Escasos días faltan para que Álvaro Urquijo, líder y alma de Los Secretos, se meta en el quirófano para operarse de una fractura mal curada en la mano. La convalecencia será de tres meses, en los que no podrá acercarse a una guitarra. Así que Murcia será una de sus últimas paradas, y una muy especial, ya que viene acompañado de una orquesta de cuerda.

¿Cómo lleva lo de alejarse del instrumento y del escenario?

Muy mal. Después de tantos años, la música forma parte de mi vida, como el agua, el aire o la comida. Cada vez que estoy lejos del escenario me llevo un disgusto, pero es algo que tenía que hacer.

¿Tan mal está?

Tengo molestias, sobre todo en el día a día. Cuando llegue al médico me va a echar la bronca, porque pactamos retrasar la operación a condición de que no hiciese muchos conciertos, y en seis meses hemos dado más de 50. Sobre el escenario no te acuerdas hasta que empieza a doler, cuando llevas 20 canciones.

Entonces no sólo toca en Murcia con una orquesta, sino con una lesión. Todo un honor.

Murcia siempre nos ha recibido muy bien, así que nos encanta actuar allí. No hay sensación más plena para un músico que tocar y triunfar, y en esta Región siempre nos hemos sentido como en casa. De hecho, a lo largo de nuestra carrera habremos hecho allí medio centenar de conciertos.

La primera vez que tocaron con una orquesta de cuerda fue en su gira Con cierto sentido. ¿De dónde surgió la idea?

Después de tantos años habíamos hecho de todo, y nos apetecía hacer algo nuevo. Tocar con una orquesta de cuerda es más costoso y difícil, porque lleva más horas de ensayos. Pero compensa. La mezcla del vibratto de la cuerda con el sonido más duro de la guitarra acústica, bien mezclado, es mucho más enriquecedor y bonito. A quien le gusten Los Secretos, le va a sorprender.

Son ya tres décadas de Secretos. ¿Le queda todavía energía para seguir en la brecha?

Mientras el cuerpo aguante, seguiremos dando guerra. Para no-sotros la música no se limita a un trabajo que te da dinero y te infla el ego, como para otros: es algo que llevamos dentro. Chuck Berry sigue en la carretera con más de 80 años, y nos gustaría llegar a ese punto. Mientras el público siga apoyándonos, ahí estaremos.

¿Sigue activo el espíritu de la Movida madrileña?

Las cosas han cambiado. Fue una época de libertad no sólo en España, sino en todo el mundo. Para nosotros más, porque aquí no había cultura musical por motivos obvios. El problema es que la industria aprovechó para meterse a saco, y comenzó a vender artistas de poca talla como si fuesen algo descomunal. Lo que consiguieron fue devaluar la música, y eso les ha explotado en la cara. Las descargas por Internet y la crisis sólo han puesto la puntilla.

Soñando un poco, ¿con qué artista le gustaría trabajar?

Hay tantos... Tom Petty, Neil Young, Van Morrison... Pero me sentiría como un granito en una montaña de arena. Lo que nos tocaría ahora es entrar en otros estilos, ‘des-secretizarnos’ un poco en las colaboraciones, en lugar de ‘secretizar’ a los otros grupos, que es lo que ha pasado hasta ahora.