Hace unos días, recibió sepultura en el cementerio de Cieza María Josefa Sánchez López, que falleció cuando estaba a punto de cumplir los 94 años. ´La Maruja de Murgui´, como se le conocía popularmente en la ciudad, fue, sin duda, una adelantada a su tiempo dado su compromiso por la igualdad, lo social y lo cultural. Fue compañera y esposa de Pepe López, concejal por el antiguo Partido del Trabajo en la primera corporación municipal democrática tras la dictadura, en 1979.

Su amigo Manuel Martínez relata que «en su larga vida, le tocó vivir primero, desde muy joven, la experiencia de la ilusión republicana, unida siempre a Pepe, su compañero inseparable de toda la vida», que había abrazado las ideas de Azaña y su partido Izquierda Republicana. Luego, conoció la guerra, con Pepe en el frente, y más tarde, la ponzoña de la larga dictadura y su ostracismo.

«De aquellos años de la República guardó siempre un recuerdo entrañable y un anhelo constante de libertad y democracia. También una fidelidad a unas ideas y un compromiso social que nunca la abandonarían», recuerda su amigo Manuel.

Maruja se volcó especialmente con el Club Atalaya, según relata Manuel Martínez, que la define como «una mujer sensible e imbuida de una gran curiosidad, siempre atenta a los cambios sociales, que no se perdía un acto de homenaje a la mujer trabajadora o aquellos otros destinados a denunciar y combatir la violencia de género». Su amigo apunta que «hasta el último momento compartió con nosotros actos y actividades culturales». María Josefa estaba volcada con el Club, «unas veces, desde su casa, callada y laboriosamente, otras acudiendo al local de la calle Pablo Iglesias apoyada en su bastón o, ya en los últimos tiempos, sentada en una silla de ruedas», relata Manuel.

«Aún retumba en nuestros oídos su último grito de protesta, cuando hace unos días estampó su firma, con mano temblorosa de nonagenaria, contra el entubamiento de parte de los caudales del Segura», indica su amigo. Para Manuel, «en el Club Atalaya, Maruja deja un hueco irrellenable pero también una impronta viva y tenaz».

«Se nos fue la abuela, la memoria viva de un tiempo y una época. Una mujer buena. Queremos desde aquí compartir con su familia el dolor de su pérdida. ´La Maruja de Murgui´ nos dijo adiós, pero su recuerdo permanecerá para siempre entre nosotros», concluye su amigo Manuel.