«Mira a tu derecha, hay una hembra y un macho de abejorros apareándose. Y ese pájaro que ha pasado revoloteando es un colirrojo tizón€ y aquel que se detiene en las ramas del árbol es un ave paseriforme, conocida como lavandera blanca o aguzanieves», me advierte Antonio Tapia (Murcia, 1965), pintor autodidacta y reflexivo en sus planteamientos, que estos días expone una amplia colección de cuadros en la sala El Jardín de Molina de Segura.

En la terraza de una cafetería próxima a una zona ajardinada mantenemos la conversación después de ver la obra colgada en el amplio y luminoso espacio expositivo con el que cuenta este municipio. «En los últimos años, he renunciado a exponer -explica- en galerías de arte por no contar con una producción completa que me terminara de convencer al cien por cien, y por la desventaja de asumir que con obras individuales no llegas a narrar una historia convincente, porque me considero en la obligación de elaborar un cuadro que, a su vez, forme parte de una serie bien estructurada».

El verdadero nombre del artista es Antonio Luis Martínez Tapia, pero al dedicarse a este oficio pensó en abreviar su firma en ´Antonio Tapia´. Fue en 1999, con 33 años de edad, cuando decidió que quería ser pintor y para ello tuvo que renunciar a la seguridad económica que te aporta un puesto fijo de trabajo. Antes de ser artista, desarrolló la labor de jefe de carga en una empresa de envases metálicos, y también formó parte del departamento de administración de una firma que abastece suministros industriales. Aquella época pasó a la historia y ahora se dedica al arte, a pintar y a impartir seminarios y talleres sobre dibujo y pintura. Desde 2007 colabora con la pedanía de El Palmar en actividades didácticas; durante todos los jueves del mes de marzo está contratado por el Ayuntamiento para formar a dos grupos de adultos sobre Técnicas mixtas aplicadas. De la piedra a la tela. Ha intervenido como profesor en centros culturales de Murcia, San Javier, Mula, La Alberca, Torrevieja, etc.

Realismo mágico

Su primera exposición individual se llevó a cabo en el año 2000 en La Nave de Puente Tocinos y la denominó Espacios de luz. Rincones de sombras, la formaban unos iniciáticos cuadros de bodegones y paisajes en óleo y acuarela. La muestra Guardianes de sueños es el décimo proyecto que presenta individualmente en los últimos 15 años, los mismos años a los que se dedica profesionalmente a la pintura. No es un artista lento en ejecución; sus obras son de un impactante realismo mágico, de un contundente hiperrealismo, con el resultado de entregar piezas de gran pulcritud. «En realizar uno de mis cuadros puedo llegar a finalizarlo de unos varios meses (depende del formato), pero trabajando a jornada completa, e incluso dedicándole algunos fines de semana. Llevo tres años meditando y haciendo los 60 cuadros que ahora expongo en la sala El Jardín, y a la vez he participado en varias exposiciones colectivas y he continuado con las tareas docentes», especifica Tapia sobre su quehacer artístico, el cual se ha mostrado en diferentes lugares de España y en Francia, Italia y Suiza.

Los pájaros continúan acompañándonos en esta soleada mañana. El entrevistado llega a dibujar, en segundos, una lavandera blanca sobre el papel en el que un servidor anota las respuestas que emite el artista; un naranjo en flor desvela con su aroma a azahar que la primavera está a punto de presentarse, y sin que para ello tenga que anunciarlo ningún centro comercial con un desmedido despliegue publicitario. Es el momento; ya ha llegado el artista a sentirse más cómodo ante el interrogatorio y es cuando confiesa como conoció a su compañera actual, a quien Tapia hace referencia en las páginas del catálogo de la exposición escribiendo, «Dedicado a Mónica Rubio, mi Sol del Norte» (aunque al texto le falte una tilde y la tipografía rezume a rancio). «En 2007 cambió mi vida radicalmente: me dio un infarto de miocardio, expuse en el Aula Magna de la Universidad de Murcia y una chica de San Sebastián que vivía en Murcia vino a hacerme una entrevista y al final nos hicimos novios y ahora vivimos juntos», describe emocionado el pintor. Qué suerte obtienen unas y otros. Llevando 36 años ininterrumpidos como entrevistador y nunca tuve ni un flirteo; mejor pensado, seducir a Nuria Espert, a Francisco Umbral o a Amaya Uranga me hubiese sido muy difícil.

