Los artistas prehistóricos que pintaron las paredes y techos de abrigos como el del Monte Arabí (Yecla), el de La Serreta (Cieza) o el del Buen Aire (Jumilla) hace miles de años, además de expresar su creatividad estaban desarrollando lo que milenios más tarde los científicos vieron como un medio de comunicación artístico, un método de expresión al que algunos atribuyen una vigencia de 40.000 años sin que en dicha aproximación exista unanimidad, ya que no falta quien ve el origen de dichas manifestaciones artísticas en África antes de la salida del Homo Sapiens. Esta hipótesis la sostiene uno de los últimos estudios realizados a partir de los signos de arte rupestre, el de la canadiense Genevieve Von Petzinger.

Su trabajo se suma a una amplia lista de estudios desarrollada por diferentes investigadores a lo largo del último medio siglo en un intento de abrirse camino en la jungla de signos, marcas y señales procedentes del mundo prehistórico sin conseguir que sigan siendo un enigma. Las representaciones abstractas, que han dado lugar a lo que conocemos como arte esquemático, constituyen el lenguaje gráfico del Paleolítico Superior, y de él se hallan numerosas muestras en cerca del 70% de los 110 abrigos que hay en la Región de Murcia, en los que también se aprecia un arte singular y propio de las comunidades del Mediterráneo: el arte levantino.

Según explica el responsable del Centro de Estudios de Prehistoria y Arte Rupestre de la dirección general de Bellas Artes de Murcia, Miguel San Nicolás, el arte esquemático "se asocia a una sociedad basada en la trashumancia y no sigue unas pautas claras, ya que se puede encontrar en muchos lugares diferentes". Se trata de figuraciones simbólicas, geométricas, y también humanas y de animales -muy simples, casi abstractas- realizadas con pintura roja en trazos gruesos; con unos pigmentos creados a base de óxido de hierro y que se mezclaban con grasa animal o con productos lácteos. El arte levantino, por su parte, fechado en el Paleolítico, se caracteriza por figuras en las que ya aparecen detalles y que se realizaban con un silueteado previo, rellenando luego el interior.

El afán por profundizar en el código simbólico -del arte esquemático- de nuestros antepasados ha perdido fuerza en los últimos años tras protagonizar con anterioridad un intenso debate sobre su significado. No es que los expertos hayan arrojado la toalla sin haber podido descifrar estas señales, sino que para muchos investigadores su significado es un tema que nos trasciende. Miguel San Nicolás, quien data el arte esquemático que se puede hallar en toda la Península en el Neolítico -hace entre 6.000 y 8.000 años-, explica que "hay varias hipótesis sobre el significado de los signos y la interpretación está abierta a todo tipo de formulaciones". Aunque sí hay algunas representaciones a las que se les ha dado un significado. De este modo, una barra vertical y un círculo es un hombre y los puntos agrupados, por ejemplo, suelen simbolizar un grupo de personas o animales.

El arqueólogo Antonio Javier Medina, responsable de uno de los últimos hallazgos de arte rupestre esquemático de la Región -las pinturas del abrigo Riquelme de Jumilla-, también coincide en la "simbología enigmática" de la mayoría de estos dibujos. "No conocemos su sentido porque son pinturas abstractas, pero hay que tener en cuenta que en aquel periodo ya existía la religión y las clases sociales, y claro que deben tener un significado... el misterio es cuál", declaraba Medina cuando se hizo público su descubrimiento.

A pesar de las dificultades, hay quien sigue interesado en desvelar los significados de estas marcas, en cotejarlas y buscar sus antecedentes. Fruto de este interés es el trabajo realizado por la canadiense Genevieve von Petzinger, que, bajo la supervisión del profesor April Nowell, ha emprendido una ardua labor orientada a descifrar todos los símbolos existentes. Lo primero que hizo fue crear una base de datos de lo hallado en los diferentes yacimientos del mundo, que le permitió comprobar que 26 de estos signos aparecen de forma constante en los diferentes santuarios rupestres del planeta durante al menos 30.000 años. Con estos resultados, no duda en defender la presencia de un código simbólico y universal muy anterior a lo que se creía.

