Toda «una declaración de intenciones» asegura el guitarrista murciano Juan Manuel Ruiz Pardo que es su segundo disco, Rara avis, en el que le da la vuelta al concepto que muchos tienen de la guitarra clásica para acercarse a nuevos ritmos y «aportar cosas» como la improvisación o el acompañamiento de otros instrumentos.

Sin cortarse «ni un pelo», se ha acercado al blues, a los ritmos orientales, el flamenco, la música folk o el pop, con «el mismo rigor y seriedad» de siempre, igual que en su primer disco adaptó las composiciones de Chopin -cuenta que recibió «mejores críticas de pianistas que de guitarristas»-, porque si de algo está convencido es de que «no hay más que música buena o mala».

Explica que en el caso de la música clásica, «interpretar autores de épocas pasadas es un fenómeno de este siglo, porque siempre se interpretó música de los autores contemporáneos, casi todos ellos grandes improvisadores», y Ruiz Pardo señala que, en cuanto a la enseñanza, «hay un gran desfase entre la oficialidad de los conservatorios y lo que está pasando fuera, la demanda real».

13 temas inéditos y una versión

La única versión de Rara avis es Billie Jean, de Michael Jackson; una canción de la que ya hizo los arreglos para la Orquesta de Guitarra del Conservatorio de Cartagena. «En un principio hubiera apostado por The Beatles o Mark Knopfler, pero ya había realizado este trabajo y un día empecé a pensar si se podría tocar con menos... parecía intocable con una sola guitarra», dice, y a muchos les sigue pareciendo imposible, al escucharla, que solo suene un instrumento.

Los otros trece temas son composiciones propias que muestra por primer vez tras haber superado «el pudor». «Si hace unos años me dicen que iba a publicar este disco no me lo hubiera creído, pero he ido venciendo el pudor, incurriendo en errores y solventándolos y creo que he llegado a un punto en el que me pueden decir que no les gusta lo que escuchan, pero una cosa es la postura estética y otra la solvencia técnica». Y aunque reconoce haber tenido cierto «complejo» por no haber estudiado composición, sí ha estudiado armonía y sabe bien cuando algo «funciona al oído».

A los 11 años recuerda Ruiz Pardo que se apuntó a clases particulares de guitarra en el colegio y empezó a tocar «compulsivamente». Estudió también, por sugerencia de sus padres, Filología Inglesa y lejos de pensar que perdió el tiempo, sostiene que «está bien hacer otras cosas, abre la mente». Y como «de determinados tipos de música no se vive», compagina la composición y las actuaciones con las clases en el Conservatorio Profesional de Música Cartagena, donde trata de que sus alumnos «adquieran una base sólida para poder después tomar su propio camino».

Crítica a los programadores

Lamenta que «la cultura del esfuerzo es ahora un valor a la baja», y cuenta lo difícil que es que los niños trabajen en casa. «Tienen una gran oferta de ocio, y si analizamos los estímulos que reciben cuando juegan a un videojuego no hay nada que pueda competir, pero hay que fomentar el esfuerzo y la constancia». Ante eso, lo único que se puede hacer para estimular a los niños es «llevarles a audiciones y conciertos... y se despertará la chispa o no, habrá a quien no le interese y otro se enamorará compulsivamente. Así de sencillo».

La dificultad, claro, es encontrar determinados tipos de música programados en las salas, teatros y auditorios. «El responsable de turno sólo programa cosas que tienen un respaldo mayoritario y hasta cierto punto es lógico, pero a las manifestaciones culturales con poco seguimiento no hay que dejarlas morir», declara, convencido de que «el nivel de cultura y ocio va parejo con el malestar de la población». «La cultura se ha trivializado, es algo ornamental, sin trascendencia», alerta.

Él, sin duda, seguirá tocando y componiendo -«una vez que descubres que te atreves a escribir música ya no paras»- y seguirá metiéndose «en mil follones por curiosidad», participando en proyectos paralelos como The Ladywriters, un grupo con el que lleva tocando cuatro años y que versiona temas de Mark Knopfler, «temas clásicos... no se diferencian tanto de un cuarteto de cámara». «Lo importante es no hacerlo clónico, porque si no te acabas comprando una peluca», afirma este murciano que se lo pasa «muy bien» con su trabajo: «Es que la música es algo tan grande y hay tantas cosas por hacer...»