Era un emprendedor nato. El murciano Salvador Rubio Barceló, fundador del Grupo Rubio Barceló S.L, concesionario oficial de las motos Rieju, Honda, Kymco y Beta, falleció el pasado lunes a los 78 años después de sufrir una larga enfermedad.

Empezó su negocio de la forma más humilde posible. Siendo apenas un niño comenzó a trabajar de aprendiz en un taller de bicicletas y más tarde se dedicó a vender pescado por las casas portando una carretilla. Luego estuvo como empleado en una tienda hasta que decidió arriesgar y montar su propia empresa, que ha ido creciendo a lo largo de los años. Concretamente, fue en el año 1958 cuando decidió dar ese paso tan importante. Al principio, Salvador Rubio vendía recambios para motocicletas. Posteriormente, comenzó la venta de ciclomotores Rieju, y fue incorporando nuevas marcas como concesionario. Primero fue Beta y más tarde, cuando Honda se introduce en el mercado nacional, consigue la concesión exclusiva para la provincia.

Durante los años siguientes, además de motocicletas y piezas de recambio, se incluyeron todos los accesorios y complementos para el motorista, como cascos, botas, cazadoras, equipamiento para cross, etc. Más tarde, la empresa de Salvador Rubio afianzó su posición en el mercado ampliando las marcas con Aprilia y Kymco.

Ahora, la empresa le da mucha importancia al servicio de asesoramiento al cliente en la adquisición y mantenimiento de su vehículo. Así, los empleados orientan a los clientes que piden información sobre la financiación, seguros etc.

Una persona muy cercana

Actualmente, la empresa fundada por Salvador cuenta con varios locales ubicados en la calle Cartagena de la capital y dispone de una plantilla de casi 40 empleados. Todos ellos están muy apenados por su muerte, ya que era una persona muy cercana. Quizá por sus orígenes humildes, siempre se ha sentido muy identificado con sus empleados y nunca ha actuado con la distancia que se presupone en un jefe. Así lo cuenta Pedro Nicolás, primer empleado y mano derecha de Salvador desde hace 34 años. «No se comportaba como un jefe, era un obrero más. Cuando montó su primera tienda, recuerdo que barría y limpiaba el local sin ningún problema. Él era el primero que lo hacía, porque nunca se le olvidaban sus orígenes. También descargaba y cargaba las motos», explica. Y ese ansia por trabajar lo tuvo hasta el final de sus días. «Los domingos no existían para él. Si tenía que trabajar un día festivo, lo hacía».

Al haber empezado su carrera profesional desde abajo sabía ponerse en el lugar de sus empleados. Siempre tenía buenos gestos con ellos. Si uno se ponía enfermo, no ponía ningún tipo de pegas ni ponía malas caras. No pasaba nada si no estaba en condiciones de trabajar. Cuando llegaba la Navidad, invitaba a todos a una comida. Que hubiese unión entre todos los trabajadores le gustaba.

También era una persona muy generosa. «Si algún chiquillo venía a la tienda sin dinero y quería comprar una pieza, se la dejaba más barata», recuerda su amigo Pedro Nicolás.

Entre sus aficiones se encontraba el dominó, al que jugaba con frecuencia, el fútbol y los toros. Simpatizante del Barcelona, le encantaba comentar con sus amigos y empleados los resultados. También le gustaba hablar de toros, más aún cuando su sobrino es el torero murciano Rafael Rubio ´Rafaelillo´.

Ahora que Salvador Rubio Barceló ha fallecido, su empresa continuará adelante con el reto de adecuar el servicio al desarrollo actual del mercado y optimizar el uso de las motocicletas. Su hijo, Francisco Rubio, de 48 años, y su hija, Carmen Rubio, de 50, trabajan en la compañía, por lo que intentarán que este objetivo se cumpla, tal y como deseaba su padre.