A partir del jueves, el Mubam ofrecerá un intenso recorrido por la obra pictórica de Enrique Nieto (Cartagena, 1943), un hombre inquieto e inconformista que, con el ´carpe diem´ siempre presente, ha hecho muchas cosas en la vida de las que se siente orgulloso -ante todo, de sus cuatro hijos-. Convencido de que lo peor que le puede pasar a alguien es llegar a la madurez y no estar satisfecho con su vida, hace balance y el resultado le sale positivo. Ahora, tras algún bache en su salud, pretende saltar de la vorágine en la que a veces sigue viviendo y probar a qué sabe eso de la vida tranquila.

Lugar: Museo de Bellas Artes, Murcia. Fecha: Del 11 de octubre al 9 de enero. Horario: De martes a viernes, de 11 a 14 y de 17 a 20 h. Sábados, de 11 a 14 y de 17

a 20 h. Domingos y festivos, de 11 a 14 h.

Encuentro con el artista. Miércoles, 24 de octubre, 20 h.

Visitas guiadas por el pintor. 21 de noviembre y 13 de diciembre, 19.30 h. Reservas: 968 23 93 46.

Esto de que le hagan una exposición antológica... ¿le da a uno la sensación de ser importante?

No, ¡da sensación de que soy mayor! Pero en cualquier caso, es una sensación muy agradable, sobre todo por el encuentro con cuadros que pinté hace más de 30 años y que no había visto desde entonces. He recopilado unos cien cuadros, muchos de colecciones privadas, y colgaré unos 60, aunque es posible que vaya cambiando algunos.

¿El primer sentimiento fue de nostalgia, orgullo, vergüenza...?

Tenía mucho miedo al momento de desembalarlos, pensaba que me daría vergüenza, pero la sensación al verlos fue que eran buenos, se veían bien. Ningún hijo me había salido feo porque todos eran fruto de cómo yo me encontraba en ese momento. Además, la sensación que tengo es que mi vida, hasta ahora y espero que siga, ha sido una vida plena en la que he hecho lo que he querido. Y ver estos cuadros es constatarlo. Yo creo que lo único que soy realmente es pintor, que nací para esto, aunque he hecho muchas cosas en mi vida que me han realizado: he escrito muchísimo, he sido profesor, he hecho cosas en el mundo de la cultura... Mi opción era vivir mucho más la vida que la pintura, porque la vida ofrecía muchas cosas. Y ahora, ver la pintura, mi gran actividad, la que yo creo que es la mía, me confirma que he podido hacer todo lo que quería. No sé si habría pintado más cuadros, pero no me arrepiento. Esa es la gran sensación, ver que no me he traicionado.

¿Se siente un privilegiado?

No, porque todo ha sido muy difícil y me ha costado muchísimo trabajo. En el mundo en el que nací, que llegara a ser pintor, escritor o profesor era materialmente imposible. Un contexto de gente sencilla, sin formación... Era una familia estupenda, pero en mi casa no había ningún cuadro. Yo no sé cómo demonios decidí a los 14 años ser pintor, supongo que lo leí en algún libro... Y me fui al estudio de unos pintores en Cartagena a aprender.

¿Se sorprenderá quien solo lo conozca por los paisajes?

Es que la capacidad de olvido de la gente es grande, pero yo he pintado figuras desde finales de los 70 hasta principios los 90. Aquí está el primer cuadro de ángeles que hice, del ayuntamiento de Cartagena, que es un paisaje sobre la contaminación de la ciudad en el cual, en el cielo, haciendo nubes y humo me pareció ver una figura humana.

El cuadro decide...

Sí, tú empiezas con una idea pero luego adquieren personalidad propia y piden que quites o pongas cosas. Y son muy exigentes, sobre todo si tienes un espíritu inconformista como el mío. A veces mi pintura parece muy de primera mano, pero yo los cuadros los miro, los remiro, los retoco, los magreo... hasta que creo que ya no puedo quitarles nada.

Ha contado en ocasiones que su pintura es ahora más luminosa, acorde con su estado personal... ¿No le influye la realidad exterior?

Es verdad que al revisar paisajes que ya había pintado me salieron llenos de luz, color, fuerza... Y eso es como la grafía, ahí se refleja cómo estás. Pero la realidad social, mi preocupación enorme, no la expreso ahí, sino en lo que escribo. En la pintura busco lo intrínsecamente bello, el placer, el hedonismo. Mientras que en la escritura busco lo real, la realidad pura: la calle, la gente, lo que siente, lo que dice.... Y cada vez trato de hacerlo con una mayor sencillez, porque lo sabio está casi siempre en lo sencillo.

¿Qué le pide como espectador a una obra de arte?

Que transmita. Todas las artes son lenguajes y hay que aprender el vocabulario, pero llegar a entenderlo te hace muy feliz. Ponerte delante de un cuadro y que realmente te produzca una sensación de felicidad enorme al mirarlo es genial.

¿Nos falta mucha formación?

