Estrenó hace unos días la primera obra que dirige Andoni Ferreño, a quien entiende muy bien, porque él también compagina las labores de actor y director de teatro. Jorge de Juan (Cartagena, 1961) salió de la ciudad portuaria cuando era un niño, pero ha pasado largas temporadas en la Región. En cualquier caso, parece que, a pesar de haber hecho cine –acaba de estrenar Silencio en la nieve– y televisión, su lugar en el mundo lo tiene más que claro: el teatro.

Tres obras en marcha, una como protagonista y dos como director, y una en camino, ¿de dónde saca tiempo?

Bueno, como dijo Macbeth, «he matado el sueño»: duermo poco, trabajo mucho y, como lo hago prácticamente gratis, pues me llama todo el mundo (risas).

Al menos trabaja en la dirección junto a Eduardo Bazo, eso facilitará tener tantos proyectos teatrales...

Sí, nos repartimos las tareas. Ahora que acabo de estrenar Hay que deshacer la casa, él está yendo a hacer pequeñas correcciones de Drácula, que también está recién estrenada; luego, a la hora de decidir, lo hacemos juntos.

Comencemos por la dirección. ¿Cómo surgió llevar a escena Drácula?

Mientras estaba de gira con Emilio Gutiérrez Cava representando La mujer de negro, nos dio tiempo para hablar de todo, ya que fueron mil representaciones, y nos dimos cuenta que en España no se trabaja el género del terror en teatro y, sin embargo, con esta obra tuvimos mucho éxito. Investigué sobre Drácula, sus diferentes versiones y elegí la antigua porque era la más adecuada. Pasado el tiempo, conseguimos sacarla adelante.

Así que el terror también nos ayuda a evadirnos... ¿la magia también?

Sí, los efectos ayudan mucho, sobre todo porque todo el mundo sabe quién es Drácula, cómo muere, por lo que lo importante es cómo contar la historia; había que sorprender al espectador, que disfrute viendo el trabajo interpretativo y que se ´asuste´ gracias a la técnica, a la magia aportada por el mago Yunke.

Para la interpretación ha contado con Martín Rivas, que debuta en teatro.

Lo que pretendíamos es que la interpretación fuera muy potente. El papel de Drácula de Ramón Langa estaba claro, y también el que Emilio interpretara al profesor Van Helsing: tenían que ser actores consolidados. Y Martín es un joven con un futuro muy importante, lo demuestra el hecho de que dejó El internado para seguir estudiando en Londres, sacrificó ´la comba´ que le podía dar la serie para seguir aprendiendo.

¿No le da cierto gusanillo no estar en el escenario con esta obra?

Lo pensé, que podía hacer de Renfield, que interpreta Mario Zorrilla, pero soy sensato a la hora de valorar y si hay un actor mejor para el papel...

Sí sube al escenario en Hay que deshacer la casa, ¿le costó compaginar ambos trabajos?

Lo difícil fue aprenderme el texto, porque no me daba tiempo a estudiar y aún hoy sigo repasando y sacándole detalles al personaje. Pero en los ensayos generales con público vi que la obra funcionaba, que los espectadores cogían los momentos divertidos y los momentos de drama.

¿Cómo es Andoni Ferreño como director?

Yo solo lo conocía como actor y eso es un punto a su favor, que conoce las claves, las dudas y los miedos del actor y facilita el diálogo con él. Ha sabido transmitir en poco tiempo de ensayo lo que quería y cómo lo quería.

¿Y a qué tiene miedo un actor?

A no gustar, a equivocarte, a no estar a la altura... Lo fundamental es que el público sienta y empatice con tu personaje.

Parece muy perfeccionista.

Desgraciadamente, lo soy. Repaso y repaso los textos e intento buscar huecos para ponerme con la obra y mejorar siempre.

Ahora se embarca en el musical que recuperará la movida madrileña, A quién le importa...

Llevo la producción ejecutiva y la dirección, ¡y porque no sé cantar! Tiene que ser espectacular que la gente vibre con estas canciones... Lo vamos a hacer en un pequeño teatro para transmitir la movida; yo recuerdo el Rockola, su espíritu como centro de la modernidad, y quiero que la gente se sumerja en ese tiempo y no deje de bailar.

¿Qué está pasando en España con los musicales?

Lo lógico: si existía un centro en Londres, Nueva York... era normal que la Gran Vía de Madrid fuera el centro de los musicales. El problema es que muchos no tienen éxito, antes de la crisis el teatro iba en ascenso y espero que se recupere el auge y tengamos musicales que funcionen, porque, quitando el de Sabina y El rey león, que lleva detrás su propia selva de promoción...

Y con la crisis, ¿mantiene la ilusión de saber que hay hueco para sus proyectos?

Hay hueco, el problema es que antes la gente salía a ver tres espectáculos y ahora solo dos, pero si eres uno de los dos que funciona... El problema son los bolos y las giras, y yo estoy sufriendo con la de Al final del arco iris. Es tremendo, porque hay que ir a taquilla; antes estaba subvencionado y podías poner un precio normal, pero ahora si lo subes no va la gente y es un problema muy serio, porque están desapareciendo compañías que no pueden asumir los gastos de una gira.

¿Le veremos por Murcia con alguna de las obras?

Sí, seguro, aunque con Drácula espero que tardéis, porque significará que ha tenido éxito en Madrid.

¿Qué tiene el teatro?

Bueno, el cine me gusta mucho también, pero tiene serios problemas... Yo me volqué en el teatro y no salgo de él, afortunadamente. Soy carne de escenario, tanto arriba como abajo, es una pasión y tengo hasta el olor de los escenarios metido muy dentro.