La Ciudad de la Luz recibe a uno de los artistas más internacionales de la Región. El 20 de enero, la galería Lina Davidov de París acogerá la inauguración del último experimento fotográfico del pintor murciano Ángel Haro: Suite mélancolie.

La muestra podrá visitarse en este local, situado en el céntrico Boulevard Saint-Germain de la capital francesa, hasta el día 19 de febrero.

Se trata de una colección de dieciséis imágenes construidas a partir de fragmentos de la realidad cercana del artista. «He cogido diversos elementos que se encuentran en mi entorno de trabajo, desde las manchas que pueblan mi estudio de pintura hasta las texturas de las obras que realizo, pasando por la poética mecánica de un émbolo metálico. Unidos a otras imágenes procedentes del exterior, como los tejidos complejos que forman las ramas de los árboles mediterráneos, me han servido de base para construir digitalmente collages de fotografías», explica Haro.

La colección supone una especie de continuación de otra muestra que realizó en el año 2000, Paisaje privado, en la que también empleaba técnicas digitales para sus montajes. «Por entonces utilicé los adelantos que estaban disponibles en aquellos días, como la técnica por fotolitos, pero ahora he variado el aspecto técnico para conseguir un resultado distinto», apunta.

Impresos sobre un papel especial en los talleres Resolution de Johannesburgo (Sudáfrica), estas «litografías digitales» son definidas por el autor como «una serie de collages monocromos que conforman una secuencia de fuerte vocación romántica, donde los espacios están cargados de sonidos telúricos».

La intención de Ángel Haro no es tanto temática como estética y técnica. «Quiero investigar en los paisajes que construyo con mis pinturas, trascender el lienzo para introducirme en ellos», declara. Una sensación que ya define de manera poética en el catálogo con el que presenta la exposición: «Podríamos encontrarnos con facilidad ante la presencia evocadora de un sueño o tal vez en el umbral incierto de una mirada sonámbula. Mas allá del misterio que destilan las imágenes, estamos ante unos lugares que pueden habitarse con facilidad».

La minuciosidad de la creación de estas obras ha provocado que su gestación se alargase más de un año, durante el cual Ángel Haro no ha dejado de trabajar paralelamente en otros proyectos.

Su planteamiento supone una muestra más de una de las constantes de este artista: la experimentación con nuevas formas de expresión plástica, de nuevos formatos con los que trabajar. «Conceptualmente se trata de una obra pictórica», puntualiza el polifacético artista. «En realidad, es como si fuesen cuadros pintados, solo que las manchas de color que se utilizan normalmente son sustituidas aquí por producciones fotográficas. La cámara de fotos se convierte en la paleta con la que pintar el cuadro».

El hecho de que la muestra se estrene en París no es infrecuente, ya que Haro ha presentado varias veces su obra en esta ciudad, que define como «mi segundo lugar de residencia», ya que pasó buena parte de su infancia y juventud recorriendo sus calles. «Los primeros museos que vi en mi vida fueron los parisinos», recuerda. Una mirada internacional que le sirve para desmentir un fals prejuicio: «Los españoles no vemos en nuestros artistas nada especial, pero para los franceses somos los hijos de Picasso y Miró, y nos miran con profundo respeto y admiración».