadores son «más comedidos». «En España si les gustas lo sabes enseguida, aplauden y aplauden, se levantan de los asientos... ¡pero me encanta que sepan reflejar sus sentimientos tan abiertamente!», dice la soprano, que anima a todos a asistir esta noche al Teatro Romea para disfrutar «de una ópera inmortal».