El Concierto Extraordinario de Navidad del Cuarteto Saravasti, que forman Gabriel Lauret, violín, Diego Sanz, violín, Pedro Sanz, viola, y Enrique Vidal, violonchelo, ha sido desde hace años la ocasión de escuchar música de cámara en el lugar apropiado, la excelente Sala de Cámara del Auditorio regional, infrautilizada (en realidad, todo el Auditorio lo está en lo musical), prácticamente cerrada, salvo el paréntesis reciente de ese invento de 'Música en Residencia', un ciclo interesadamente co-programado y pésimamente co-organizado, al que no acudió casi nadie.

Concierto que alcanza su XIII edición, y que, últimamente, organiza el propio grupo, sin subvención de Consejería de Cultura ni de otro ente público, si bien el Auditorio cede la sala, ni patrocinio privado. Algo sobre lo que habló el primer violín, en plan reivindicativo, aunque el cuarteto aceptara actuar 'a taquilla', ante cuarentaitantos espectadores, en la ocurrencia antes citada.

El programa tenía como hilo conductor 'lo ruso'. El Cuarteto en Si bemol mayor op. 33 nº 4, del austríaco Franz Joseph Haydn es uno de los seis denominados "rusos", los de la opus 33 (1781), por haber sido dedicados al Gran Duque Pablo de Rusia, futuro zar Pablo I. Las Cinco Novelettes para cuarteto de cuerda op. 15, de 1881-1886, del ruso Alexander Glazunov, dedicadas al también ruso Anatol Liadov, llevan la marca rusa, bien que es una suite de diferentes estilos nacionales (Allegretto alla Spagnuola, Allegro con brio "Orientale", Andante "interludium in modo antico", Allegretto "valse", y Allegretto all'Ungharese). Y el Cuarteto en Mi menor, op. 59 nº 2, "Rasumovski", del alemán Ludwig van Beethoven, es el segundo (1804-1806) de los tres dedicados al conde Andrei Kirilovich Rasumovski, embajador de Rusia en Viena, y en él aparece el tema ruso 'Slava bogu na nebe Slava' ('Gloria a Dios en los cielos, Gloria'), de una colección de cantos populares para voz y piano publicada en 1790, que Beethoven conocía, que introduce Mussorgsky en su Boris Godunov, y que usa Rimsky-Korsakov en su ópera La novia del zar y en una obertura.

Los asistentes, incomparablemente más que en aquel concierto también de pago de 'Música en Residencia', pudieron disfrutar de ejecuciones de nivel, pues alguna pequeña cosilla, de las que pueden ocurrir en el directo, careció de importancia, y de interpretaciones planteadas y resueltas con la rigurosidad de estos serios profesionales que hace un tiempo que tocan, además, con un grado de madurez interesantísimo y con una sonoridad a auténtico cuarteto que constituyen una garantía.

La energía y el toque de humor de parte de la página de Haydn fueron presentados con un punto de frialdad, que se fue perdiendo hacia el final, más cercano. La peculiar música de Glazunov, en especial el Interludium y el Vals, fue transmitida con su variedad, dentro del sello. Lo más redondo, lo mejor, el nada fácil Beethoven, tuvo altura y hondura; intimismo bien interiorizado, lirismo, discurso, pausas, color, meditación, sentido del ritmo sincopado y la acentuación de contratiempo, vigor dinámico, y brillantez final; fue expuesto con concentración y comunicado con fuerza, y con un aquilatado carácter beethoveniano. Y, de propina, un vivísimo 'presto' de un Divertimento mozartiano y un arreglo, del primer violín, de la popular navideña de origen checo El tamborilero.