Aunque en un principio fue más voluntad de su madre que propia, a los cuatro años ya comenzó el murciano Chema Zamora –nació en El Palmar en 1986– a dar sus primeros pasos de baile. «Empecé por mi madre, que le gustaba mucho bailar... y poco a poco descubrí que eso era lo que me gustaba», comenta el bailarín, que regresa ahora a la Región con uno de los musicales más exitosos de la historia: Chicago. Más de un año lleva participando en este montaje que vieron 300.000 personas en Madrid y que ahora, con nuevos protagonistas –Carlos Lozano, Marta Ribera y María Blanco–, emprende una amplia gira que llega mañana a Murcia de la mano de la Semana Grande de Cajamurcia.

Fue en 1975 cuando Londres acogió el estreno de este musical –con guión de Bob Fosse y Fred Ebb y música de John Kander– que, ambientado en los años 20, cuenta la historia de Roxie y Velma, dos ambiciosas mujeres encarceladas por crímenes pasionales que luchan por ganarse el favor de Billy Flynn, un famoso abogado que utiliza la prensa sensacionalista para conseguir la libertad de sus clientes. Un montaje que mantiene la estética original y que da todo el protagonismo a los intérpretes, ya que «no hay decorado, es minimalista y se juega, fundamentalmente, con el vestuario y las luces». De hecho, Chema Zamora describe Chicago como «un musical de detalles y, sobre todo, muy cuidado»

Recuerda el murciano la fascinación que le provocó el musical cuando lo vio en Londres. «Pensé que algún día tenía que hacerlo yo... y dos meses después convocaron los primeros castings», explica Zamora, quien cree que una de las razones del éxito de Chicago es que «la historia es verídica»: la apasionante historia de dos mujeres en una sociedad en la que «matar es un juego». Y es que –reflexiona– «la maldad vende y, aunque ahora la gente no se haga famosa matando, es cierto que sigue vendiendo igual que antes... Lo bueno parece que es aburrido».

Aunque es consciente de que en el mundo del espectáculo «siempre hay gente que intenta aprovecharse de ti», de momento afirma mantener una «competencia sana» y añade que, si por ahora no está dispuesto a hacer algo por lograr la fama, es «ser pelota». «Sé que en esta profesión las relaciones públicas suponen el 50%, pero yo sólo cuento con mi talento para conseguir trabajo», añade este bailarín que tiene, entre otros sueños, hacer West Side Story, «el musical por excelencia, con una gran coreografía, música e historia».

Mientras llega el próximo papel, Chema Zamora, quien ya participó en Jesucristo Superstar, asegura encontrarse muy cómodo en Chicago, un montaje en el que los bailarines también tienen un intenso trabajo de canto y actoral, ya que desarrollan diferentes personajes y todos tienen alguna frase; «algo muy estimulante, porque normalmente los bailarines somos muy de culo inquieto y en seguida nos aburrimos».

En su trabajo dice Zamora que es «bastante autoexigente» y confiesa que ya empieza a sentir nervios al pensar en subirse al escenario del Víctor Villegas de Murcia, un lugar que le trae «muchos recuerdos». En el patio de butacas no faltará su familia –«mis padres los primeros, orgullosos de ver que me dedico a lo que me gusta»– y sus amigos, algo que le hará estar «más alerta».

Junto a la autoexigencia y al trabajo, Zamora sostiene que su punto fuerte es, sin duda, el baile y confiesa que su «truco» a la hora de hacer un casting «es pensar que ya se está dentro». «No puedes ir pensando que hay mucha gente y muy buena –declara–, porque la seguridad se transmite y lo que buscan es gente buena pero que tenga, sobre todo, carisma».