La solidaridad es una condición del ser humano que complementa las actitudes sociales de un individuo, de forma que cuando una persona es solidaria con los demás, mantiene una naturaleza social en el entorno en el que se desarrolla personalmente.» Así versa el inicio del editorial de la revista de la Asociación para Residencias de Pensionistas Ferroviarios (ARPF) en su número 182.

El inicio de esta asociación se remonta a principios del siglo XX, cuando entre unos compañeros se habló sobre la idea de comprar unos terrenos en San Juan, en la provincia de Alicante, para, en un primer momento, pasar los veranos juntos. Lo que comenzó siendo una residencia de verano pasó a convertirse en el hogar de muchos jubilados a raíz de un encuentro que tuvo un conductor de trenes mientras caminaba por la mítica estación de Atocha en Madrid; se cruzó con un señor mayor que le pidió una ayuda en forma de limosna. Cuando el joven conoció que este hombre había trabajado entre estas máquinas de transporte, y viendo la situación y desamparo de los trabajadores jubilados decidió tomar cartas en el asunto.

De forma solidaria se decidió ayudar y asistir a aquellos trabajadores de RENFE que habían dejado de trabajar y que, quizá, no podían contar con la familia, quizá no podían recibir la asistencia necesaria o simplemente querían pasar sus últimos años con la que había sido su familia en el trabajo.

Y así surgió la Asociación para Residencias de Pensionistas Ferroviarios (ARPF). Una asociación que se fundó en 1931 y que actualmente cuenta con más de 12.000 socios que pagan una pequeña cuota cada mes para poder tener acceso a las residencias y poder hacer compañía a los más de 500 socios que ya viven en estos centros.

«La ARPF es una institución sin ánimo de lucro, todo lo que se factura se destina para el servicio y los asistentes, eso es lo que nos distingue de los demás», puntualiza Alfonso Yunta, miembro del Consejo de Administración.

Actualmente esta asociación cuenta con dos centros: San Juan y Águilas. En ellos se pueden acceder a diferentes tipos de estancias: apartamentos tutelados, apartamentos para periodos cortos, centros de día y finalmente las residencias, accesibles a personas «válidas, asisistidas y semi asistidas», siendo su único objetivo hacer sentir a los ancianos como si estuvieran en casa.

Estos jubilados cuentan con todas las comodidades de un hogar, además de los servicios de una residencia: médicos, psicólogos, trabajadores sociales, terapeutas, fisioterapeutas... Yunta nos explica que los ancianos «también tienen talleres diarios de manualidades, memoria, expresión musical, campeonatos de juegos de mesa, fiestas, salidas...»

El pasado año, coincidiendo con el 85 cumpleaños de la fundación de esta asociación, el 75 aniversario de la colocación de la primera piedra de la residencia y la celebración de la inauguración de un centro de día en Alicante se crearon los PREMIOS EÓN: «un eón es una edad indefinida e indeterminada; para los romanos y fenicios era el tiempo intangible», explica Yunta.

En esta segunda Edición, en la modalidad de prensa escrita, han premiado al diario La Opinión de Murcia por «su labor titánica en los medios» y resaltan «el trabajo realizado durante estos 30 años de historia del periódico», añade Yunta.

El altruismo de la Asociación para Residencias de Pensionistas Ferroviarios no pasa desapercibido para aquellos que conocen esta institución, pues llevan por bandera su principio creador: la solidaridad.