En pocos días va a protagonizar Cyrano de Bergerac y Don Juan Tenorio, ¿qué supone para usted?

Son cosas que te pasan una vez en la vida, interpretar a los que quizá sean los dos personajes más importantes del teatro romántico europeo. Estamos con los ensayos generales de Cyrano y, al mismo tiempo, los compagino con los de Don Juan.

¿Son personajes muy distintos?

Tienen la similitud del romanticismo y comparten la exaltación del hombre, aunque de manera diferente. Cyrano es un perdedor que quiere controlar muchas artes, la música, la poesía... y también a través de la ciencia. Es un hombre acomplejado enamorado de su prima y ese amor no correspondido también es paralelo al de don Juan y doña Inés. En el caso de don Juan, la exaltación del hombre viene por las armas, el sexo y el poder, mientras que en Cyrano es por las artes y las ciencias.

Dice Esperanza Clares que había que esperar al momento adecuado y ese momento pasaba por que usted pudiera ser Cyrano...

Es todo un piropo; yo estuve muchos años en Alquibla y he vuelto feliz. Hay mucha empatía con Antonio Saura, Esperanza Clares y todo el equipo. Supongo que esperaron el momento para preguntar ´¿te atreves?´ y que yo dijera que sí. Es muy importante, porque creo que es la primera vez que Cyrano se representa en Murcia, al menos yo no tengo recuerdo de haberla visto nunca en cartel.

¿Y ahora era también su momento para interpretarlo?

Sí, es un regalo, estoy acostumbrado al don Juan, que es un personaje grandioso, pero preparar el personaje de Cyrano, con esos versos endecasílabos que suenan para el espectador como una sinfonía, y el trabajo del dominio escénico, era todo un reto.

Han reducido el montaje a tres personajes, por lo que el protagonista aún tiene más peso, ¿lo siente así?

Claro, este montaje quiere mostrar la intimidad de las relaciones entre Roxana, Cristián y Cyrano, pero, aunque se hayan eliminado las escenas de transición, se mantienen los grandes monólogos del protagonista, que apenas sale de escena. Sí es complicado, pero en esa complicación está el reto; es algo apasionante y sabemos que no podemos defraudar al público, que es lo importante.

¿Se transforma cuando ´se pone´ la nariz de Cyrano y la capa de don Juan?

Sí, don Juan es arrogante y chulesco, es el señorito andaluz; Cyrano tiene la arrogancia de los gascones, pero cuando descubre su perfil en la sombra de un muro o se mira en el agua, se autodestruye, ´quién me va a querer a mí´, dice. Además, es un autoexcluido, es un antisistema contrario a los trepas, no le gusta los que van detrás del rey. Es un librepensador y también un libertino.

Cyrano quería, además, saber siempre más, estar a la vanguardia cultural, ¿nos harían falta más ´cyranos´?

Muchos. Ahora vivimos en una época de rapidez y falta la excelencia en todo, nos conformamos con lo que nos dan sin luchar. Cyrano buscaba esa genialidad, como se ve en el monólogo ´no, gracias´: yo no me someto, aunque me pongas un sobre con dinero, un cebo para picar, yo no caigo, porque lo primero soy yo y mis principios.

¿Y más teatro clásico? ¿Cree que lo demanda el espectador?

Creo que lo piden. Si ofreces bueno, la gente consume bueno. Han llenado los teatros con La malquerida, La casa de Bernarda Alba; Don Juan no puede ser ya más clásico y utilizamos escenografía muy antigua y se llena el teatro. Es así, si ofreces algo bueno, la gente no falta.