Un espacio para el teatro, para contemplar el arte, para disfrutar de recitales de poesía, de ´performances´ y de conciertos. Un lugar para asistir a talleres, en el que encontrar libros y discos que no se venden en los grandes almacenes y donde comprobar que la creatividad en Murcia no es algo que escasee.

Acoger todo el arte que ´no cabe´ en los auditorios, salas de exposiciones, teatros y centros culturales, «lo que no se ve en otros espacios», es lo que pretenden los responsables de la Asociación La Azotea; una entidad totalmente autogestionada cuyos miembros querían «crear un punto de encuentro para artistas, creadores y personas interesadas por la cultura; un lugar para el intercambio de opiniones, la reflexión y la investigación», según explica Eva Cagigal, tesorera y encargada de la parte artística de una asociación presidida por Fernando Ordóñez pero que «trabaja de forma muy coral» y que inauguró su sede en Murcia –junto a la plaza San Juan– el pasado mes de marzo.

«Abiertos a todo» asegura Cagigal que están en La Azotea, que estos días acoge una exposición de ilustraciones de Cristina Franco pero que ya ha mostrado la obra de Pedro Guirao y ha acogido actuaciones tan diferentes como la de la cantante y musicoterapeuta Anka Draugelates, la de Daniel Drexler y la de la cantante y ´performer´ Ana Elena Pena.

Pero los proyectos son muchos más y La Azotea, que quiere prestar una especial atención al arte joven de la Región, ya tiene preparado para los próximos días la proyección de un documental sobre el 15M, además del taller de teatro que se celebra todos los lunes –a cargo de Verónica Bermúdez– y de las sesiones, cada martes, de Dibujo Murcia –esta semana dedicada al rock–.

Las obras de Franco Roda se podrán contemplar hasta el 17 de octubre y las próximas exposiciones estarán dedicadas a los diseños de Raquel Samper y al arte de Ana Elena Pena. Gilbertástico, el músico que acompaña a esta última en sus actuaciones, un mercadillo artístico, sesiones de cuentacuentos y una noche de flamenco son otros de los proyectos que ya copan la agenda de La Azotea, donde también se pueden encontrar libros y discos autoeditados por creadores murcianos –destaca el catálogo de SAM 3– y hasta pendientes, anillos, pulseras y broches realizados con objetos impensables como teclas de ordenador, chapas, anillas de latas, botones, metros y piezas de lego.

«Sabíamos que había mucha creatividad en Murcia y se está comprobando», prosigue Cagigal, quien apuesta desde La Azotea por un arte «más directo, más sencillo», que pase por cualquier tipo de música –como la griega– y hasta por el radioteatro, dos de las actuaciones más curiosas que hasta ahora se han celebrado en este espacio. Un local de muebles reciclados y con mucho encanto que cuenta ya con 400 socios –que pagan una cuota única de diez euros, más las casi simbólicas aportaciones que se realizan para participar en cada actividad, a veces solo de un euro– y que no se fija en el currículum de los artistas, sino en que su obra sea «fresca, que sean cosas asequibles y diferentes». Casi mágicas. Como lo es encontrar una azotea a pie de calle.