Valeria Falcón es una de las protagonistas de Farándula, la novela de Marta Sanz que ha ganado el Herralde de novela. La protagonista es una actriz de cierta notoriedad que cada jueves visita a una vieja gloria del teatro, Ana Urrutia, quien padece el síndrome de Diógenes y no tiene donde caerse muerta.

Su ocaso se solapa con la eclosión de un capullo en flor, Natalia de Miguel, una joven aspirante que enamora al cínico Lorenzo Lucas, álter ego del crítico teatral Addison DeWitt en la película Eva al desnudo.

Por su parte, el ganador de la copa Volpi, Daniel Valls, confronta su éxito, su dinero y su glamur con la posibilidad de su compromiso político. Charlotte Saint-Clair, su esposa, lo cuida como una geisha y odia a Valeria, gran amiga de Daniel. Un ictus, el montaje teatral de Eva al desnudo y la firma de un manifiesto desencadenan el desenlace ante el lector.

En Farándula, explica Sanz, «el mundo de los actores de teatro y el interés por esa supuesta banalidad comienza a formar parte de nuestra sentimentalidad y de nuestra manera de ver el mundo». «Aparecen sagas familiares de actores, las grandes divas, las actrices de televisión que se ganan la vida haciendo una serie, jóvenes actores que comienzan y que sirven copas por la noche y el actor que está siempre firmando manifiestos», advierte.

En la novela, «los actores son un oxímoron, porque son un icono de nuestra sociedad en los que se juntan la máxima adoración y el odio más gratuito, que a veces se confunde con la libertad de expresión», señala Sanz.

Los actores, agrega la autora madrileña, encarnan otro oxímoron: «Son representantes del glamur y al mismo tiempo en España es una profesión que ha tenido en momentos un 90% de paro, reflejo de una sociedad hueca».

La escritora asegura que ha querido hacer «una novela borde y divertida», borde, aclara, no con el lector, sino con el diagnóstico de la sociedad.