Le encanta probarse canciones hermosas y las últimas que Sole Giménez ha llevado a su terreno son clásicos de 'la chanson', temas que integraron la banda sonora de su infancia en París -nació en la ciudad francesa y a los 5 años regresó con su familia a Yecla- y con los que de algún modo estaba "en deuda".

La vie en rose, Je ne veux pas travailler, Non, je ne regrette rien o Ne me quitte pas son algunas de las composiciones de un disco, Bajo el cielo de París, que asegura que le está dando "muchas alegrías". Canciones a las que confiesa que no sabe si ha llegado "a través del bagaje o por atrevimiento", pero que tiene claro que, para interpretarlas, hace falta "que te gusten, vivirlas y sentirlas... hacerlas tuyas".

Este último trabajo, que presentará el domingo en el Teatro Romea de Murcia -también repasará temas anteriores-, está integrado por "un repertorio maravilloso", pero confiesa Giménez que hay en él "canciones difíciles de retomar y de versionar, como Ne me quitte pas, porque su autor (Jacques Brel) ya hizo una interpretación insuperable y era muy difícil llevársela a otro terreno. Pero había que intentarlo y tampoco quedó demasiado mal", añade sonriendo. Y, aunque cuenta que rebuscó entre las adaptaciones que se habían hecho de algunas al castellano, en muchas decidió mantener el idioma original porque "sería un sacrilegio" traducirlas.

Confiesa que su faceta de compositora llama de vez en cuando a la puerta, pero por el momento descarta dedicarse por completo a ella. "Hay un universo tan maravilloso de canciones... Y es un privilegio vestirse con ellas. Yo soy compositora, pero como intérprete no quiero perderme la oportunidad de hacer canciones hermosas y universales que nos pueden definir incluso mejor que una propia. Además, la realidad y las circunstancias hacen que no sea el momento de hacer un disco de nuevas composiciones, aunque siempre hay en mis discos una canción propia con la que hago un ejercicio de estilo logrando, por ejemplo, que suene francesa".

Escenario "con magia"

Hace dos años, una fuerte tormenta dejó al público murciano sin la presencia de la cantante yeclana en el Teatro Romea, un escenario que recuerda que pisó por primera vez cuando tenía unos 14 años junto al grupo de Coros y Danzas de Yecla. "Desde entonces he subido muchas veces", añade esta cantante que dice sentir debilidad por los teatros: "Me gustan mucho porque son lugares que se van cargando de toda la música y las actuaciones que pasan por allí. Son sitios con muchísima magia y esa magia te ayuda cuando estás ante el público... Siempre es un privilegio, y si se trata de un teatro que conozco, como este, emociona aún más".

Al Romea, la exintegrante de Presuntos Implicados llegará acompañada por "músicos de jazz todoterreno, maravillosos", con los que asegura que logrará que "la energía se mueva" sobre el escenario.

Huida de la realidad

La música, además del trabajo con el que quiere seguir ganándose la vida -"últimamente empiezo a temer que pueda seguir siendo así. Soy una más en mi profesión y hay muy pocos a salvo", lamenta-, es para Giménez algo lúdico y alegre, una buena forma de evadirse: "Olvidarse de la realidad ahora mismo no está mal... Y la música siempre es evocadora, es bueno dejarse llevar por esos paisajes".

Y para olvidarse de la realidad y ver 'la vida en rosa', nada como "dejar a un lado esta realidad que nos asalta y las noticias, que muchas veces nos asustan con cosas que no tienen nada que ver con la realidad de la calle". "Sales de tu casa, estás con tu hijo, con los amigos, te da el sol, tomas una cervecita, trabajas en lo que te gusta... La vida, la vida real -añade-, está compuesta por cosas que no salen en las noticias y ahí hay muchas cosas buenas... Prácticamente todo es bueno".