­Mónica Carrillo tiene claro que su oficio, el de periodista, exige un respeto absoluto por la realidad. En su día a día al frente de los informativos de Antena3 no hay lugar para la imaginación, por eso comenzó a escribir pequeños microcuentos en Twitter. Animada por su éxito en la red social, la periodista concibió La luz de Candela, una historia de amor, pasión, desamor y amistad. El próximo martes 30 de diciembre a las siete de la tarde, Mónica Carrillo firmará ejemplares de su libro a los lectores que se acerquen a El corte inglés de Gran Vía Salzillo.

¿Qué tiene el amor para ser el centro de la mayoría de novelas que ven la luz?

Es universal, nos atrapa a todos y es muy democrático: a todos nos ha pasado y a todos nos une. El amor, como todas las emociones, son sentimientos que compartimos todos.

Candela, la protagonista de su libro, vive a lo largo de la historia todas las etapas del amor. ¿Demuestra que no es oro todo lo que reluce?

No he pretendido llegar a una conclusión. Mi intención era investigar en las emociones. Me sirvo de la historia para contar, desde el punto de vista de Candela, el amor, el desamor, la pasión, el desengaño… Me interesaba la gestión de las emociones, cómo se enfrenta Candela a los diferentes episodios. He tratado de llevar todas las emociones al límite para que el lector las viviera, las disfrutara y las sintiera como propias.

¿Por eso ha decidido narrar la historia en primera persona?

Nada es casual, todo está pensado. Decidí utilizar la primera persona porque es mucho más directa. El libro está escrito como una carta abierta de Candela a Manuel, el hombre que la enamora, y eso permite al lector asomarse a la historia desde los ojos de Candela.

La amistad es otro de los pilares de su novela.

¡Claro! La luz de Candela trata del amor en su sentido más amplio: el grueso es el amor de pareja, pero luego están todos los satélites del universo femenino que aparecen, que son las amigas de la protagonista. Ésa es otra forma de amor, que se convierte en el pilar para avanzar día a día.

La idea de escribir la novela surge de los microcuentos que publica en Twitter, ¿No sintió vértigo al pasar de los 140 caracteres a la página en blanco?

¡Por supuesto! Pero los miedos solo se afrontan enfrentándose a ellos. Prefiero ser valiente, saber que me he atrevido a hacer las cosas. Tengo mucho respeto por la literatura, siempre he escrito, pero no de manera pública. En mi trabajo también tengo que escribir continuamente, aunque se trata de cosas que ocurren en la realidad. Ficcionar ha sido enriquecedor: el mundo está en tu mano y puedes hacer con él lo que quieras.

¿Qué ha sido lo más difícil de esta aventura?

Yo no diría que ha sido difícil, prefiero decir que ha sido enriquecedor. He aprendido mucho al hacer este ‘macrocuento’: crear personajes, ponerles nombres, rostros… Luego he disfrutado mucho al entregar la obra, que haya llegado a los lectores, que haya interpretaciones...

¿Y qué tal ha sido la recepción del público?

Estoy muy sorprendida y agradecida por cómo han acogido mi libro los lectores. Hemos logrado llegar a once ediciones en pocos meses.

Muchos periodistas optan por acercase a la literatura a través de los cuadernos de viaje o de la novela histórica. ¿Por qué usted decide romper del todo con la realidad y centrarse en el plano de la ficción absoluta?

Lo hice así para que fuera una experiencia ajena a mi profesión.

Me propuse emocionar contando emociones. Solo me interesaba lo que los protagonistas sentían.

Trabaja con la realidad, pero la novela se centra en los sentimientos. Tras probar ambos universos, ¿con cuál se queda?

No renuncio a nada. Ésa es la mejor opción. ¿Por qué elegir? El periodismo es mi pasión: televisión, radio… Hay muchos canales. No tengo que renunciar a nada. Mientras haya lectores, aquí estaremos.

Redes sociales como Twitter, ¿no hacen un flaco favor al periodismo?

Creo que es una herramienta útil. Es una forma de estar en contacto con otros colegas y con el público. Me parece apasionante. Permite el conocimiento y la respuesta inmediata de cualquier persona, periódico, televisión o periodista. Es cierto que tiene sus peligros, pero un uso responsable de estas herramientas es fantástico.

¿Qué estado de salud tiene el periodismo español?

No voy a hacer un diagnóstico, pero hay que luchar por una profesión que defienda la comunicación, el contar historias al público, con honestidad. La democracia depende de que la sociedad esté informada.

Tras la aventura de Candela, ¿volverá a la narrativa de ficción?

Ahora he optado por no perderme nada. No quiero precipitarme. Me apetece disfrutar de cada momento con la promoción de La luz de Candela. Pero sí puedo decir que ya tengo alguna nueva idea. ¡Eso sí! En trazos gordos. Ya veremos cómo se perfila.