Supongo conocido el intento de hermanar distintos tipos de arte que está teniendo lugar estos días en el Museo de Bellas Artes de Murcia. Y que no consiste en una fusión, sino en un hermanamiento de pintura, escultura, gastronomía, fotografía y poesía. La idea, en origen de Javier Bernal (director del Museo) y secundada y producida por el entusiasmo y profesionalidad de Mavi Pérez, giraba en torno a invitar al afamado restaurador Pablo González Conejero a inspirarse en algunas obras de Arte del Mubam y crear, no en una mímesis directa, sino en una referencia libre, unos platos (y emplatados) que supiesen mantener algo del espíritu que siglos atrás creara las obras seleccionadas. La idea, largamente gestada, comenzó a hacerse realidad ya entrado el año presente. Visitado el Museo, entendidos y apreciados los cuadros escogidos, el artista gastrónomo comenzó a crear su aportación. Contenidos profundos en primer lugar, pero también texturas, volúmenes, colores, tonos, tactos visuales, alusiones gustativas€ se fueron conjurando en la mente creadora del artista de creación gastronómica. Todo, partiendo de unos significados serios, rigurosos éticamente, con otros destinos inmediatos que los del arte, tales los del culto religioso. Y seriamente, las cocinas de Pablo González Conejero asumieron fondo y formas, seleccionando, entre estas últimas, las que más se adentraban en el fondo personal del creador.

Pero, la gastronomía, arte efímero por naturaleza, no podía perdurar sino en la imagen, en la fotografía. Y se llamó a un primer espada de este arte moderno: Joaquín Zamora, que leyó perfectamente su cometido en la empresa de hermanar artes, y allá que puso sus focos, sus objetivos, sus conocimientos de luz y demás resortes técnicos para sustituir a los platos que habrían de periclitar a las horas de haber sido hechos realidad. Hoy, ahora y hasta el 24 de mayo, podemos ver los cuadros, las fotografías de los cuadros ´gastronomizados´ y€ unos poemas ad hoc. Y aquí entra mi responsabilidad versificatoria. Llamado en principio para redactar unos párrafos, en pura misión técnica de explicitar imágenes, no pude sino implementar unos versos que acorde estuviesen con la calidad y sentido global del intento. Opté enseguida por el estilo del Barroco clásico español, Góngora por más señas. Aunque hice un arranque en verso claro del cuadro. Luego, en la segunda estrofa, arremetí barrocamente con hipérbatos, simetrías, enumeraciones, zeugmas, casticismos léxicos, mitología, heráldica, botánica€ en las estrofas dedicadas al plato, que, no obstante, buscaban conservar la musicalidad.

En el catálogo, diseño de María G. C. Hilla, se incluye un prólogo de Juan Mari Arzak, maestro de Pablo González Conejero, en el que, sobre recordar con gozo al discípulo, aboga por la definitiva consideración de la gastronomía como otra más de las Bellas Artes. Un pórtico de honor.

Ya el Mubam fue pionero en llamar a estas artes modernas a su sede. Por ejemplo, a la moda, para la que montó una pasarela junto a los cuadros señeros de la colección. Desde el cine, séptimo arte, la moda, la fotografía, y la gastronomía componen ya una decena de disciplinas humanas, que ganan su consideración de arte por el hecho de llegar al intelecto desde los sentidos. La gastronomía, desde que Marcel Proust señalara al gusto de una magdalena como generador de ese monumento literario que es En busca del tiempo perdido, el gusto ya no es un añadido de la alimentación imprescindible. Es, dicho queda, un arte. En el Mubam le hemos dado la bienvenida.

Las obras plásticas escogidas son: Descendimiento (Pedro de Campaña, s. XVI); San Francisco de Borja (Nicolás de Bussy, s. XVII); Guirnalda de frutas rodeando una imagen del Buen Pastor, (Joris Van Son, s. XVII); Cuadro conmemorativo del traslado de las entrañas de Alfonso X (Anónimo, s. XVI); Crucificado (marfil) (Anónimo, s. XVIII); Magdalena Penitente (Joaquín Campos, s. XIX); Cristo Yacente (D. Valdivieso, s. XIX): Escena de cruces del Fausto (J. Martínez Pozo, s. XIX); Odalisca (Ramón Gaya, s. XX); Girasoles (A. Hernández Carpe, s. XX). No dejen de apreciar los soportes que el genio gastronómico murciano ha ideado para sus preparaciones: un enlienzado de imagen barroca, unos ladrillos, un suelo de pequeñas rocas€ junto a los más tradicionales de siempre. En las fotografías, el gusto de los platos queda reducido a su imagen pero ningún arte es nada si no cuenta con la aportación del gustador del arte. Imaginen el gusto, las sensaciones de su fisiología particular del gusto, que, como dice uno de los versos, «papilas copulan en la boca».