Muchos se empeñan en comparar a los personajes de Escándalo en palacio con el matrimonio Sarkozy-Bruni, pero poco tienen que ver...

Es muy difícil luchar cuando las personas se empeñan en establecer tópicos. Yo ya he decidido huir de la lucha porque es una energía gastada inútilmente, pero bueno, ya que me pregunta… la comedia es profundamente divertida y profundamente profunda, perdóneme la modestia en contarlo así, en la que los protagonistas son un hombre maduro y una mujer menos madura que son dependientes de la conveniencia, el poder, la apariencia, la inquietud, el miedo y en algún momento la ternura. Y si se parecen a personajes de hoy es porque los arquetipos de hoy le llegan mucho mejor a un público de hoy. Por decirlo de un modo ripiado, es la conveniencia de una joven por llegar a ser primera dama y, por decirlo en términos muy populares, el encoñamiento de un hombre maduro, la corrupción, el interés y luego lo que padecen ambos por ser descubiertos.

¿Cuál es el desencadenante que nos va a permitir conocer los anhelos de los protagonistas?

Pues imaginemos que al presidente de un país cualquiera se le hubieran grabado unas imágenes hace cuatro años, cuando tuvo una aventura extramatrimonial con otra persona y eso lo emitiera una cadena infringiendo todos los códigos legales y morales, pero con el propósito de apearle del poder. Eso les ocurre a los protagonistas, dando lugar a que el presidente se plantee dimitir. En hora y media se cuenta lo que ocurre entre ellos, pues son los recuerdos, las críticas, el qué hacemos, el dónde vamos, qué estarán pensando de nosotros, qué se dice de nosotros fuera del palacio...

¿Tiene puntos en común con su personaje, se parecen?

No, el poder tiene una erótica, evidentemente, y las personas que tienen ambición y no tienen el corazón limpio se quieren encaramar a cualquier camello que lo lleve a cualquier oasis. Yo no tengo nada que ver con eso y lo que haya pasado en mi vida dista muchísimo de lo que le puede haber pasado a cualquier presidente. Cierto es que el éxito, los focos, llenar los teatros, salir en la tele cuando te dejan y escribir libros te da un plus. Cuando era la misma persona en mi calle de Barcelona, siendo hijo de quien soy, de un chófer particular y de una mujer que tenía una tienda de bacalao, pues se fijaban menos.

¿Estamos indefensos o somos responsables de la situación televisiva, de la falta de intimidad y de respeto?

Somos víctimas y cómplices, pero esto pasa ahora, pasó en la Roma clásica y ocurrirá en Blade Runner que es hacia donde caminamos. Siempre ha habido correveidiles. Lo que no ha existido es la velocidad extraordinaria con la que ahora se propaga un rumor, con la que ahora se contrata a cualquiera que no sabe de la vida de nadie para inventarse unas cuantas fechorías y cobrar dinero por ello.

¿Ha perdido la fe en la política o en los políticos?

Absolutamente, en los que mandan, porque luego hay políticos muy buenos que están en los partidos y mandan poco, por eso este montaje que se presenta en el teatro de Caravaca es un montaje que es el primero que hago, porque siempre he hecho espectáculos unipersonales, haciendo cosas múltiples y muy divertidas con músicos. Perdóneme la modestia, pero el inventor, no de los monólogos, de los todólogos, es quien habla con usted.

Ha trabajado en televisión, teatro... ¿De qué campo guarda los recuerdos más gratos y de cuál los menos?

Llevo seis años sin aparecer en ninguna televisión y que conste que no es por mi voluntad, sino por la falta de voluntad y los vetos que me ponen. Pero yo no tengo peores recuerdos, éstos son la falta de los seres queridos, lo demás es una cosa que no tiene mucha importancia, porque tiene que ver con la vanidad y con nuestro deseo de estar aquí.