El Cartagena Jazz Festival presenta hoy un doble programa con el veterano pianista y compositor norteamericano McCoy Tyner y la joven y bella vocalista Madeleine Peyroux. Será a partir de las nueve y media de la noche en el Auditorio El Batel de Cartagena.

Tyner compuso para John Coltrane The Believer en 1956 y el saxofonista encontró en él el tipo de pianista que, a modo y semejanza de Bill Evans, se maneja con comodidad y soltura en el ámbito del jazz modal. En 1962, McCoy Tyner grabó para la discográfica de Coltrane, Impulse!, su primer disco como líder, Inception, con Art Davis al contrabajo y Elvin Jones a la batería. Un año más tarde, Tyner resultó vencedor en el referendum anual de la revista DownBeat dentro de la categoría de newstar. Sus discos para Impulse!, una vez fuera del grupo de Coltrane en esos años son todos excepcionales.

Tyner ha firmado cerca de ochenta álbumes, ha ganado cinco Grammys y fue galardonado como Jazz Master From the National Endowment for the Arts en 2002. Hoy continúa dejando su marca en las nuevas generaciones de improvisadores, lo que lo consagra como uno de los mayores intérpretes del jazz moderno.

El rol que desempeñó en el seno del cuarteto de Coltrane le marcó de forma irreversible y siempre para bien: es el pianista del sosiego, la suavidad, la serenidad y la certeza; lo contrario de los furores inquietos de su líder.

Impulse! Records celebra su 50 aniversario con una grabación especial seguida de una gira. En 1963 al cantante Johnny Hartman le pidieron que considerara la posibilidad de cantar en el único álbum vocal que John Coltrane grabaría como líder.

Al principio, Hartman se mostró reacio a la idea por no considerarse un cantante de jazz. Finalmente fue persuadido para asistir a un concierto de Coltrane en el Birdland Club. Después, Hartman y Coltrane se unieron a Tyner y repasaron algunas canciones. El 7 de marzo de 1963, el renombrado saxofonista y el cantante barítono de baladas grabaron una colección histórica de standards, la mayoría en una sola toma. Estos standards se convirtieron en versiones definitivas, y a día de hoy siguen siendo veneradas.

Ese es el núcleo del concierto que ofrecerá Tyner esta noche. El pianista viene acompañado del vocalista Jose James y el saxofonista Chris Potter para recordar y rendir homenaje a esas canciones donde Johnny Hartman puso la voz a las creaciones de John Coltrane.

Una diva de las de antaño

Madeleine Peyroux, como la legendaria Lady Day, se da a conocer cual cantante de jazz, pero su zona de confort es el blues. Y aunque la blanca sureña evoca en las escuchas a la negra norteña, hay más diferencias entre ellas que raza y geografía: la primera tiene fraseo e interpretación propios. Criada tanto en el folk y el country como en el jazz, su sedosa voz provoca gula auditiva con versiones limpiamente apropiadas de canciones de Bob Dylan, Chet Baker, Leonard Cohen, Joni Mitchell y Tom Waits, pero también, y sobre todo, en sus propias y destacables piezas originales.

Madeleine Peyroux nació en la universitaria cuna del rock indie, Athens (Georgia), pero creció en California, Brooklyn y París. Empezó a cantar, quinceañera, tras descubrir el Barrio Latino de la Ciudad Luz y enamorarse de sus músicos callejeros, a quienes emuló en 1989 pasando el sombrero para los Riverboat Shufflers.

A los 16 años se unió a la banda de blues y jazz Lost Wandering, y pasó los dos años siguientes girando por Europa. Ese grupo le daría, con sus interpretaciones de temas de Fats Waller, Billie Holiday y la temprana Ella Fitzgerald, las bases de su debut fonográfico 1996, Dreamland.

Su tercer álbum, Bare Bones, fue su primero íntegramente original, con colaboradores creativos, y su éxito la lanzó en su primera gira internacional. Tras un descanso sabático, Madeleine Peyroux ha regresado con Standing on the Rooftop (Decca, 2011), donde colaboran Bill Wyman, Allen Toussaint, Marc Ribot y Me´shell Ndegeocello, y demuestra nuevamente que no solo su voz es espectacular, sino que también puede escribir por sí misma todas las composiciones de un disco.

Sin embargo, una de las cosas que hacen este disco diferente es que Peyroux ha dejado de lado todas las ideas preconcebidas que podía haber sobre su música, abriendo su abanico sonoro a otras corrientes aparentemente más alejadas del jazz. Y es que, como muchos colegas masculinos de la generación de crooners contemporáneos, tiene una voz ´vieja´ que recuerda a divas de antaño, fundamentalmente a Billie Holiday.

Pero no se trata sólo de una cualidad clónica, de un tono similar. Hay algo del espíritu de las viejas cantantes de jazz y blues en ella. Diana Krall, por ejemplo, puede ganarla en técnica, potencia y clase, pero Madeleine respira la música como casi ninguna vocalista contemporánea.