Mariano Funes Martínez fue un hombre que dejó huella en quienes lo conocieron. Comenzó su andadura profesional como secretario en el ayuntamiento de Lorca y, después, en 1974, fue nombrado secretario general de la diputación de Murcia, cargo que desempeñó hasta que comenzó el proceso autonómico. Funes contribuyó a crear las nuevas leyes del Estatuto de Autonomía de la Región con el que fuera senador por Murcia Antonio Pérez Crespo, con el que trabajó "mano a mano" y al que conocía muy bien, tal y como explica Marita, una de sus tres hijas. Tuvo una carrera laboral bastante dilatada y, aún después de su jubilación en el año 1995, siguió ejerciendo como abogado y trabajando como asesor en diferentes ayuntamientos de la Región, como los de Beniel, Caravaca, Cehegín y Águilas.

En abril de 1984 abandonó su puesto como secretario general de la consejería de Presidencia para ser nombrado director regional de Estudios y Asesoramiento de las Entidades Locales. En 1990 se trasladó a Andalucía, donde hasta 1995 fue secretario general de la diputación de Sevilla.

A sus hijas les inculcó "respeto por la Administración pública y por la labor de los funcionarios", recuerda Marita. "Siempre nos insistía en el trabajo continuo, en el estudio, en la educación permanente y el afán por investigar y conocer cosas nuevas". Una de las facetas de la que más orgullosas se sienten sus hijas es la de que Mariano contribuyera al proceso de autonomía de la Región de Murcia. "Puso su granito de arena en el Consejo Regional como asesor jurídico en la redacción del Estatuto", señala.

Mariano Funes, al que otorgaron el tratamiento de Ilustrísimo, era amante de las tradiciones de Murcia, su gastronomía y sus vinos, y le gustaba llevar a su familia a distintos municipios de la Región para que conocieran sus atractivos turísticos y también sus manjares más típicos.

A pesar de su ajetreada vida laboral siempre sacaba tiempo para su esposa, María Pérez Franco, y para sus hijas Consuelo, Marita y María José. "Fue un padre extraordinario, generoso y cariñoso que se desvivía por su familia y que tenía devoción por sus seis nietos. Teníamos una relación muy especial. Se nos ha ido un gran padre y una gran persona", asegura Marita.