Su personaje, Mariano, está «harto de estar harto» y es parado de larga duración. Muchos se sentirán identificados con él...

Pues unos cinco millones de españoles... Pero ellos y todos los que amen este país, pero que ponen el telediario y ven que los que deberían estar, no están a la altura de lo que esperamos. Mariano se cansa de todo. Vive en un país alegre y maravilloso, pero como muchos se pregunta cómo hemos permitido que nos gobiernen seres de esta calaña y decide tomarse la justicia por su mano, poder hacer lo que hacen estos indeseables y seguir el camino de la deslealtad.

¿Seguro que, como le dice Luciano, ser malo es difícil?

No es fácil... hacerle daño a alguien de verdad no debe serlo. Y, a través de las lecciones de Luciano, Mariano se da cuenta de lo que es ser un hijo de puta, aunque al final desemboca en un tipo con sentido común que sabe manejar los hilos.

¿Cómo ha sido partir de textos de Pérez-Reverte?

Nos ha creado una responsabilidad brutal, porque es un escritor que a lo largo de su trayectoria ha conocido lo mejor y lo peor del ser humano.

Ha trabajado sobre todo en cine y teatro. ¿Cómo ve el sector?

Peor que nunca... Los que viven de esto por su arte, sin contar ‘los intocables’, son muy pocos. La cultura está muerta y, aunque digan que el público se ha reconciliado con el cine, por ejemplo, se trata de películas concretas. Tengo amigos artistas que se están yendo fuera y, los que nos hemos quedado, lo tenemos que pelear día a día.

Una de esas películas de las que hablaba ha sido Ocho apellidos vascos

Que te vean nueve millones de personas te influye, y no lo cambiaría por nada. Es algo que te pone cara y te da credibilidad y sabes que estarás en el imaginario de España. Pero, sobre todo, el lujo de trabajar con Martínez Lázaro y la amistad que se ha creado con el resto del reparto.

¿Qué haría con una patente de corso, qué delito cometería?

Me haría un escuadrón para ir a por todos los deshonestos, que pudiendo vivir bien con sus sueldos, teniendo las ventajas de un político, son capaces de hacer lo que hacen. Creo que iría a por ellos sin piedad.