Sofía Morales le gustaba cantar flamenco y ser amiga de Ava Gadner. Aunque a la artista le llamaba la atención un mísero bote que se encontrase por la calle, ante todas las cosas adoraba su casa. Era su centro de operaciones. "Qué bien se está en casa", solía decir. Allí tenía su iglesia, porque la cartagenera sabía que la pintura era poco menos que una religión. Llevaba sangre de Salzillo, y eso se notaba. El único mérito que se reconoció, según se desprende de sus escritos, fue amar lo que hacía.

Un total de 38 cuadros de la pintora -fallecida en Madrid el pasado mes de abril- se exponen desde ayer y hasta el próximo día 17 de julio en la murciana iglesia de San Esteban. Emilio Morales, sobrino de la artista, se hace cargo de la muestra y es el comisario, aunque "qué mejor comisaria de su exposición que ella misma", admite.

El hombre observa las obras que ahora cuelgan del templo y explica que "hubo un proyecto de hacer esta muestra hace varios años y, por razones que no vienen al caso, no se hizo". No obstante, Sofía (la de la pintura de la "exquisitez", como la definió su colega Ramón Gaya) ya tiene homenaje en su Región.

La mayor parte de los cuadros expuestos pertenecen a la familia de la cartagenera, según indica Emilio Morales, quien considera que su tía materializaba una "pintura intimista, casi franciscana, de una serenidad pasmosa". El comisario de la muestra se refiere a las virtudes más estupendas ("finura, elegancia, divertimento") para calificar a la mujer. "Estar al lado de ella era mantenerse en silencio", manifiesta, "porque explicaba las cosas tan bien... y todo lo que había a su alrededor era importante, hasta un bote que hubiera en la calle".

Emilio Morales, que se declara "enamorado" de la pintura de su tía, no quiere que la obra de la cartagenera se quede estancada en la Región. Convencido de que el arte de esta Dama de la Orden de Isabel la Católica (así fue distinguida Sofía en 1976) tenía que pasar la frontera, el comisario proyectó que la muestra sería llevada a Roma. "La idea era hacerlo a través del Instituto Cervantes", señala Emilio, aunque apostilla que el asunto "se está complicando".

Sin embargo, está previsto que en octubre una selección de la muestra que ahora está en Murcia se pueda visitar en Madrid.

A la espera de pasar a la capital de España, la sobriedad casi franciscana -insiste el sobrino de la artista- de un vaso de vino hecho de óleo cuelga de la iglesia de San Esteban. La inauguración fue ayer. La cita, hasta el próximo 17 de julio.