Una de las primeras parejas que tuve en terapia me explicó del siguiente modo su demanda: "queremos que nos ayudes a llevarnos bien, porque cuando estamos bien nos sentimos muy satisfechos juntos, pero cuando estamos mal no nos soportamos y pensamos que es mejor separarnos". Esta demanda se ha repetido a lo largo de mi experiencia como psicóloga. Escucho con frecuencia y poco asombro la frase "cuando estamos bien queremos estar juntos, cuando estamos mal, nos queremos separar". Digo poco asombro, porque no deja de resultar algo extraño según mi forma de entender el amor. Tengo la sensación de que muchas parejas han confundido el amor con estar enamorados. Puede que se nos haya enseñado que el amor es sólo un sentimiento, cortándole así su capacidad de crecer con el paso del tiempo junto a la misma persona.

Me encanta la descripción que Erich From hace sobre el amor en su libro: El arte de amar. Plantea que si el amor es un arte, requiere de conocimiento y esfuerzo. Si no es un arte, sino más bien un acontecimiento que ocurre por casualidad, algo que con suerte se da, sólo hay que esperar a que suceda. Y, siguiendo este planteamiento, si el amor no fuera un arte, entendido como algo que requiere tiempo y esfuerzo, cuando éste desaparece tampoco habría nada que hacer. Como podéis imaginar, explica que el amor es un arte: se manifiesta en conductas, se aprende y requiere de inversión en lo que a tiempo y esfuerzo se requiere.

Lo que les digo a mis pacientes es que la pareja incluye conflictos, contiene penas y dificultades. De hecho, cuando decimos que algo nos vale la pena, estamos asumiendo que "nos vale penar (pasar penas) por". Quizá sea importante repasar el concepto que hemos creado sobre la pareja y el amor y asegurarnos de no haber sido ingenuos en el planteamiento evitando pasar por esos "malos momentos". Si cambiamos el pensamiento, podremos cambiar la forma en la que nos sentimos y a su vez modificar las conductas, logrando así que las crisis sumen aprendizaje y complicidad al vínculo de afectivo.

¿Cómo lograr que el amor dure? ¿Cómo conseguir reavivar el amor?

Sabemos que no hay un remedio único y suficiente. Pero eso no significa que no hay mucho que aprender sobre estos aspectos. Por ello, en esta ocasión quisiera exponer algunas pautas para que el amor dure y sea satisfactorio. Estas estrategias se dividen en las tres áreas del triángulo del amor de Stemberg. Junto a cada idea para lograr el éxito amoroso, añado la antítesis que puede llevarnos a la frustración y a desviarnos del camino amor.

En el área de la intimidad:

Conocimiento vs. idealización.

Conocimiento de uno mismo, de nuestras virtudes y carencias. Cuando entendemos que somos valiosos podemos acercarnos al amor de otra manera, dispuestos a dar y disfrutando de lo que recibimos sin exigirlo. Conocernos también nos ayuda a entender nuestros límites y necesidades, de forma que evitemos proyectar en el otro nuestros conflictos no resueltos.

El conocimiento del otro se consigue con el tiempo y con la atención en lo que vemos y no en lo que creemos que debe de ser. Alguien dijo que poco tiempo en una relación equivale a poco amor. De esta manera podemos entender que el amor se relaciona con el conocimiento del otro. Este conocimiento incluye virtudes y defectos. En lugar de un amor ciego, hablaríamos de un amor con los ojos abiertos de forma positiva.

Aceptación vs. exigencias.

Aceptar no es lo mismo que resignarse. Aceptar es lo contrario a rechazar. Es reconocer la realidad, en este caso, sería reconocer como es la otra persona y aceptar sus limitaciones. Cuando en una pareja no hay aceptación, surge la exigencia del cambio. Esta exigencia es vivida como rechazo por parte del cónyuge.

Deseo vs. Exigencia.

