José Ignacio Carmona es un escritor e investigador de todo lo relacionado con lo paranormal. Su interés por este mundo le viene de familia y no siente miedo alguno. Es un afortunado, ya que ha estado en el único estudio sobre parapsicología que se ha realizado en España. Y está convencido de que tanto nuestro mundo como el oculto son solo una pequeña porción del universo.

¿De dónde le viene el interés por lo sobrenatural?

Este interés me viene desde niño debido a mi entorno familiar. Mi abuela era una reconocida medium en Toledo, a cuyas sesiones asistían personajes reconocidos. Todo ello me llevó a ir investigando y profundizando en estos temas para intentar encontrar respuestas.

¿Hay algún lugar de España que le guste más para ambientar tus historias?

Me gusta Toledo, ya que es un crisol de culturas y contiene la magia de la Edad Media, además de las artes prohibidas. Galicia también me parece muy especial por su cultura y sus núcleos rurales. Además allí también he conocido a exorcistas y he visitado iglesias en las que ha habido espíritus y posesiones.

Con respecto a su último libro La España Mágica... ¿Qué es lo que tiene Murcia de mágico en particular?

En Murcia se dio mucho la brujería en la sabiduría popular y la magia benéfica, lo que pasa es que la Iglesia por su propio interés desvalorizaba a las brujas. En el sureste de España se daba mucho la actividad pagana. Esta claro que Murcia tiene una fuerte presencia respecto a estos temas.

¿Cree que los medios le dan la suficiente importancia a la parapsicología?

El problema es que la importancia que se le da es puro morbo. Los medios se preocupan de aumentar la audiencia y publican contenidos dándoles un aire misterioso y oculto en vez de publicar resultados de estudios que ya de por sí resultan interesantes. En Murcia hay un gran promotor, Joaquín Abenza, que le da la importancia y el rigor necesario sin que pierdan lo interesante.

¿Qué es lo más raro que se ha encontrado durante su carrera en la parapsicología?

Fue en un proyecto de una universidad americana que se realizó en la Universidad de Vigo. Estábamos en un estudio de grabación y empezamos a recibir comunicaciones y voces que contestaban a preguntas de los investigadores. No había margen de error, puesto que teníamos un gran equipo y estábamos rodeados de profesionales. En otra ocasión, una psicofonía me desveló el nombre de mi hija, cuando ni siquiera había pensado en tener familia.

¿Siente miedo a escuchar psicofonías?

No, miedo hay que tenerle a cosas como la crisis. Hay que tener la cabeza fría. Tendríamos que tener más miedo de nosotros mismos. Ese mundo todavía oculto es solo una porción del universo y algún día la física cuántica tendrá una explicación.

¿Qué explicación personal tiene para este fenómeno?

Muchas de estas voces se identifican como personas fallecidas y se han hecho algunas comparaciones de voces entre las psicofonías y las de las personas cuando aún estaban vivas y coincidían de manera casi exacta.

¿Las psicofonías pueden ser escuchadas por todo el mundo o hay que tener algo especial?

No hay que tener nada especial, el problema es confundir la realidad con el deseo. En alguna ocasión he hecho falsos positivos y cada persona había escuchado lo que quería escuchar.

¿Alguna psicofonía se ha dirigido a usted o a alguno de sus compañeros? ¿Le han desvelado alguna vez algo que no sabía?

Sí, muchas veces. Incluso me han llamado por mi nombre. No suelen desvelar mucho, las comunicaciones son de tipo ‘telegráfico’ y muy ambiguo.

¿Por qué cree que este fenómeno es poco investigado por la ciencia corriente?

Se estudia, pero no mucho, yo he sido afortunado ya que he estado en el único que se ha hecho en este país. También se investiga en París. El problema como ya he dicho es que los resultados no se publican como son para mantener este asunto en un ambiente misterioso y darle morbo.

¿Cree que si se investigara más, se podría obtener algún avance en algún tema?

Nos daríamos cuenta de que estamos conectados con un todo. La explicación sería que recibimos mucha información y solo captamos la necesaria para sobrevivir. Hay un caso de un antropólogo de una tribu indígena. El indígena perdió la flecha y le dijo al antropólogo que no se preocupara, que al día siguiente la encontraría. Parece ser que aquella noche, a través de un sueño o algo así, descubrió dónde había ido a parar el objeto. Esto era necesario para su supervivencia.