El Murcia desaprovechó una magnífica ocasión de poner tierra de por medio en la clasificación, se complicó la existencia en los instantes finales y acabó derrotado por un rival directo en su agónica carrera por la permanencia. El Albacete de David Vidal aprovechó con oficio el desconcierto grana tras la expulsión de Sergio Fernández a tres minutos del final para adelantarse en el marcador en el 89 y sentenciar con un contragolpe letal en el 95 un partido que parecía condenado al empate.

El fútbol es el juego de las ocasiones perdidas y el Real Murcia desaprovechó el sábado todas las que tuvo mientras que Sousa aprovechó un despeje de De Coz para adelantar al Alba sin tiempo para la reacción. Los delanteros granas malgastaron la pólvora en salvas y el equipo pagó cara su falta de puntería. Si hace unos meses se antojaba imposible ganar a domicilio, ahora resulta que lo realmente complicado es hacerlo como locales. La cuestión es sufrir.

El duelo de entrenadores y los tres puntos fueron para David Vidal. El viejo zorro gallego, artífice del penúltimo ascenso pimentonero y factor determinante en la resurrección manchega de las últimas jornadas es, a mi parecer, el último buen recuerdo que los sufridos aficionados guardan de los inquilinos de un banquillo en el que antes o después fracasaron todos sus sucesores. En un oficio en el que nadie es eterno, Vidal tuvo la 'suerte' de ser despedido con honores recién logrado el ascenso evitándose así el tradicional via crucis grana por la máxima categoría.

A medida que se acerca el final las distancias se acortan y el precipicio está ahora un poco más cerca. Tan cerca que da vértigo mirar hacia abajo.