­Defina brevemente qué es para usted la novela negra.

El color que define un mundo donde el punto de partida de la narración es la desesperanza, y una fricción continua entre lo justo y lo legal que se constituye en su motor.

¿Hasta qué punto es necesaria en nuestra sociedad?

Como el aire que respiramos, como los espejos convexos que nos devuelven la imagen de nuestra vulnerabilidad.

Confiese sus debilidades: obra, autor y personaje favoritos del género de todos los tiempos.

Keops (Izzo); como autor, Denis Lehaine, y el personaje por el que siento debilidad es el comisario Ricciardi (personaje de Maurizio de Giovani)

Y ahora la misma confesión pero del panorama nacional.

Me encanta Los Mares del Sur, de Vázquez Montalbán, como autora preferida destaco a Alicia Giménez Barlett y como personaje patrio a una pareja de indiscutibles: Bevilacqua y Chamorro, porque el gran logro de Lorenzo Silva ha sido convertir el tópico en persona de carne y hueso.

¿Cuándo supo que escribiría novela negra?

Todavía no soy consciente de escribirla. Leí a Dostoievski muy joven y supe que esa voz doliente nunca me iba a abandonar.

Más debilidades: ¿se inclina más por la personalidad del criminal o del agente de la ley?

Me inclino por las personalidades fuertes, capaces de no traicionarse a sí mismas. También resulta muy interesante no olvidarse de la personalidad de las víctimas.

¿Sangre o psicología?

En mi caso, no hay manera de separar el agua del aceite. La sangre es la evidencia de un fracaso y la psicología la construcción de una identidad.

Elija arma y técnica, ¿cuál es su método preferido a la hora de matar?

Pensar, volver a pensar y escribir. El arma más mortífera puede ser una palabra acertada. La mejor manera de matar en mis novelas es el veneno de la palabra. Primero paraliza, luego desnuda y termina arañando donde duele.

¿Qué no incluiría nunca en una de sus novelas negras?

Un final que sea complaciente con el lector a costa de traicionar a mis personajes.

Confiese alguna anécdota jugosa, siempre que no le incrimine, de su proceso creativo.

Soy escritor manual, me gusta el papel en blanco y un bolígrafo con pluma de gel para escribir. Si escucho música que sea clásica y si tomo café que sea espeso. Lola lee mis primeros manuscritos y yo vigilo en la distancia sus movimientos de cejas con inquietud.

¿Cree que el género negro ya no es considerado como literatura de ´segunda clase´?

Se están ganando batallas, pero la guerra continúa y se necesita de compromiso y seriedad en los temas y su tratamiento. Y por supuesto, imponerse la máxima exigencia literaria. La literatura otrora denominada popular no ha perdido esa vocación pero ya no se basa en clichés.

¿Qué le ha animado a asistir a Cartagena Negra y qué piensa encontrarse en estas jornadas?

La aventura de algo que empieza, el compromiso con los organizadores que desde el primer instante quisieron contar conmigo, aun sabiendo que no soy un escritor estrictamente de novela policiaca. Además, me encanta que este tipo de eventos se diversifique por toda la geografía, y creo que Cartagena lo merece. En cuanto a lo que espero encontrar es público implicado y participativo, ponencias interesantes y guardar, como siempre, el as de lo inesperado en la manga.