A partir de aquí son varias las hipótesis que se plantea. Una de ellas es la que se pregunta cuándo empezó el Homo Sapiens a utilizar este código. ¿Fue antes de salir de África? ¿Cómo, si no, se explica la presencia de este lenguaje universal? Petzinger se decanta por la opción que explicaría la presencia del lenguaje simbólico en los distintos continentes a partir de las migraciones emprendidas por el Homo Sapiens tras abandonar el continente africano. Pero la principal conclusión del análisis de Petzinger es que "hubo un código simbólico universal con significado propio anterior a la escritura, un sistema que sería utilizado para la comunicación de ideas o conceptos y que sería definitivo para la aparición, tiempo después, de la escritura".

Expertos españoles como el catedrático de Prehistoria del País Vasco Ignacio Barandiarán matizan las conclusiones de la investigadora canadiense. "Se trata de una propuesta de impacto, un trabajo difundido en la Red al que le faltan el poso de la reflexión y el rigor que aportan publicaciones científicas como ScienceNature". La investigadora canadiense apuesta por una unidad tipológica, al observar la repetición de al menos 26 signos en los yacimientos de todo el planeta. Pero para la mayoría de expertos la cosa no es ni blanca ni negra: Algunos signos se repiten y otros son característicos de zonas concretas.

Así lo comenta Barandiarán, quien dice que la similitud de símbolos "pudo ser casualidad o convergencia". A modo de ejemplo, afirma: "Cuando llueve, uno tiene que guarecerse y es posible que el paraguas se inventara en distintos lugares sin que por ello haya habido espionaje industrial". San Nicolás también da otro ejemplo al poner de manifiesto que "si a un niño le das pintura acabará plasmando sus manos pintadas en las paredes; eso es algo que les divierte a todos, y hay manos así en las paredes de cuevas de todo el mundo".

El catedrático de Prehistoria de la Universidad de Cantabria, César González, está de acuerdo en que al hablar de arte rupestre se está muy cerca de un código precursor de la escritura, aunque también concluye que hay muchas cosas que se dan por convergencia; es decir, el hecho de que en distintos sitios haya cosas iguales no indica un mismo origen. González añade que los signos abstractos que se repiten en todo el planeta -puntos, rayas, aspas- son los más sencillos y son los que primero se te ocurren para representar una idea, aunque junto a ellos también se dan otros más complejos.

El enigma de un tipo de arte difícil de traducir para los humanos modernos es lo que ha movido desde siempre el interés por conquistarlo. Y eso es lo que se ha propuesto Genevieve von Petzinger, igual que antes otros historiadores, a la hora de emprender su estudio. Ella, por el momento, ha centrado su trabajo en las cuevas francesas; un estudio que ahora se propone ampliar a las cuevas españolas y de otros países europeos para entender cómo viajaron los signos.

El último gran hallazgo de pinturas rupestres en la Región de Murcia se dio hace solo unos meses, cuando, el pasado noviembre, el arqueólogo Antonio Javier Medina encontró, en el abrigo Riquelme de Jumilla, más de cuarenta pinturas neolíticas, con una antiguedad que puede rondar los 4.000 o 5.000 años. Lo más relevante de estas pinturas esquemáticas es que son bicromas -rojas y negras-, algo realmente excepcional, ya que lo habitual es que sean monocromáticas.

Aunque en la Región de Murcia hay numerosas y valiosas muestras de los diferentes tipos de arte rupestre, el levantino destaca por tratarse de una de las manifestaciones humanas más singulares de la Prehistoria. Es un arte original tanto desde el punto de vista técnico como temático y artístico y por ello la Unesco lo declaró Patrimonio de la Humanidad, en la categoría de Paisajes Culturales, el 2 de diciembre de 1998. A esta gran distinción se sumó, hace sólo unos días, un nuevo reconocimiento, ya que el Consejo de Europa concedió la distinción de Itinerario Cultural a los Caminos de Arte Rupestre, que engloban al conjunto de lugares visitables con manifestaciones prehistóricas de España, Portugal, Francia, Italia, Irlanda, Suecia y Noruega.