Tan malo es que no llueva como que lo haga en exceso. Y eso es lo que han tenido que sufrir los empresarios agrícolas de la Región de Murcia, especialmente del Valle del Guadalentín, que trasladaron sus cultivos de brócoli, lechuga y coliflor varios cientos de kilómetros al suroeste de la Península, en busca del agua del que carecían en sus comunidades de regantes a causa de la sequía.
Los productores levantinos sembraron a finales de verano unas 3.000 hectáreas de hortalizas en la marisma sevillana, en Cádiz y en tierras de Extremadura, esperando poder sacar la cosecha de invierno, que iba a ser difícil de producir en sus fincas de la Región.
«Decidimos cambiar el riesgo hídrico por el riesgo climático», explicó Juan Marín, presidente de la Asociación de Productores-Exportadores de Frutas y Hortalizas de la Región de Murcia (Proexport), quien lamentó que los resultados no hayan sido los esperados. De hecho, el exceso de lluvias y el frío retrasó en más de un mes la primera cosecha.
Los productores sembraron miles de plantas en septiembre, octubre y noviembre, que tenían que haberse recolectado entre diciembre y marzo.
Sin embargo, el intenso frío que se produjo en estas zonas en el mes de diciembre provocó que el crecimiento vegetativo de la planta se frenara, y que el lugar de los habituales ciclos de 90 días de crecimiento de las lechugas y los brócolis, se retrasara hasta los 130 días.
«Esto nos complica mucho la relación con nuestros clientes, que quieren recibir las cantidades de producto que se han pactado con anterioridad».
Tampoco ha ayudado a la calidad las continuas borrascas que han llegado a inundar algunas de las plantaciones.
«Hemos sufrido un retraso de más de un mes en la primera cosecha de la campaña, unido a una peor calidad del género en general por el exceso de agua», comentó el empresario lorquino, que también es presidente de la Comunidad de Regantes de Lorca.
«Todo está muy estudiado en la agricultura, y en estas zonas tradicionalmente se ha venido plantando cultivos de verano, como el tomate y alguna hortaliza pero con destino a la industria conservera, que no es tan exigente en los parámetros de calidad», destacó Marín.
Y como las desgracias no vienen nunca solas, los agricultores han tenido que competir con la especulación, que ha distorsionado los mercados.
«Desde el Ministerio se han dado charlas en las cooperativas agrícolas en las que se decía que podría llegar a haber cierto desabastecimiento de los mercados a causa de la sequía, por lo que muchos se han animado a producir lechuga o brócoli», explicó Marín, quien dijo que ha provocado «solapamiento de producto en las mismas fechas», y la caída de los precios en los mercados.
Todo esto ha llevado a los empresarios agrícolas a subrayar que «ha quedado claro que la agricultura no puede ir donde haya agua, sino que el agua debe ir donde se pueda producir», es decir, donde se den los factores climáticos óptimos para los cultivos.
«Por eso la huerta está en el Levante, y no en otras regiones que tienen más agua», concluyó.
Trasvases más cerca
Trasvases más cercaAl igual que días atrás lo hiciera Lucas Jiménez, presidente del Sindicato Central de Regantes del Acueducto Tajo-Segura (Scrats), Juan Marín está convencido de que antes de un mes ya habrá agua suficiente en los embalses de la cabecera del Tajo para regar.
«Están entrando a los pantanos hasta 150 metros cúbicos por segundo, es decir, una media de 11-12 hectómetros cúbicos de agua diarios», destacó, añadiendo que a ese ritmo en un par de semanas se podría superar el nivel 4 que impide los trasvases a la cuenca del Segura.
Ayer, en Entrepeñas y Buendía, los embalses de los que parten los envíos de agua al Segura, había almacenados 382 hm3 de agua, tan sólo 18 hectómetros cúbicos por debajo de los 400 mínimos trasvasables.
«Parece que estamos ante el final del ciclo seco, y también ayuda el hecho de que la tierra ya no absorba el agua que cae, y permita que llegue, en forma de escorrentía, a los pantanos; y aún hay 20 centímetros de nieve acumulados en las sierras», destacó.
