El ser humano, inmerso en sus apabullantes rutinas, olvida con frecuencia que no es la única especie que habita nuestro maltratado planeta. En el entorno en el que vivimos pululan criaturas fantásticas con capacidades a las que sólo podemos acercarnos mediante imitaciones tecnológicas. Entre estas especies, pasan habitualmente desapercibidos unos pequeños insectos, pobladores silenciosos de la Tierra desde hace más de 200 millones de años: los coleópteros, comúnmente conocidos como escarabajos.

Las particulares características de esta especie han captado la atención de un equipo de investigadores de la Universidad de Murcia, el grupo de Ecología Acuática. Durante un periodo de cuatro meses, Susana Pallarés y su equipo han investigado acerca de la capacidad de dos especies de escarabajos propios de Las Salinas de la Rambla Salada de Fortuna y el río Chícamo para adaptarse a condiciones climatológicas extremas. «Lo que hemos querido comprobar mediante este estudio es la capacidad de resistencia de los coleópteros a aguas con un contenido salino superior al del mar», nos cuenta Pallarés.

Aunque a primera vista parezca un tema de importancia menor; lo cierto es que a raíz del archiconocido proceso del cambio climático, las condiciones de los océanos están cambiando y alteran los ciclos naturales del agua, elemento imprescindible para la vida.

Por ello, conocer cómo determinados seres son capaces de afrontar con éxito las condiciones adversas y desentrañar sus mecanismos de supervivencia es una inversión de futuro para nuestra sociedad. Para llevar a cabo esta investigación, el grupo científico de la Universidad de Murcia ha seleccionado dos especies de coleópteros endémicos de la península y los han sometido a factores estresantes de salinidad y humedad, propios de los medios donde viven.

Resultados

Los investigadores de la UMU han podido comprobar que, cuando el primer factor de estrés es la exposición a una salinidad elevada, los escarabajos pueden resistir mejor la desecación. «Es lo que llamamos ‘tolerancia cruzada’, la exposición a un factor estresante favorece la tolerancia del otro», explica Pallarés.

Mientras que, al someterlos primero a la desecación, los escarabajos tienen menos capacidad para soportar las condiciones de salinidad elevada.

Se debe resaltar la labor que ha realizado el grupo de investigación, que con este estudio ratifica el cambio climático y muestra cómo éste puede condicionar la biodiversidad y la distribución de las especies en la zona debido al aumento de las temperaturas y de las condiciones de aridez.

Con estos resultados obtenidos se permite comenzar la búsqueda de estrategias y nuevos escenarios para conseguir que los efectos del cambio climático no sean tan severos para el ser humano, y para el resto de seres vivos.