"La relación entre una madre y su hijo pertenece a este universo inmaterial, privado e interno capaz de sobrevivir a cualquier situación por mal que vayan las cosas", afirma el fotógrafo Bru Rovira, reportero de guerra que estrena en Madrid una colección de fotos con "la otra cara" de sus viajes.

El periodista barcelonés ha elegido estas palabras para dar la bienvenida en la tercera planta del Caixafórum de Madrid a la exposición "Maternidad", una colección de dieciséis fotografías "robadas" -todas, menos una, son instantáneas tomadas sin que sus protagonistas lo supieran- que se acompañan de una pequeña explicación de su historia.

Rovira, poseedor del premio de periodismo Ortega y Gasset por sus reportajes de la República del Congo (antes Zaire), decidió rebuscar entre los negativos de sus múltiples viajes por países en guerra tras descubrir entre las fotos sobre el horror de los efectos de las minas antipersonas en Kuito (Angola) a una madre de apenas 16 años jugando feliz con su bebé.

"La madre y el hijo se tocan la nariz porque se quieren. Siempre en medio del horror, de todos los horrores que yo he visto, había momentos tiernos, hermosos, de mucho amor", explica el fotógrafo.

Y esa misma sensación es la que se tiene al ver a una niña-madre que "con sus labios besa los del bebé y luego se lo lleva hasta el pecho para alimentarlo. Parece que juega con una muñeca". La instantánea fue tomada en la maternidad de Kedougou (Senegal).

O en las risas de una madre somalí, caminando en un secarral, con su bebé atado a la espalda con una vistosa tela de colores. O el beso que una hija inmovilizada por una bala perdida en Brasil intenta dar con los ojos a su madre.

"Esta historia -la de Luciana, una joven universitaria que recibió un balazo en el cuello que la dejó tetrapléjica- la encontré haciendo un reportaje sobre el tráfico de armas. Estaba siguiendo a una pistola española que acabó matando gente en una favela -recuerda Rovira- cuando vi a esta madre dedicada en cuerpo y alma a su hija postrada".

En la muestra sólo aparece una abuela, curiosamente, por ser instigadora de la manipulación política de su hija (que también sale en la foto junto a su bebé), durante la guerra de los Balcanes, y una embarazada africana, sonriente ante la minúscula cabaña de adobe que es su casa.

Un "posado"

Y el único "posado" es el de una mujer musulmana que le pidió a Rovira que le fotografiase con su hijo, pero sólo se ve al niño: ella se tapa la cara con su sari naranja.

Las fotos que hay son "suficientes, aunque teníamos más", ha indicado Rovira, porque "evocan suficientes temas: tenemos asuntos históricos, enfermedad, exclusión. Te da para discutir el mundo moderno, hay laboratorios, armas, sida, está todo, lo que quieras".

Estas historias se han plasmado en un libro en el que se incluyen opiniones de niños de menos de doce años que han participado en talleres relacionados con la muestra.

La exposición, ha explicado la responsable del programa de cooperación internacional de La Caixa, Ariadna Bardolet, "ha servido a los niños para reflexionar sobre la relación que tienen con sus madres y para que se comparen con esos niños de las fotos".

Rovira apunta en este sentido su sorpresa al descubrir que muchos niños del "primer mundo" sentían "una cierta envidia del contacto físico de las madres de las fotos con sus niños" y el hecho de que no acepten que no haya padres en las instantáneas.

La muestra, que ya ha estado en Palma de Mallorca y en Barcelona, y ahora irá a Lleida, se podrá visitar en Madrid desde mañana hasta el próximo 28 de febrero.