La reina del Nilo tendrá que soportar un par de traslados más hasta que se la reinstale por fin en el Neues Museum, la última pieza de la Isla de los Museos berlinés aún en vías de remodelación, que será reabierto el próximo otoño.

Nefertiti será presentada ahí bajo una "nueva luz", informó hoy el director de los Museos Estatales de Berlín, Michael Eissenhauer, entre el ala sur y la norte del edificio, restaurado de acuerdo al concepto del arquitecto David Chipperfield.

La presentación de la reina tendrá lugar el 17 de octubre, pero antes que ello habrá varios actos preliminares relacionados tanto con la reapertura de ese museo como con la mudanza ahí del que se considera el busto más bello del mundo.

Ya en marzo, se invitará a visitar el edificio, en tres jornadas de puertas abiertas, aunque con las salas aún vacías.

Nefertiti seguirá por entonces en su residencia actual, en la segunda planta del vecino Altes Museum -Museo Antiguo.

Hasta que tenga listo su lugar en el Neues, pasará unos meses más de provisionalidad en la primera planta del Altes, por razones de programación.

Será el enésimo traslado de la reina, cuya existencia ha estado marcada por las mudanzas desde que el 7 de diciembre de 1912 diera con ella el arqueólogo alemán Ludwig Borchardt en unas excavaciones en el valle de Amarna, entre Luxor y El Cairo.

Durante 3.200 años reposó ahí en paz, pero su último siglo ha sido una mudanza tras otra. Primero recaló en el propio Neues Museum, donde tuvo su presentación ante el gran público.

En los años 30 estuvo a punto de emprender su viaje de regreso al valle del Nilo, ante las exigencias de restitución de Egipto, pero Hitler se opuso.

En 1939, con las bombas aliadas cayendo sobre Berlín, que destruyeron el Altes Museum en un 70 por ciento, se la "exilió" hasta una mina de Turingia (este de Alemania), donde la encontraron las tropas estadounidenses.

Volvió a luz pública en los años 50 para ser exhibida en las afueras del sector americano berlinés y en 1967 se le buscó un domicilio teóricamente estable, también en la mitad occidental de la ciudad dividida, en el barrio de Charlottemburg.

Ahí quedó durante unas cuatro décadas, lo que ha sido hasta ahora la etapa más estable desde que Borchardt la sacara a la luz.

Desde marzo de 2005 Nefertiti apenas ha conocido tregua: primero se la colocó en el Kulturforum, un moderno complejo museístico, donde pasó de la semipenumbra a que se la había sometido en Charlottemburg a compartir espacio con una instalación de neones.

En agosto se la trasladó del futurista Kulturforum al Altes Museum, el prusiano edificio de Karl Friedrich Schinkel, de 1830.

Nefertiti regresó así a su Isla y su inquebrantable sonrisa vivió un nuevo alud de flashes de los fotógrafos, ansiosos por captarla como reina incuestionable en los 1.300 metros cuadrados del museo, con 1.200 objetos entre sarcófagos, joyas, papiros y relieves.

Su último traslado será de apenas 500 metros, dentro de la Isla, para ocupar el lugar de honor preparado en el que fue su primer domicilio berlinés, ahora rediseñado por el británico Chipperfield tras unas obras valoradas en 300 millones de euros.

"La situación de nuestras finanzas es crítica", enfatizó el presidente de la Fundación del Patrimonio Prusiano, Hermann Parzinger, que apeló a la "clase política" a no dejar que la cultura sea la gran víctima de la crisis financiera.

El traslado de Nefertiti es sólo un aspecto, ya absorbido por las arcas públicas. El gran desafío de la Fundación es la reconstrucción del Palacio de los Hozenhollern, destinado a convertirse, según Parzinger, en el "Centro Pompidou del siglo XXI", que costará alrededor de medio billón de euros.