Iván Sanchidrian ha trabajado siempre en el sector de la distribución audiovisual. Comenzó en la discográfica Subterfuge y, tras nueve años en Pías -sello europeo que abrió en España una distribuidora-, decidió 'tirarse a la piscina' y montar Gran Sol, una distribuidora de contenido audiovisual. «Oteamos el horizonte, queríamos independencia y, con mucho arrojo, nos tiramos a una piscina con el agua muy fría -bromea-, porque fue en 2011, en plena crisis económica». En mayo de 2012 Gran Sol ya estaba funcionando. Y desde entonces, asegura, no han dejado de llamar a su puerta.

¿Y trabajan la escena independiente?

Trabajamos muchos estilos y géneros distintos. Hoy en día no te puedes especializar, estaría fenomenal, pero hay que tocar todo. Sí hemos notado que cada vez llaman más a la puerta los músicos que se autoproducen sus discos, porque les falta el último escalón de la cadena. Siempre es mejor un grupo que tenga repertorio, un catálogo, pero hay muchos que se autogestionan y trabajan así, separados de la industria.

¿Pero los músicos y la industria no deberían ir unidos?

Sí, pero nunca se encuentran, porque cuesta ponerse en el lugar del otro. Para nosotros siempre es mejor, por ejemplo, tratar con un manager que con el músico directamente, porque éste tiene una idea que igual no es tan práctica. Pero sí es cierto que, cuando llueve, llueve igual para todos, para músicos y para la industria.

¿Han notado el cierre de tiendas de discos?

Desde hace mucho; el artículo físico con el que habíamos trabajado se ha reducido a la mitad de la mitad, pero en la escena independiente sí se ha creado mucha tienda mixta de libros, música y cafetería. Luego están los centros comerciales expandiéndose y muchos que siempre han estado ahí.

Entonces, ¿no sucede un poco como en los cines, que los pequeños han tenido que cerrar?

Claro, al final se elimina la posibilidad de que se genere riqueza cultural, ahora centrada en grandes empresas, ¡pero menos mal que estas existen! Las tiendas pequeñas se han quedado más o menos una por provincia. Se ha vuelto de alguna manera a los años ochenta, cuando el grupo local vendía en su zona y no salía hasta que no veía algo de color. Lo que no se puede es invertir tiempo y dinero para nada, hay que ser sensato con los gastos y evitar saltar del primer al quinto escalón como quieren hacer muchos. Ahora esa es la labor de la distribuidora, moverse según el territorio.

¿Y cómo ha cambiado la distribución con la llegada del soporte digital?

No ha cambiado nada... Si tienes un buen catálogo todo es más fácil. Si tienes a Iron Maiden, Metallica, etc. es más fácil 'colocar' otros discos de heavy. Sí que el grueso de las ventas a nivel digital lo llevan las multinacionales y a los demás nos cuesta más entrar, pero siempre encontramos ventanas, sobre todo si tienes ese catálogo; no es lo mismo llevar un disco a un agregador de música que presentar cien. Además, si te das cuenta, cada vez van más unidos ambos soportes, cuando presentan el 'top ten' de uno y otro, casi siempre coinciden.

¿Entonces las multinacionales son las que siguen marcando lo que hay que escuchar?

Siempre ha sido así, como ocurría en la época de la radio y de la televisión.

¿Y tiene sentido en la era digital el 'resurgir' de los vinilos?

Siempre han estado ahí. Últimamente, cuando llegan las fechas de lanzamiento, algunas salidas de discos se retrasan porque las fábricas de vinilo están saturadas y no dan abasto. Es un material que, según llega, 'desaparece', nunca hay devoluciones. Hay una demanda de los grupos que comenzaron cuando solo estaba el vinilo y nunca se han ido, pero también se compran los de la nueva generación de músicos que apuestan por este formato. Además, hay un perfil muy claro de compradores, los que lo hacen por impulso tras un concierto en directo.

Lo comenta como si fuera algo habitual que haya subido la venta de vinilos, ¿no le sorprende?

A mí no, porque siempre he comprado vinilos y sigo comprando. El dato que ayudaría a ver ese resurgir sería el de la venta de tocadiscos, porque en mi caso, por ejemplo, siempre he tenido uno.

¿Y qué pasará con el compact disc?

Hay que editar en formato CD, porque tiene que estar en la tienda final. El músico quiere estar ahí, al lado de grandes grupos... Más allá del valor añadido, se trata de comunicación y posicionamiento, es casi necesario sacarlo. El problema es que en este momento todo el mundo se ve con la posibilidad de publicar uno y no debería ser así; hay demasiados lanzamientos para una pared muy limitada. Creo que nunca he trabajado en una época en la que se saquen más discos y, claro, el mercado no da para tanto.

Y en cuanto a internet, ¿cómo han afectado las descargas ilegales?

Antes de Gran Sol, en Pías, que es paneuropea, alucinaban con la situación en España. Pero en Gran Sol ya estaba normalizado el streaming [escucha de música online pagando o con anuncios] y la gente interesada en la música, al final utiliza este soporte porque paga muy poco y apenas gasta memoria, por lo que funciona. Es mi sensación personal, sin estar basado en datos, pero creo que el streaming ha sido clave. Daños ha hecho, pero sobre todo a los grandes lanzamientos. El problema es que se crea un miedo generalizado y, como decía antes, si llueve, llueve para todos, aunque algunos tengan un paraguas más grande.

Aun así, no le veo especialmente pesimista...

Soy totalmente optimista, se sacan más discos que nunca y llaman a la puerta todos los días buscando distribución. Lo que ha pasado es que se ha repartido la tarta y se ofrecen diferentes servicios, desde editorial a promoción y distribución. Ya no te quedas parado en una sola cosa y todo se va integrando.