­La escritora Lucía Etxebarria ha despertado esta semana el debate sobre la piratería de los libros digitales. La autora valenciana anunció que va a dejar de escribir «durante unos años» porque es mayor el número de obras descargadas de forma ilegal que las compradas. «Es tan simple como que no me puedo poner a escribir otra novela porque tengo que comer para vivir», afirmó.

Al margen de la polémica, la realidad es que la Coalición de Creadores alerta de un incremento de diez puntos en la tasa de piratería de libros entre enero de 2010 y enero de este año que ya alcanza el 49,3% de las obras editadas. Tras la música y el cine, la batalla contra las copias ilegales se libra ya en el hasta ahora tranquilo dominio de los escritores, aunque no todos están de acuerdo a la hora de valorar la situación.

La postura contraria a la de Etxebarria la mantiene, por ejemplo, el poeta murciano José María Álvarez, quien pone a disposición de todo el mundo, y de forma gratuita, sus libros en su web «para que se los baje quien quiera y como quiera». Gracias a Internet, dice, «mis libros recorren libremente el mundo y saltan cualquier barrera, hasta la censura; llegan a lugares donde nunca serían publicados y eso, además, no impide que quien quiera los pueda comprar, porque muchas personas siguen necesitando tener en sus manos el libro». Respecto a la autora valenciana, Álvarez asegura que al enterarse de su decisión de abandonar la literatura solo pensó «que era una muy buena noticia». «Es que no debería haber empezado nunca», añade con ironía.

Jerónimo Tristante tampoco coincide con Etxebarria, y cree que sus declaraciones «son un intento más de llamar la atención. Nadie se cree que se descargan más libros suyos de los que se venden, el mercado digital es aún muy pequeño», apunta el autor murciano, ´padre´ del detective Víctor Ros. Tristante coincide asimismo con José María Álvarez cuando señala que, para él, Internet «es una oportunidad para llegar a más gente». «Hoy por hoy la situación no es para alarmarse, y no hay que tener miedo a la Red, porque si a alguien le gustas comprará tus libros... aún somos muy fetichistas y necesitamos oler las páginas».

Uno de los autores más vendidos en España, el cartagenero Arturo Pérez Reverte, va más allá y ya ha comentado en varias ocasiones, de forma pública, que está a favor de la piratería. «A ver qué novelista que no sea un demagogo o un cretino se resiste a que lo lean más, en lugares donde el libro de papel no llega», ha escrito sobre el tema, y no ha dudado en afirmar, en alguna presentación de sus libros, que su aspiración comercial es «que la mayor parte de los lectores se apropien de la novela por el morro, gratis».

Pero hay también quien ve la piratería como «una batalla perdida», como el caravaqueño Luis Leante, ganador del Alfaguara 2007, quien opina que a los escritores solo les queda «rasgarse las vestiduras», opción que tomó Etxebarria €«está en su derecho», advierte€ «o resignarse». «No está en manos del escritor combatirla, sino en las de políticos y educadores» apunta el autor.

Por su parte, Lola López Mondéjar, no sin cierto miedo a que tras lo ocurrido con la Ley Sinde el debate sobre la piratería se frene, espera que los políticos regulen pronto la situación actual. «Hay que hacer algo, hay que conciliar el derecho a la cultura con el derecho de autor y es necesario pagar por la cultura, aunque sea poco, porque si no vamos a acabar con ella», apunta la autora murciana, quien dice compartir «la inquietud» de Etxebarría. «Entiendo su irritación y está bien que se haya creado esta polémica, porque en el futuro, la piratería en los libros será igual que en la música», añade, convencida de que posiblemente nosotros seremos «la última generación embelesada con el libro de papel; poco a poco nos habituaremos al formato digital, por comodidad, por motivos ecológicos, de espacio».

Ya fuera de la Región, Vicente Molina Foix, ganador del Premio Nacional de Narrativa de 2007, es uno de los autores que de forma más rotunda ha hablado esta semana, al calificar a quien «se descarga todo lo descargable» como «delincuentes que se amparan en argumentos ridículos como la libertad de expresión para enriquecerse», y recordó que él ya avisó hace años «del inminente peligro de la piratería de libros».

Antonio Soler, ganador del Nadal en 2004, tampoco logra comprender la impunidad con la que la gente «roba» cine, música y literatura en Internet: «Claro que me preocupa la piratería; es un delito que, curiosamente, para la inmensa mayoría que lo comete no es tal». «La prevención es fundamental» para este autor, que sostiene que «las cosas hay que pagarlas, como se paga el pan o el alquiler de una casa».