En la madrugada del pasado domingo, 25 de octubre, nos dejaba uno de los mejores libreros de Cartagena: Antonio Fidel González. Recién cumplidos los 94 años, lúcido longevo, se marchó con la dignidad que siempre mantuvo. Y lo hizo en un hospital, él que nunca había pisado uno, donde los sanitarios no encontraban (¡cómo iban a hacerlo!) su historial clínico por ninguna parte.

Recuerdo al sr. Fidel González, en los años setenta, siendo yo un tímido estudiante, al frente de la librería Athenas, con su porte de caballero distinguido. Amable, cercano en el trato y docto en múltiples lecturas, Antonio Fidel era, sin duda, un librero muy singular.

Entró en Athenas en 1957, cuando el inolvidable Alberto Colao, escritor y teólogo, decide fundar, en el número 7 de la calle San Francisco de Cartagena, una librería que pronto llegaría a ser una muy interesante editorial; de ahí salieron colecciones como Almarjal, especializada en narrativa y ensaño, así como pequeñas obras de conocidos poetas como César Vallejo o Gabriel Celaya. De Athenas Ediciones, en su colección Baladre, vio la luz Títiro canta, una revista poética que impulsara la escritora María Teresa Cervantes, junto a Eugenio Martínez Pastor y otros intelectuales de la época.

Antonio Fidel González llegó a ser muy pronto la mano derecha de Alberto Colao. No pudo tener mejor maestro. Al fallecer Colao, Fidel toma las riendas del negocio convirtiendo Athenas en un punto de encuentro para estudiantes, poetas y personajes de la cultura cartagenera, su clientela incondicional. Con el apoyo de su esposa, Loli Madrid que tanto le acompañó en sus horas de librero, Antonio Fidel González dio lo mejor de sí mismo, casi una vida entera, consagrándose al noble oficio de vendedor de libros.

Cuando se jubiló, el negocio familiar fue regentado por su primogénito, Antonio Fidel Madrid (ese inmenso músico y compositor que no ha parado de crecer), quien, junto a Pepi, su compañera, siguió llevando la librería hasta su cierre, con la misma afabilidad y cercanía que su padre lo hiciera antaño. Para mí, lo digo como lo siento, no ha habido otra librería en Cartagena comparable a Athenas. La de veces que he entrado en ese local para charlar, con Pepi y Antonio, con la excusa de comprar algún libro, y la de veces que he visto allí, felizmente jubilado, a su señor padre acompañado de su señora madre. Daba gusto verle, tan apuesto y distinguido como siempre, dándole elegancia al bastón donde aliviaba el natural cansancio del paso del tiempo.

Antonio Fidel González, afortunadamente, sobrevivió al cierre de Athenas y a muchos de su generación. Como bien dice su hija, Marce Fidel, «hasta hace muy poco, antes de su fallecimiento, cinco días después de cumplir 94 años, todos le veían pasear con su bastón, junto a su esposa, por el casco antiguo de la ciudad? y todo el mundo hacía una parada para dedicarle un saludo o una sonrisa, o simplemente escuchar uno de sus chistes, ya que era conocido su gran sentido del humor».

En la madrugada del pasado domingo, como decía al principio, nos dejó para siempre este ilustre y muy querido cartagenero, alguien de una estatura humana tan grande como nuestra tristeza ahora. Descanse en paz, Antonio Fidel González, el último y más auténtico librero que he conocido.