A Javier Collado Goyanes lo hemos visto siempre interpretando a personajes que viven al filo de la ley y suelen terminar con un tiro entre pecho y espalda. Uno de ellos fue el inspector Héctor Perea en la serie Amar en tiempos revueltos, muy añorado por los seguidores de la serie de aire retro de nuestras sobremesas, o como Jesús en la serie Sin tetas no hay paraíso. Javier ahora se sube de nuevo a las tablas del escenario pero para dar vida a uno de los espadachines que participan en los enredos de la obra inédita deLope de Vega Mujeres y Criados (1613), comedia de enredo contemporánea de su época de mayor esplendor creativo. Esta obra inédita se creía desaparecida hasta que el investigador español de la Universidad de Siracusa (EE.UU), Alejandro García Reydi, lo localizó e identificó en un manuscrito sin firma que ahora se encuentra a buen recaudo en nuestra Biblioteca Nacional. Afortunadamente ya hemos podido disfrutar de esta pieza inédita en el Auditorio de San Javier.

Es hijo del productor Manuel Collado y de la actriz María José Goyanes, dos piezas representativas de la escena española, ¿lo suyo fue vocación, o más bien algo a lo que ya estaba predestinado?

Yo creo que fue vocación. Me he criado entre bambalinas. Aunque mi primera gran sensación en un escenario fue allá por el año 1981, cuando mi madre representaba El galán fantasma, en el Corral de Comedias de Almagro. En la función jugaba con una trampilla por la que salía el actor Pedro Mari Sánchez en multitud de ocasiones. Yo tenía un juego con mi madre después de cada función, justo después de los aplausos y los saludos, en el que yo salía por la trampilla y mi madre me cogía y me llevaba al camerino. En ese año, el presidente del gobierno por aquel entonces era Leopoldo Calvo Sotelo y a mí nadie me dijo que él estaba viendo la función en Almagro y que luego saludaría a los actores en el escenario. Justo en el momento de los apretones de manos salí por la trampilla y tres o cuatro ametralladoras me apuntaron a la cabeza. Lloré, grité y te lo estoy contando ahora, así que nadie disparó.

Fue para no volver a pisar un escenario nunca más, pero aquí estoy.

Subió a las tablas por primera vez con 20 años, con la Compañía de Teatro Clásico y la obra La estrella de Sevilla, a las que les siguieron Don Juan Tenori0 y Cyrano de Bergerac ¿cómo lo recuerda?

Yo era muy joven, estaba muy verde y mis papeles eran muy pequeños. Pero también era como una esponja y aprendí mucho de actores como Helio Pedregal, Nuria Gallardo, Arturo Querejeta, Manuel Galiana.

Luego viene un papel en la serie El Comisario y en Cuéntame cómo pasó, donde tomó contacto con la pequeña pantalla, ¿qué supuso participar en series de tanta audiencia?

Al principio muchos nervios, recuerdo que temblaba mucho. Pero fue como meter la cabecita en ese mundo y me gustó bastante el medio.

Y desde 2008 estuvo presente en las sobremesas españolas metiéndote en la piel del inspector de policía Héctor Perea en Amar en tiempos revueltos, un papel que le permitió experimentar muchos registros, ¿cómo se preparó para ambientarse en la España de los años 40 y 50?

Me acuerdo de que tenía un amigo que trabajaba en la Interpol y fui a su sede en Madrid donde habían llevado muchas cosas que estaban en la Dirección General de Seguridad de Puerta del Sol. Tenían una habitación decoradaexactamente igual que en 1950: máquina de escribir, un teléfono y poco más. También pude ver los libros de registros de 1936 y cómo se dejó de escribir justo en julio de ese año?, escalofriante.

A su personaje lo liquidaron al estilo del cine negro. No podía ser de otra forma. ¿Fue una liberación desprenderse de la piel de Héctor, o, por el contrario, una perdida?

Las dos cosas. Héctor Perea me lo ha dado todo en la televisión. Con él he crecido y he evolucionado. Es curioso q cuando estás haciendo un personaje en una serie diaria,a veces parece que te están espiando en tu casa porque se dan muchas coincidencias con la vida real. Aunque no lo parezca, es fácil separar los dos mundos.

Este es un oficio al que muchos quieren llegar, pero pocos pueden alcanzar. ¿Es muy complicado, hoy en día, vivir de esta profesión?

Sí. El teatro da prestigio, pero vives justito. Las series te dan un empujón económico realmente grande y el cine es el cine, un escaparate mayor. Es la tele la que te da cierto margen.

¿Cuál es el personaje con el que sueña?

En teatro he cumplido el sueño de hacer Calígula, que es uno de mis personajes favoritos. No sé qué me deparará el futuro, pero no todo el mundo tiene la suerte de hacer uno de sus personajes favoritos si no es en la escuela. Yo me subí al escenario y creo que lo defendí bien. Es un personaje muy grande y muy tremendo. Tardaba treinta minutos en volver en mí después de cada representación.

¿A las órdenes de qué director le gustaría trabajar?

En teatro Andrés Lima, Miguel del Arco y Natalia Menéndez. En cine me gustaría trabajar con Alberto Rodríguez -La isla mínima-. Y muchos más.

Ahora se encuentra en plena gira con la obra inédita de Lope de Vega, Mujeres y criados, ¿nos la cuenta?

Es una obra inédita de Lope. Me gustaría decir que es una pena que no haya tenido tanto bombo. Encuentran un shakespeare inédito en Inglaterra y hacen una fiesta nacional, pero con la cultura ya se sabe. La encontró en la Biblioteca Nacional Alejandro García Reydi, luego se puso en contacto con la Fundación Siglo de Oro -antigua compañía Rakatá- y surgió el llevarla a los escenarios. Es una sensación increíble pensar que soy el segundo actor que interpreta mi papel porque hace 400 años que nadie lo interpreta.