Parade, alter ego del yeclano Antonio Galvañ, quiere hacernos bailar, gritar Bitelchús tres veces, provocar... Ha pasado de un disco introvertido (La fortaleza de la soledad) a la frescura y efervescencia de Materia oscura, que muestra a un grupo más dinámico. Es uno de esos artistas que logran crear a su alrededor un universo propio, poético, incluso onírico. Hoy actúa en la FNAC y el jueves, 19 de mayo, en la sala 12&Medio.

Te has decidido a revelar tu secreto («Queridos oyentes, os tengo que contar…») ¿Qué inspiró Eres un robot?

Fueron unas palabras de mi hija un lunes por la mañana que estaba todo nevado. Ella estaba maravillada por la nieve y yo estaba intentando que el coche no derrapara en el hielo. Cada uno tenía sus prioridades en ese momento, y me dijo esas palabras del título. Me trastornó tanto que hice una canción para justificarme.

Dani Cardona es un viejo conocido de Parade, y es la primera vez que hay una batería de verdad. ¿Buscabas un sonido de grupo? ¿Parade es ya un grupo?

Buscaba un sonido de grupo, en realidad retroceder en el tiempo. Fue algo premeditado a la hora de plantearme el disco. Aunque Parade sigo siendo yo. Sí que es cierto que la compenetración entre las cuatro personas que tocamos en directo es grande, y ese espíritu sobrevuela el disco.

Has mandado a paseo el big bang y la tabla periódica en Materia oscura ¿Cuál es la solución a este galimatías?

Es un comienzo muy a la contra del disco anterior, que comenzaba con una loa a Stephen Hawking. Aquí se manda a paseo todo lo establecido, desde la tabla periódica hasta el rocanrol. Una pataleta en forma de canción.

Los 70 parecen tu década favorita. Muy variada. En el rock progresivo la música se intelectualizó. No era tanto bailar. La música se visualiza, se piensa ¿tienes algo que ver con esa postura?

Pues no, lo que menos me gusta de los setenta es el rock progresivo, je, je. Me gusta el glam, algunos cantautores norteamericanos como Jimmy Webb, Paul Williams o incluso Elton John, el sonido disco y también el punk de finales de la década. Pero con Emerson, Lake & Palmer no voy a poder en la vida. Este disco es el reflejo de mis vivencias y gustos de los primeros ochenta, Los Plomos, Gabinete Caligari, Los Felpudos...

«Ponme música clásica, baja ese volumen… No más ídolos, no más canciones de mentira…» ¿Declaración de intenciones?

Tiene un poco de eso, es un enfado contra lo que es, contra lo inamovible y universalmente aceptado. Es una especie de cabreo contra todo, especialmente el rocanrol, que empezó como el sonido de una revuelta juvenil y ha acabado como una camiseta de Slipknot a la venta en El Corte Inglés. Pienso que un joven de dieciséis años que diga que le gusta Chopin es más subversivo que uno que le guste Mago de Oz, por ejemplo.

La mayoría de los personajes de tus canciones suelen ser infelices que intentan solucionar su infelicidad…

¿No somos todos un poco así? Como decía la canción de los Intronautas: «Jamás seré feliz».

Has vertido toda tu mitología en este disco que titulas Materia oscura ¿La parte oscura la pone tu pasión por la literatura gótica del siglo XIX?

Hay mucho muerto en este disco, casi uno por canción. Ese gusto gótico se nota en La muerte enamorada. Quería hacer una canción como esas historias de aparecidos del siglo XIX, con fantasmas antiguos y ruido de cadenas.

Tres discos en dos años. ¿Tienes la sensación de estar recuperando el tiempo perdido?

Es lo que hace tener un plazo de entrega, que te esfuerzas en lograrlo. Antes, la cosa era más «cuando tenga doce canciones hacemos un disco», ahora es «en enero tiene que estar el disco grabado». No me importa trabajar con este sistema, me motiva.

Materia… Puede que no tenga una temática muy alegre, pero sí es muy diferente a La fortaleza de la soledad. Es mucho más fresco y directo ¿qué dices?

Que me alegro de que me hagas esa pregunta. Era casi la única premisa que tenía a la hora de componer: no más canciones lentas, quiero que la gente que las oiga se levante y se ponga a bailar. Radiante el envoltorio, oscuro el contenido.

Existen artistas para quienes la composición de canciones tiene algo divertido, mientras que para otros es algo doloroso… ¿En qué categoría te encuadras?

Para mí, hacer canciones es lo más divertido del mundo después del sexo. Esa obsesión que a veces hay es parte del proceso, y en mi caso no lo encuentro doloroso. Me encanta darle vueltas y vueltas.

Siempre que se comentan tus canciones se incide en las letras y en las influencias literarias.

Yo me preocupo por el aspecto musical a veces más que por el ´literario´, pero entiendo que se hable de las letras, porque sus temas e historias son una parte que me diferencia de otros grupos. Las influencias de la ciencia ficción y la fantasía no se suelen dar en la música pop, y utilizarlas puede que hasta me perjudique en algunos casos. Pero va de serie en Parade.

¿Crees que simplicidad y emoción están unidas?

Creo que la simplicidad es más inmediata a la hora de emocionar, pero a mí el Smile de los Beach Boys me parece lo opuesto a la simplicidad y, sin embargo, me emociona mucho.

¿Hay en Parade nostalgia por un mundo que ya no existe?

Puede que haya nostalgia por un futuro que no ha existido, el de Buck Rogers, por ejemplo, o el futuro setentero de 2001: Odisea en el espacio. Pero en general soy bastante positivo, pienso que lo mejor aún está por suceder.