A Gabriel Cruz, el pequeño cuya desaparición mantuvo en vilo a España hasta que su cuerpo fue hallado en el maletero de la novia de su padre, lo mató alguien que durante doce días estuvo repitiendo en público que le quería. Ana Julia Quezada, la asesina confesa del menor, se ponía delante de las cámaras de la tele y entraba por teléfono en la radio para relatar que su 'Gabrielillo' era un niño muy bueno, e incluso llegaba a pedir, a quien lo tuviese retenido, que lo soltase.

La Región de Murcia ha sido escenario, durante los últimos años, de varios crímenes en los que las víctimas más vulnerables (los niños) eran asesinados a manos de sus madres. El más mediático de todos se produjo en 2002, en el municipio de Santomera. Francisca González era detenida tras el entierro de sus hijos, de 4 y 6 años de edad. Llevaba desde el principio en el punto de mira, como sospechosa de haberlos asesinado en su propia casa. Tiempo después, fue condenada a pasar cuatro décadas entre rejas. En septiembre de 2016, Francisca disfrutaba de su primer permiso carcelario. Así lo acordaba la juez de Vigilancia Penitenciaria.

También se llamaba Francisca la mujer que, allá por el año 2007, era condenada por homicidio imprudente. El cuerpo de su bebé, de seis meses, fue encontrado en septiembre de 2005 por un grupo de espeleólogos que estaba explorando la cueva conocida como casa de Elfos, en Fortuna. El niño estaba envuelto en bolsas de plástico. También fue juzgado el compañero sentimental de Francisca (sospechoso de ser su cómplice), pero fue absuelto porque su delito había prescrito.

Otro caso que heló la sangre fue el de Isabel Padilla, 'la envenenadora de La Unión'. Detenida en el año 1991, la Audiencia Provincial de Murcia la condenó a 98 años de cárcel. Mató a su marido y a dos de sus hijos. Quedó probado que metía en la comida de sus parientes fármacos para la diabetes. Otros dos hijos, también envenenados, sobrevivieron. Un año después de la condena, el Supremo ordenó su ingreso en un psiquiátrico, al entender que no era consciente de sus actos. Isabel, ya fallecida, sufría síndrome de Münchhausen.

Corría el año 2013 cuando Juan Pedro Martínez García y Amelia Verónica Ullón Montoya, pareja y vecinos de Fortuna, eran condenados a 15 años y cinco meses de prisión por maltrato habitual, lesiones en el ámbito familiar, agresión sexual y homicidio por imprudencia de la pequeña Lesley Estefanía, la hija de ella.

El calvario que la pequeña Lesley venía sufriendo, y que la llevó finalmente a la muerte, era de sobra conocido por vecinos, que luego, con el fatal desenlace sobre la mesa, contaron que oían «gritos aterrados» de la niña y el hermano de la pequeña. Este joven, también menor de edad, aportó un testimonio clave en el juicio.: contó que su madre y su padrastro una vez llevaron a Lesley a la bañera y estuvieron aplicándole un rato con la ducha agua caliente entre las piernas, lo cual dio lugar a lesiones en sus genitales.

Santomera. La parricida más conocida de España ya sale de permiso

Cuatro décadas entre rejas. Fue la condena impuesta a Francisca González por asesinato con agravante de parentesco. La mujer mató a sus dos hijos pequeños, Adrián y Francisco Miguel, en su casa de la localidad de Santomera en enero de 2002. Los estranguló con el cable del cargador de un teléfono móvil. Francisca es la protagonista de uno de los crímenes que -junto al de la catana y al de los holandeses- más impacto ha producido en la Región de Murcia.

En 2016 disfrutó de su primer permiso de la cárcel de Campos del Río. Quienes la tratan dicen que «ya asume el delito» por el que fue condenada.

Fortuna. Dejó morir a su bebé por abandono y lo ocultó en una cueva

Homicidio por imprudencia. Francisca fue condenada en abril del año 2007 a la pena de cuatro años de prisión por un delito de homicidio por imprudencia. Un jurado popular declaró probado en aquel momento que su hijo, de pocos meses, falleció como consecuencia del abandono en que lo tenía y que sus restos mortales fueron hallados cuatro años después de su desaparición en una cueva de la localidad de Fortuna. Durante las sesiones de la vista oral, la madre contó al tribunal que había dejado al bebé en manos de unos familiares para evitar que le retiraran la guarda y custodia, pero nunca dio una explicación clara sobre el lugar en que se encontraba. Y estaba muerto.

La Unión. Envenenó a dos de sus hijos poniéndoles fármacos en la comida

Al psiquiátrico. Fue considerada culpable de cinco delitos de parricidio por haber envenenado a su esposo y a dos hijos y haberlo intentado con otros dos familiares. El Tribunal Supremo ordenaba en 1996 el ingreso en un psiquiátrico de Isabel Padilla, la envenenadora de La Unión. Salía en 2007, y en 2008 fallecía por un tumor cerebral. Dijo ser inocente. Quedó probado que metía en la comida de sus parientes fármacos para la diabetes. Otros dos hijos sobrevivieron. La insulina, un potente reductor de los niveles de glucosa, puede ser mortal si se inyecta en personas sanas y en dosis excesivas. Isabel sufría síndrome de Münchhausen.

Fortuna. Agresión sexual y golpes mortales a la niña Lesley Estefanía

15 años de cárcel. Ocurría allá por 2008, aunque no fue hasta 2013 cuando la Audiencia Provincial dictaba sentencia. Entonces, el juez dejaba claro que los desgarros en la vagina que acabaron conduciendo a la menor no eran por un golpe con la bicicleta y declaraba que las evidencias de que se los causaron la madre, Amelia Verónica Ullón Montoya, y el padrastro, Juan Pedro Martínez , eran «palmarias». Malos tratos habituales, lesiones en el ámbito familiar, agresión sexual y homicidio por imprudencia. Para cada culpable, 15 años y 5 meses de prisión, e indemnizar con 110.000 euros al padre de la víctima: Lesley Estefanía, de tan sólo 7 años.