Comunicación de sentimientos y deseos de forma positiva. Es decir "yo deseo que" en lugar de "tú tienes que", " a mi me gustaría que" y no "tú deberías de". Se trata de comunicarse transmitiendo el deseo sin recriminaciones. La distancia emocional es una forma de comunicar el malestar en la relación. Ante la crisis muchos optan por tomar una posición distante, por dejar de confiar y comunicar. En realidad no es una solución sino una estrategia evitativa que empeora la situación. Dentro de la comunicación, la crítica puede tener lugar sin llegar a ser una grieta para la relación. La crítica constructiva es aquella que se centra en la mejora y no en el rechazo total. La crítica que ayuda al otro a rectificar es la que habla de comportamientos concretos sin generalizar a la persona. La acusación y crítica del otro no funciona sino que deteriora la intimidad. Incluso si se produce un cambio de esta manera, podría ser un cambio superficial y no sustancial.

Área de compromiso:

Proyección vs. pérdida de objetivos.

En el momento en el que uno pinta su futuro junto al que ama, uno realiza conductas que le lleven a ese objetivo. El compromiso aumenta cuando podemos pensar en consecuencias a largo plazo. En este contexto, los esfuerzos tienen sentido porque se busca el beneficio que sirva para una mejor relación a largo plazo y no sólo el placer inmediato.

Otra forma de proyección más observable son las actividades en común, estas generan un espacio de desarrollo de la pareja. Estas actividades pueden ser proyectos o hobbies. Algunos proyectos de la pareja son el matrimonio, tener hijos, comprar una casa, realizar un viaje, etc. La pareja con metas es una pareja con motivación. El equipo se une ante objetivos en común.

Área de la pasión:

Deseo vs. inapetencia sexual.

El comienzo de la vida en pareja suele coincidir con una mayor excitación y un aumento de expectativas. Estando enamorados esto se traduce en una mayor frecuencia de actividades sexuales. Esta etapa de la relación es muy satisfactoria y genera un antes y un después. El problema, es que esa primera fase es muchas veces el punto de partida con el que se medirá el resto de la relación en lo que a pasión se refiere. Muchas veces la pareja se queja de su disminución en los encuentros sexuales simplemente porque los compara con el inicio. Puede que la medida sea precisamente al revés, que lo "más normal" no era el inicio sino la estabilidad de la que gozan después como amantes. De cualquier modo, la pasión que uno experimenta es subjetiva y tiene que ver con diversos factores, puede aumentar o disminuir de forma considerable.

Algunas factores que afectan al deseo son:

La fantasía: es uno de los mejores afrodisíacos para la pasión. La fantasía no es más que la imaginación o recuerdo de un deseo sexual, sensual o afectivo. Cuando uno no siente deseo sexual puede cultivarlo recordando experiencias en las que experimentó placer y satisfacción. Además, si no hay deseo sexual se puede comenzar por el deseo afectivo de abrazos, palabras, etc.

Planificación de relaciones: qué vamos a hacer y cuándo. Muchas personas creen que si planifican el sexo, ya no va a ser igual o que incluso va a ser algo mecánico. Lo cierto es que de algún modo, planificamos incluso nuestro tiempo de ocio. Las cosas no salen peor porque se planifiquen, puede que incluso mejoren. La planificación implica atención y pensamiento, y eso es parte de la fantasía y el deseo.

Expresiones afectivas: las palabras y los gestos son una forma de cultivar el deseo. Ante la costumbre uno puede dejar de expresar el afecto con la misma intensidad y frecuencia. Incluso puede convertirse en algo monótono "un beso por la mañana y otro cuando llegas de trabajar". El afecto es una forma de mostrar al otro que lo amamos y deseamos. Si la otra persona no se siente querida puede que experimente dificultades para sentir pasión. Los reproches y rencores son como las termitas de los sentimientos afectivos, que poco a poco los dejan huecos.

Entendemos que la persona en pareja tiene por lo menos tres roles a desarrollar según estas tres áreas:

El rol de amantes: en la pasión.

El rol de amigos: en la intimidad.

El rol de equipo (pareja, padres, trabajadores, etc.): en el compromiso.

Si el amor es un arte, además de motivación y conocimiento, se requiere tiempo y práctica. Es de valientes abrirse al amor como algo vivo y en desarrollo, como una construcción que nunca termina pero que siempre puede mejorar, de la que siempre se aprende.