La Guerra Civil y los años anteriores y posteriores a la contienda son épocas difíciles de recordar para aquellos que las vivieron, pues sus consecuencias aún persisten hasta el día de hoy. Pero más doloroso es olvidar el pasado. Como dijo el filósofo Santayana, «los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla», y esto es algo que el partido político Podemos quiere impedir mediante la propuesta de una Ley Autonómica de Lugares y Senderos de Memoria democrática. Si sale aprobada, treinta edificios y lugares lucirán una placa explicando qué ocurrió allí. «La ley aún no es más que una propuesta, puede que no sea aprobada», afirma Joaquín López, secretario de la Federación de Asociaciones Memoralistas de la Región de Murcia. «Pero es importante que la sociedad conozca la historia de estos lugares, para que no se olvide el significado que conllevan», subraya.

Murcia

En Murcia, capital de la región, se sitúan 27 antiguos refugios antiaéreos que ahora son plazas y parques como el Paseo Corvera o la plaza de Santo Domingo. La propuesta de ley propone la instauración de un recorrido que permita visitarlos y señalarlos como lugares históricos. En la calle Puerta Nueva se sitúa el antiguo hospital infantil construido por los cuáqueros, una institución cristiana inglesa que durante la contienda alimentó a más de 150.000 pequeños y ayudó a madres y niños a mantenerse mediante desayunos y almuerzos. La iniciativa fue liderada por la trabajadora social Francesca Wilson, que ya había socorrido a víctimas de la Primera Guerra Mundial y que después de la Guerra Civil ayudaría a las víctimas de los nazis. También apoyaron a las familias mediante un albergue en el actual edificio de los Nueve Pisos, entonces llamado albergue ´Pablo Iglesias´. La Catedral fue el almacén elegido por un grupo autodenominado Incautación y Protección del Tesoro Artístico, un grupo antifascista que rescató obras de arte para evitar que fueran destruidas por grupos anarquistas radicales. La ciudad también albergó cuatro hospitales para las brigadas internacionales que luchaban en la contienda: el Hospital Pasionaria, en el actual Instituto Licenciado Cascales, el Vaillant-Couturier en el Colegio Maristas de Malecón, el Hospital Federica Montseny en el actual claustro de la Facultad de Derecho del Campus de la Merced y el Casino de Trapería. Murcia tuvo dos prisiones durante la guerra: la Prisión Provincial, conocida popularmente como Cárcel Vieja, y el Convento de las Agustinas. En la zona del Valle Perdido y Puerto de la Cadena se establecería un recorrido para senderistas que permitiera visitar las trincheras usadas por los republicanos para defender el puerto de Cartagena.

Cartagena

Cartagena posee lugares emblemáticos como el Arsenal Militar, lugar del que partió Alfonso XIII al exilio justo antes de la proclamación de la II República y, posteriormente, sede de la base naval de la República. En su campo de deportes fueron fusilados 180 prisioneros a manos de los franquistas. Otro lugar emblemático para la II República es el balcón principal del Palacio Consistorial, pues fue allí donde se proclamó. La ciudad vivió en marzo de 1939 una sublevación contra los republicanos para privarles de sus barcos. Muchos presos políticos fueron encerrados en la prisión de San Antón tras la contienda. También se pretende señalar como lugar de memoria histórica el Parque de Artillería, actualmente un museo de historia militar, como lugar donde en la Guerra Civil se enfrentaron republicanos y golpistas. La ciudad también contaría con un recorrido de antiguos refugios antiaéreos.

Caravaca

Caravaca también sirvió de cárcel para presos políticos, encerrando en las dependencias de la Prisión de Partido de Castillo a los republicanos derrotados. Cuando la prisión se quedó pequeña, se ampliaron sus dependencias al centro de detención de ´La Encomienda´ e incluso al propio castillo de Caravaca. Allí se enviaba a los presos republicanos para sufrir torturas a manos de los militares franquistas e incluso de personalidades civiles del pueblo que podían tener reservas contra algunos de los presos y que gracias a su posición económica podían participar en las torturas. Las enfermedades como el tifus eran comunes y, en ocasiones, hasta mujeres embarazadas y niños eran encerrados en las celdas.

Moratalla

En Moratalla se encuentra el histórico pantano del Cenajo, construido en los años 50 por la misma empresa que el Valle de los Caídos usando como mano de obra a presos con salarios nulos y condiciones de trabajo infrahumanas. Muchos de ellos enfermaron de malaria, no tenían ninguna medida de seguridad durante sus peligrosas tareas, que incluían el manejo de dinamita. Tal era el número de fallecidos durante las obras que los presos llamaban a la presa ´la Tumba´. Mientras, los ingenieros y arquitectos residían en el cercano hotel Cenajo, que permanece abierto a día de hoy.

Totana

En Totana se localiza la escuela de polimotores de Lébor, la única academia de aviones polimotores de la República. En ella permanecieron después de la guerra varios modelos de aviones usados en la contienda, hoy en día considerados piezas de museo.

Lorca

En Lorca, se usó la plaza de toros como campo de concentración y de ejecución para numerosos prisioneros.

Archena

En Archena, destaca la Escuela Miguel Medina, referente de la reforma educativa durante la II República. Su construcción se planeó desde la época de la dictadura de Primo de Rivera pero no comenzó a funcionar como colegio hasta después de la guerra civil. En el balneario de Archena se alojaron los principales miembros del mando militar republicano y ruso durante la contienda. Fueron estos últimos los que impulsaron la construcción de tres refugios antiaéreos en la comarca y quienes organizaron en el propio balneario una ´escuela´ para enseñar a los republicanos a practicar la guerrilla.

Cieza

En Cieza se situó un campo de concentración en Ascoy, en lo que actualmente son naves industriales de la empresa COCINSA. También se creó un refugio antiaéreo en el santuario de la ermita del Santo Cristo.