Proyectos con coherencia

«En Guardianes de sueños se concentra toda la esencia de mi mundo interior que he necesitado expresar pintando y para ello he tenido que tomarme el tiempo necesario. Pienso que un verdadero artista debe ser sincero consigo mismo, con su trabajo, sabiendo cuando la mente te ordena que dediques unos días a desconectar con todo, para después continuar con más impulso y comenzar a crear ideas nuevas y con coherencia», cuenta el pintor, que trae en una bolsa los mismos muñecos que aparecen fielmente dibujados en los cuadros, y entonces puntualiza: «Mis juguetes fueron una bicicleta, soldaditos de plástico de los que se vendían dentro de una bolsa de papel, y también llegue a utilizar ´madelmans´. Gran parte de los figuritas de plástico que se reflejan en los acrílicos pertenecen a mis sobrinos Pepe, Andrea, Matías y Guillermo, los hijos de mis hermanas María del Mar y Mamen». Hoy, en las fotos intervienen ´playmobils´ reales, junto al pintor y al objeto pintado. Cada cuadro de Tapia resulta ser una forma de liberar batallas contra los sueños.

Desde la creatividad figurativa, el artista murciano explora en un universo fantasioso y complejo, que se activa en fases de duermevela, ensoñaciones o pesadillas, pero con detenimiento en obsesiones y liberaciones, y de este modo experimentan los niños cuando convierten en seres reales a guerreros icónicos que transitan en la constelación del inconsciente; y contemplando sus pinturas, no llegaremos a descubrir si Tapia ha superado sus agobios, sus temores y sus miedos, por mucho que se obstine en convertirse en un moderno Sigmund Freud, donde transforma el diván de psicoanalista en obra plástica de apariencia infantil e inocente. La realidad alterada del sueño incide como en el fotorrealismo, descifra credibilidades intuitivas que el adulto-niño añora y que el niño-adulto desea.

«Creo que sí, que dejé de jugar hace años, pero mis recuerdos de una etapa donde el divertimento se convertía en la mayor hazaña del niño que fui, tal vez lo reviva ahora con cierta pasión», responde el pintor, quien aclara: «No sé a qué o a quién tengo miedo. No le temo a la soledad, a la indiferencia€ Lo que me duele es vivir situaciones de violencia y estafa, y, por supuesto, que hagan daño a mi familia. Sufro bastante al descubrir la parte oscura y mezquina de las personas a las que considero amigos».

Artista consolidado

Asegura que dos pilares importantes de su vida son su madre, Carmen, y su compañera, Mónica. «Ella -dice- me ayudó a darme cuenta de todas las vivencias de juventud que había olvidado y ahora voy redescubriendo gracias a ella». Después de ver y analizar las obras que componen los cinco subgrupos de los 60 cuadros de Guardianes de sueños, la valoración de Antonio Tapia como artista de la Región de Murcia se ha consolidado y se convierte en un pintor de arte contemporáneo con una presencia definitiva en este sector.

La exposición puede visitarse en la sala El Jardín hasta el 22 de marzo, y el día 28 de este mes inaugura en el Museo de Arte Ibérico El Cigarralejo de Mula. Juan García Sandoval, conservador en dicho museo, apunta que «Tapia reivindica seguir soñando y jugando, y su forma de hacer arte como expresión, es una de las vías fundamentales de la liberación de su psique». El aroma de la flor de azzahár (escrito en árabe hispánico) invade el ambiente. Los abejorros han finalizado de copular y el colirrojo tizón observa hambriento a un ´playmovil´ pirata que ha desertado de un cuadro. Continuaremos jugando mañana.