Todo aquel que siga mínimamente la carrera de Second sabrá que el punto fuerte de la banda es el directo. Son un grupo necesariamente activo, al que no le gusta parar, lo que explica que estas canciones se hayan ido gestando en medio de giras y conciertos, sin prácticamente ningún parón de por medio. En su flamante disco, Viaje iniciático, la meta, si la hay, es el espacio infinito.

Hace años, lo interesante de grupos pioneros de lo alternativo no era tanto lo que ofrecían con cada nuevo disco como la posibilidad de asistir al desarrollo de una carrera musical en riguroso directo, descubrir el proceso de depuración y desarrollo estilístico. Second tomaron el escenario con una intro electrónica: arrancaron con Esto es solo el principio (cuyos primeros versos parecen inspirados en Psicosis: en lo alto de la colina hay una mansión siniestra€), que supuso un despegue atronador y reafirmó la leyenda sobre sus directos.

Siguieron Primera vez, con su punto electro, y 2502, del disco anterior. A partir de ese momento las escenas se sucedieron de una manera vertiginosa sobre la base de un ´set list´ ganador que incluyó el estreno del nuevo disco (la otra mitad fueron canciones de sus últimos álbumes). Así, las contorsiones del cantante -que recuerda a Javier Ojeda-, la energía desbocada de las guitarras, el bajo y la batería bombeando directamente al corazón, con el añadido de Ross, que participó en algunas canciones, despertaron las pasiones de una joven, entusiasta y entregada audiencia, que se subió al cohete. Se pudo apreciar nuevamente el dinamismo de los chicos, totalmente sueltos en el escenario, concentrados y seguros de sí mismo, como las grandes bandas, como lo grandes que son. Grandioso sonido, el mejor que se ha escuchado en la sala.

Casi la mitad del repertorio fueron temas nuevos -Atrévete, Nivel inexperto, Lo único, Nos miran mal€- que mantienen la frescura y se equiparan a los mejores de su carrera, con ganchos y estribillos fáciles de recordar. Las guitarras, más presentes que nunca, son pura electricidad controlada. Pop guitarrero con buenos coros e instrumentación furiosa. Second han crecido en todos los sentidos, y este ´viaje´ también puede interpretarse por un apasionante regreso a sus orígenes con todo lo aprendido por el camino: han introducido oscuridad, psicodelia, elegancia y un punto de riesgo que recuerdan a grupos como The National, y han vuelto con más fuerza que nunca (trabajar de forma autogestionada y ser producidos por Ross les ha sentado de maravilla). Ross, uno de los músicos más respetados en la escena murciana, les acompañó en la presentación tocando pianos, sitares, acústicas, percusiones, y el Moog.

Durante poco más de hora y media, Second desplegaron un show de alto vuelo; dance rock subido de revoluciones y marcado por el piñón fijo. Y como estos chicos no quieren dar tregua, temas como Psicopático o Muérdeme convirtieron la sala en una masa danzarina que lo da todo. Pequeño relax con N.A.D.A. Luego vendrían Serpientes y sus sibilinos ritmos y esa gran canción que recuerda a Gary Numan ( La Distancia No Es Velocidad Por Tiempo). No faltaron tampoco la rotunda Autodestructivos (con su introducción a lo ´Kids´ de MGMT), ni la entusiasta Rodamos, y para el segundo bis reservaron Rincón exquisito, otro de sus himnos imperecederos.

Second saben cómo hacer que su audiencia explote con esas guitarras que se retuercen y con la voz sólida y la actitud sensual de José Angel Frutos. A medida que las canciones se iban sucediendo, los músicos se entregaban más, sobre todo sus guitarristas (Javi y Jorge Guirao), sin olvidar al batería, Fran Guirao, una locomotora a toda velocidad que bombea ritmo junto a Nando. Canciones en forma de hit, producción cuidada, referencias y similitudes de primer nivel (Franz Ferdinand, Editors, Interpol€), pero sobre todo un grupo que ha encontrado cómo amoldar para sí mismos un sonido que otros han acabado rayando en exceso y haciéndolo tedioso. La jugada parece haberles salido bien.

Se pudo ver a un grupo consistente, con buena planta, mejor directo y notables canciones, que no ha perdido filo. Concisos e incisos, alternando nervio y músculo, Second apenas dejaron espacio para su vertiente relajada. Ante la montaña rusa de emociones que te puede proporcionar un concierto de Second, hay quien puede quedarse impasible o limitarse a farfullar que eso ya se hizo hace treinta años. Lo más destacable de esta banda es que haciendo una música basada en elementos tan curtidos suenen tan frescos y joviales. La apisonadora Second arrasó. Y lo que es más importante: además de arrasar, como siempre, convencieron.