Es un tema de los más tristes el que a los seres humanos no se les eduque bien en la percepción de las artes, porque se pierden lo mejor que el hombre es capaz de producir. El gran hallazgo del ser humano es que somos capaces de hacer y de degustar una cosa que se llama arte, y el no ser capaz de percibirlo es muy triste. Y hablo lo mismo de la canción que ganó Eurovisión que de una obra de Strauss. No hay diferencias grandes, te puede emocionar igual. Yo no desprecio ninguna manifestación artística. Me puede gustar mucho Elliot, pero cuando oigo en el mercado a una señora que suelta una cosa de esas de sabiduría absoluta pienso que es lo mismo.

Hará de guía de su exposición en un par de ocasiones. ¿Le gusta el contacto directo con la gente?

Alguna vez he hecho de guía y la verdad es que ha sido genial. Me preocupa más eso del encuentro con el pintor; quiero hacer algo especial. Tengo un pequeño libro, aún no publicado, que es un poco una crónica de ambiente de mis primeros 16 años, apuntes sociológicos de cómo era la vida entonces. Quizá lea algunos trozos de ese libro, porque hablo de mis principios en la pintura, de cómo aprendí a pintar a la antigua, esa enseñanza tradicional de los estudios de los pintores...

Mucha gente visitará la exposición para ver cómo pinta el que escribe en el periódico.

Eso es algo gracioso. Yo, como decía, me considero pintor. Escribir es un encuentro con el que yo no contaba en absoluto. Soy muy lector y todos los que leemos acabamos casi siempre escribiendo, pero cosas que se quedan en un cajón. Yo he tenido la suerte de que todo lo que he escrito ha salido en los periódicos, y llevo escribiendo desde 1975. Eso ha hecho que mucha gente me conozca, me lea o me siga, y para muchos yo soy Enrique Nieto, el del periódico. De hecho, quizá con la escritura he conseguido el nirvana. He estado en la universidad, donde se había trabajado con textos míos, en una mesa redonda sobre la evolución del lenguaje y me han preguntado de dónde había sacado la expresión 'estoy hasta las tetas'. Y luego voy al mercado y el carnicero me dice que lo de ayer no le gustó... Eso es el nirvana para quien trabaja en comunicación. He conseguido que lo que escribo se lea, que es lo mejor, quizá porque el lenguaje que uso es asequible y eso lo cuido como oro en paño. Nunca leerás ´idiosincrasia´ ni ´inherente´... Trato de no empobrecer el vocabulario, pero sí hacerlo asequible para llegar a todo el mundo.

Y la sinceridad es clave también, ¿no?

En lo que escribo no hay impostura, pero mi vida es mucho más que lo que escribo. La gente tiene la impresión de que sabe todo de mí, pero yo, lógicamente, no lo cuento todo. Quien me conoce bien es mi familia y mis amigos, ellos son los que saben quién soy yo. Lo que hago es un desnudo controlado.

Después de tanta observación, ¿conoce mejor a la gente?

Cuando se tienen los años que tengo, la gente ya te da pocas sorpresas, pero todavía alguna. Eso sí, ahora empiezas a entender de qué va esto de la vida. Yo tengo la suerte de que, quitando mis últimos padecimientos, me mantengo bien físicamente y tengo vitalidad y fuerza.

¿Le asusta perder esa vitalidad?

Me asusta, como a todos en esta etapa, el dolor, la enfermedad, el descontrol de tu cabeza... Por lo demás, tengo conciencia de que la vida empieza y acaba y que lo importante es, cuando llegas a esta etapa de la madurez, estar contento de lo que has hecho, porque debe de ser jodidísimo hacerse mayor y estar pensando en lo que no hiciste. Todos nos quedamos con cosas sin hacer, pero el balance debe ser bueno. Una de las grandes realidades del mundo es ´carpe diem´, vive cada día y no te pierdas las cosas, porque esto pasa de rápido que ni te lo imaginas.

Y supongo que esa seguirá siendo ahora su filosofía...

Por su puesto, pero es importante vivir con tu etapa. Es patético intentar vivir etapas que no te corresponden. Verte mayor haciendo cosuchas de jovenzuelo inexperto, buscar la juventud en las relaciones... Hay que vivir las etapas y vivirlas a fondo, siempre lo que te permitan las circunstancias. Yo, por ejemplo, he tenido cuatro hijos y he tenido que dedicarles muchísimo, aunque eso es, con diferencia, lo mejor que he hecho en la vida.

¿Algún objetivo a la vista?

Quiero ver si, igual que he sido muy feliz con una vida llena de actividad, soy capaz de vivir una etapa en la que sea igual de feliz pero menos liado, con menos compromisos, porque sigo haciendo una vida de currante. Quiero empezar a llevar una vida más serena, pero no tengo experiencia, es algo inédito para mí. Este verano, es verdad que no estaba en mi mejor momento físicamente, pero me he dado cuenta de que los días mejores eran los más elementales: lectura de periódicos, cocinar para la familia, jugar una partida de dominó por las tardes, cine, paseo, charla... Así que intentaré salir un poco de la vorágine.