Alberto Rodríguez terminó ayer el rodaje de su nuevo y esperado largometraje, El hombre de las mil caras, que, tras el éxito de La isla mínima, es todo un desafío: «Esta es una historia de pícaros, de timadores, de mentirosos; es de espías, pero aquí no dice nadie la verdad», asegura de esta cinta, que tiene previsto estrenar en septiembre de 2016. Rodríguez vuelve a la historia reciente de España con este thriller ambientado en los años 90 en torno a la vida del agente secreto español Francisco Paesa y su determinante papel en la fuga y posterior entrega del entonces jefe de la Guardia Civil, Luis Roldán, a quien da vida en la gran pantalla el actor murciano Carlos Santos.

En un encuentro con el director y los principales actores el último día de rodaje, que tuvo lugar en Madrid, el director afirmó que lo que más le interesó de la historia «es que el problema sigue vigente». «Paesa es un personaje muy interesante; cuando el Grupo Zeta nos encargó este trabajo, queríamos contar 40 años de su vida, desde Guinea Ecuatorial hasta 2010, cuando tenemos la última noticia de él, sobre una estafa a unos magnates rusos (...). Era como un fresco del país, pero resultó demasiado ambicioso», explica Rodríguez.

Así, la película acota solo unos años del ex agente secreto del gobierno español, cuya vida fue (o quizá es, porque no se sabe si está vivo o muerto) tan intensa como la de cualquier espía del cine americano. «Se ahonda en una época en la que también se robaba a espuertas, en la que había mucho 'mamoneo' político», comenta Eduard Fernández, de lo más convincente caracterizado de Paesa y que define esa época como «la primera decepción de la democracia».

«Qué pasó con Roldán, cómo lo escondió Paesa, ver cómo este hombre manipula a la gente, cómo se busca la vida en beneficio propio. Es un personaje tremendo -apunta Fernández-, complejo y a la vez, muy español, con un punto cutre. Paesa improvisaba mucho y era muy tramposo».

El que impacta de verdad es el intérprete murciano Carlos Santos, transformado en Luis Roldán, con calva y un poco de barriga simulada producto de doce kilos de más que el actor se quitará «pronto».

Santos nunca habló con el auténtico Roldán, porque no tenía sentido: «Tras quince años en la cárcel, no tiene nada que ver con la persona que nosotros contamos en la película.

Después de verla, sí me gustaría saber qué le ha parecido -confiesa-, hasta me daría un poco de impresión». De su personaje, el actor destaca «el punto humano» que puede sorprender al espectador y que puede incluso despertar simpatía, así como la dimensión «más luminosa» de Paesa. No obstante, recuerda que se mete en la piel de alguien que cometió en delitos y que permaneció en la cárcel durante 15 años, aunque se trata desde la perspectiva de la ficción de Rodríguez y Rafael Cobos, los guionistas.

«La verdad es que la película cuenta la historia de mi personaje -puntualiza José Coronado-. Yo soy el amigo de Paesa (Jesús Guimerá, que existió, aunque en la cinta se llama Camoens), un tipo de buena familia a quien todo lo que Paesa le proporciona le llena de la adrenalina». A pesar de haber vivido este periodo en directo, a Coronado aún le cuesta creerse lo que pasó. «Es que es alucinante; no das crédito a que, cuando estábamos disfrutando de la democracia y de la libertad, hubiera cosas que no se controlaban y unos tejemanejes que, en mi opinión, han sido la semilla de toda la corrupción que hay hoy en día».

«Lamentablemente -sugiere Rodríguez-, la siguiente película nos llevaría directos a la Gürtel, a Bárcenas o quién sabe». «Todo lo que ocurre en ésta es un vodevil; el cine sirve para divertirse, lo primero, pero luego algunas películas te hacen reflexionar: si esto ocurre con esta, estupendo».