Los escritores Alejandro Palomas, Cristina Sánchez-Andrade y Manuel Moyano son los finalistas de la undécima edición de los premios Mandarache de fomento de la lectura, que abrieron ayer su periodo de inscripción para sumarse al jurado de este certamen, formado por los propios lectores de las obras seleccionadas.

Esta nueva edición del certamen, organizado por el ayuntamiento de Cartagena y que el año pasado recibió el Premio Nacional de Fomento de la Lectura, fue presentada por el concejal de Cultura, Ricardo Segado; el coordinador del concurso, Alberto Soler, y una de las profesoras que forman parte del grupo promotor del proyecto, Isabel López.

Tal y como recordó la profesora, el Premio Mandarache tiene como claro objetivo formar a los jóvenes en la lectura y fomentar ese hábito poniendo a la literatura al lado de los lectores. Para ello, el grupo promotor selecciona tres obras finalistas que se ponen a disposición de jóvenes de 15 a 30 años para que las lean y las pongan en común. Entre los meses de enero y abril, los escritores visitarán Cartagena, donde se reunirán con los lectores y charlarán con ellos acerca de las obras.

El certamen tiene también una versión orientada al público adolescente (12 a 14 años), el Premio Hache, cuyos finalistas para esta edición son Marinella Terzi, Ana Alcolea y Patricia García-Rojo Cantón.

López se mostró muy orgullosa de que en esta ocasión cuatro de los seis finalistas sean mujeres, lo que demuestra que las escritoras irrumpen cada vez con más fuerza en la literatura.

Por su parte, Soler destacó que el lema elegido para esta edición es Leer es crear, ya que esa es la filosofía del proyecto: trasladar a los jóvenes la idea de que la lectura no es algo pasivo, sino activo, que se transforma en creación y permite ofrecer una respuesta crítica a los mismos. En su opinión, los proyectos Mandrache y Hache no son solo un premio literario y, de hecho, su cuantía (3.000 euros y una escultura de Ángel Haro) es muy pequeña, pero ha logrado hacerse un importante hueco, ya que es uno de los pocos certámenes en el que el jurado es totalmente democrático.