Estados Unidos vivió este sábado una de sus noches más especiales del año, la de Halloween, que se celebra cada 31 de octubre y a la que se sumaron el presidente Barack Obama y su mujer, Michelle, que recibieron a centenares de niños en la Casa Blanca.

En la "noche de las brujas" los niños estadounidenses, auténticos protagonistas, van de puerta en puerta, disfrazados, para reclamar "caramelos o travesuras" por las casas, muchas de ellas decoradas con todo tipo de ornamentos macabros.

La fiesta, en cualquier caso, no se limita a los pequeños, y los adultos también se disfrazan en una fiesta que mueve, según los cálculos de la Federación Nacional del Pequeño Comercio, cerca de 5.000 millones de dólares, o más de 60 dólares por estadounidense.

En Nueva York, mientars tanto, las calles de la Gran Manzana se han visto repletas de espectros, calabazas, zombies y otros disfraces. A pesar de la lluvia, miles de personas participaron en el tradicional desfile en el que participaron desde jóvenes vestidos de diablo hasta réplicas casi exactas de la ex gobernadora de Alaska, Sarah Palin.

El Desfile Anual comenzó en 1974, cuando un titiritero y diseñador de máscaras de Greenwich decidió ir de casa en casa por su vecindario, junto con sus amigos y sus hijos, alegrando la noche de Halloween.