José Ignacio Munilla Aguirre, nombrado hoy por el Papa nuevo obispo de San Sebastián, ha asegurado en Palencia que acudirá a su nuevo cometido sin ganas de polemizar y con el objetivo de ser "pastor de todos y sin excluir a nadie".

Munilla, nacido en San Sebastián el 13 de noviembre de 1961, ha dicho, en su primera conferencia de prensa tras el nombramiento, que la toma de posesión tendrá lugar el 9 de enero en la catedral del Buen Pastor de San Sebastián.

El hasta ahora obispo de Palencia ha subrayado, dentro de su deseo de no polemizar ante las críticas que ha recibido en sectores políticos del País Vasco, que considera fundamental "mantener las relaciones personales", y ha apuntado que confía "en la buena voluntad de todos sin exclusión".

Asimismo, ha dicho que no se deberían hacer interpretaciones políticas respecto a la posición de la Iglesia, porque a su entender "distorsiona la realidad".

Munilla ha reconocido que le "sangra" el corazón por el hecho de dejar la diócesis de Palencia, en la que lleva desde 2006, año en el que se convirtió en el obispo más joven de las diócesis españolas.

Al respecto ha asegurado que "hay que tener altura de miras para comprender las responsabilidades que tiene el Papa en su tarea de gobierno".

También ha señalado ante los medios de comunicación que se siente "débil" al comparar sus cualidades personales con las tareas que se le han encomendado, y ha dicho que las asume "con pleno ejercicio de responsabilidad".

El recién nombrado obispo de San Sebastián ha informado de que el próximo lunes enviará un saludo a su nueva diócesis y el tres de enero oficiará la que ha denominado "eucaristía de despedida de la diócesis de Palencia".

Ha recalcado también que va a San Sebastián "con humildad y confianza" y que asume la pluralidad que se encontrará entre los fieles guipuzcoanos.

Igualmente ha dado las gracias a la acogida que ha tenido en Palencia y ha asegurado que le hubiera gustado estar más tiempo en Castilla y León, "aunque nadie es imprescindible.

Munilla sustituye en el cargo a Juan María Uriarte, de 76 años, que presentó su renuncia al gobierno pastoral de la diócesis vasca por motivos de edad y fue aceptada por el Pontífice.